TREINTA Y CUATRO

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Lo observó, estaba riendo con ella, y sus ojos brillaban, igual que los de su hija. Ann... Tenía razón.
Ella era feliz con él, y él, parecía ser sincero con sus sentimientos también.
Pero le costaba tanto poder aceptarlo. Porque no importaba cuantos años tuviera Lizzie, para él, ella siempre sería una niña. Una pequeña frágil e inocente, que no quería perder.

-o-o-o-o-

Sí, el almuerzo no había sido del todo bueno. No con los comentarios mordaces de Aiden, o los estúpidos de Tiana, pero lo único importante, es que ambas familias se habían conocido formalmente.
Y después del postre, al cual Aiden no quiso esperar para irse, cada uno se había retirado a su casa.
Los padres Luca habían decidido ir a pasar la tarde con la familia de Noah, ya que en la mañana siguiente se irían con Stephan.
Lizzie había preferido ir con Luca a su departamento. Solo quedaban dos semanas para su graduación, y sabía que al comenzar la universidad, no tendría tanto tiempo para estar con él.
Y no habían durado mucho hablando, entre besos, ambos se encontraban una vez más en aquella situacion, por la que tanto Lizzie quería esperar.
—Me muero de ganas por hacerte mía —pronunció ronco contra los labios de la rubia.
—L-Luca.
—Hay tantas cosas que quisiera enseñarte. Verás como perderás rápido el miedo —sonrió divertido, al ver como ella se ponía roja.
—N-No digas esas cosas.
—¿Me dirás que no lo piensa? ¿Ni una sola vez?
—¿Q-Qué cosa?
Le robó un suave y lento beso, haciéndola jadear.
—Mis manos tocándote, mientras te beso —le dijo en un tono bajo, acariciándole suavemente los muslos—. Acariciando cada centímetro de tu piel, probándote de apoco, y lentamente. Porque quiero disfrutarte, y que tú lo hagas. Me muero por escucharte decir mi nombre, completamente excitada.
—Basta, por favor —le pidió cerrando los ojos.
—Lizzie, ¿Hasta cuando seguiremos así? ya los besos... no son suficientes, mi amor. Quiero esperarte, hasta que te sientas segura, no quiero presionarte, pero, ¿hasta cuando?
—No lo sé —murmuró desviando la mirada.
—¿No me digas que te criaron con ideas estúpidas? ¿Sin sexo hasta el matrimonio? ¿O tienes un tiempo determinado de relación para poder hacerlo? ¿Cuantos meses deben pasar?
—Lu-
—¿Hasta el casamiento? Okay, compraré los anillos, no necesitamos algo grande, solo nuestras familias y ya.
—¿Q-Qué? ¿hablas en serio?
—Jamás en mi vida encontraré otra mujer tan maravillosa. La vida es corta, solo se vive una vez. Y no lo digo solo porque quiero hacer el amor contigo, lo siento de verdad.
—Luca espera, por favor —le dijo saliendo de debajo de él, mirándolo desconcertada—. Aún no tengo dieciocho años. Además, no tenemos edad para casaron, es decir, si podemos, pero no debemos. Llevamos muy poco tiempo juntos.
—Yo te quiero de verdad. Te amo Lizzie.
—Y yo a ti, pero para eso... necesitamos más tiempo, es muy pronto.
—¿Por qué?
—Porque sí... Tengo miedo, Luca. Tengo miedo de que algo pueda salir mal.
—¿Algo como qué?
—Un embarazo.
—Nos cuidaremos.
—Amor, por favor.
—Está bien —sonrió levemente, dándole un beso en la frente—. Lo haremos cuando tú te sientas segura.

-o-o-o-o-

-Algunos días después-

—¡Steph! —chilló emocionada al verlo.
Hacía meses no lo hacía, desde la última vez que había viajado para "ayudar" a Luca.
—Hola, Lika —sonrió abrazándola.
—No sabes lo feliz que me hace verte de nuevo. Te extrañaba mucho, mucho —pronunció abrazándolo fuerte, haciéndolo sonreir.
—Yo también.
—¿Y por qué has venido? Es decir, tus papás no vinieron, ¿Qué pasó? —le preguntó curiosa, mientras ambos entraban en la casa.
—Necesitaba tiempo a solas, para pensar.
—¿En qué?
—En que quiero para mí. Ya no sé que hacer con mi vida, me siento tan confundido.
—Puedes hablar conmigo.
—Yo... Estuve con un chico —pronunció bajo, sin poder mirarla.
—Ey —sonrió la castaña—. ¿Qué tiene de malo? No tienes porqué avergonzarte, Steph, está bien.
—Es que no lo sé, siento como si hubiese hecho algo mal.
—¿Lo disfrutaste? ¿La pasaste bien?
—S-Sí... Eso creo.
—¿Cómo qué eso crees? —rio divertida—. La habrás pasado bien, para que te haga dudar.
—Tal vez tengas razón, pero me da miedo lo que pueda pasar.
—¿Con qué?
—Con mi familia, mis amigos... Siento que ya no me mirarán igual.

-o-o-o-o-

—Becca —exclamó sorprendida Lizzie, al ver a su amiga.
—Lo sé, un gran cambió —sonrió.
—Sí, te cortaste el cabello ¿Por qué? Si amabas tu pelo largo.
—Sí, pero sentí que era momento de hacer un cambio. Y decidí empezar por mi imagen.
—Te ves hermosa.
—Gracias —le dijo con una sonrisa sincera.
—¿Cómo te sientes? —le preguntó, caminando ambas por el centro.
Sabía que la ida de Stephan, había sido una de las causas del cambio de imagen de su amiga.
—Bien, me siento positiva, Lizzie. Creo que finalmente, he dejado todo este asunto atrás.
—¡Eso es fantástico! —exclamó aliviada—. Ahora podremos enfocarnos de lleno en nuestros estudios.
—Ay Lizzie, no te imaginas las ganas que tengo ya de empezar las clases.
Observó esa sonrisa traviesa plasmada en el rostro de la castaña, y arqueó una ceja.
—¿Hay algo que no me hayas contado, Becca?
—Bueno, puede ser... —sonrió divertida.
—¿Un chico?

-o-o-o-o-

—Oye, ¿Ya terminaste?
Levantó la mirada, extrañado de verla allí una vez más.
—Am, sí. Ya estaba por irme.
—¿Qué tal un café? ¿O tu novia no te deja? —le preguntó en un tono burlón.
Él rubio sonrió divertido, cerrando su maletín.
—De hecho, a ella no le importaría, ya que confía en mí. Pero no puedo, se me hace tarde.
—Oh vamos, solo es un café.
—Debo volver a mi casa, mis gatos deben haber hecho un desastre.
—¿Gatos? —preguntó frunciendo el ceño, con asco.
—Ajam, tengo dos. Leche y Café —le dijo buscando su celular para mostrarle una foto.
En cuanto le enseñó la foto, la morena frunció el ceño, luciendo desinteresada.
En la foto aparecía Luca y Lizzie en la cama, abrazados, y en medio de ellos dos, un gatito marrón, y otro blanco, durmiendo acurrucados.
—Que asco, duermen con esos bichos.
—Pues estos "bichos", suelen ser más limpios que muchas personas.

...

¿Y si me dices que sí?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora