Capítulo 3

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Todas las parejas se encontraba en la pista en espera de que el vals diera inicio. Al momento que la música empezó a sonar Robert sacó de su bolsillo un pañuelo y lo colocó en la cintura de Lía, evitando así que su mano desnuda tocara directamente a la joven. A Lía no le hacía gracia tener que bailar un baile tan íntimo con su recién nombrado enemigo pero, al tenerlo de cerca pudo notar ciertas facciones que no había detallado antes; sus ojos eran color miel y sus pestañas eran crespas, muy similares a los de su querida amiga, rasgo que ella adjudicaba a su madre y que al parecer, su hermano también había heredado; sus cejas eran pobladas y definidas, brindaban carácter a su rostro, claro, al andarlas fruncidas todo el tiempo daba más la apariencia de un perro bravo a punto de atacar; su piel, a diferencia de la de Kathryne, era bronceada; no había rastro de enrojecimiento o hinchazón en su cara, lo cual decepcionó a Lía, ya que a ella le seguía doliendo su mano y esperaba ver señales de su impecable cachetada; su boca era una línea firme, a Lía le habría gustado ver su sonrisa, pero temía que éste sólo mostrase sus dientes para morder; su nariz era recta y le daba elegancia a su porte; su cabello castaño era algo rizado y rebelde, justo en esos momentos un mechón caía sobre su frente, lo cual debía admitir que le sentaba muy bien; toda su constitución era atlética, sus hombros anchos y fuertes, y en conjunto con su estatura lo convertían en un espécimen bastante deseable en la primera impresión, sobre una segunda impresión.... Lía tenía mucho más que decir.

Mientras giraban en silencio, Robert también tuvo tiempo de hacer sus observaciones; la mujer que tenía en frente distaba mucho de la que había encontrado esa noche en la biblioteca. Su rostro ya no se encontraba pintarrajeado, lo que dejaba ver su piel blanca y limpia; sus mejillas tenían un color rosa natural, lo que le daba un aire de inocencia; su boca, de labios rosados y carnosos, estaba fruncida en señal de disgusto; su nariz pequeña y respingada tenía una pequeña línea de pecas, apenas visibles, a su alrededor; su cabello era negro como el azabache, había cambiado su peinado y removido las ridículas flores que horas antes usaba; su figura era esbelta, era más alta que su hermana, y aún así, él le llevaba poco más de una cabeza; Robert jamás la habría reconocido a no ser por sus hermosos ojos que eran de un verde esmeralda y pestañas tupidas, en cuanto los vió reconoció los mismos ojos chispeantes de la mujer que lo había golpeado, lo cual bastaba para romper el encanto que tenía frente a él.

Ambos jóvenes estaban contrariados por el cambio de eventos en tan corto lapso de tiempo, aún así, sus impresiones no cambiaban; en otra situación se habrían sentido atraídos el uno por el otro, pero debido a los acontecimientos de la noche habían llegado a conocerse en un nivel poco alentador. El permanecer en silencio por tanto tiempo no les era de ayuda. Lía quería decirle tantas cosas y aún así sólo podía lanzarle miradas furiosas, él por su lado también tenían sentimientos encontrados, pero decidió romper el silencio.

—Honorable Lía Lowell ¿eh?...Luce algo diferente a hace un rato, supongo que mi hermana tuvo algo que ver con el cambio, ella tiene un talento para arreglar causas perdidas...

—¿Es eso una ofensa o un halago?— la joven levantó su ceja, intentando descifrar la intención del comentario.

—Créame, no es ni la una ni la otra.

Decepcionada de la vaga respuesta del joven, y como sabía que éste nunca admitiría su error frente a ella, intentó pensar en una forma de irritarle.

—Querrá saber que recibí su nota- empezó, intentando llamar la atención del joven, si él no tenía intencion de arreglar las cosas ella tampoco lo haría, aún no lograba superar lo bajo que había caído con esa infantil acción- espero que también le haya dado tiempo de buscar el significado de la palabra caballero.

Robert no respondió de inmediato, pero Lía pudo ver de reojo como la mandíbula del hombre tensaba. Sintió como la mano éste se sujetaba más a su espalda y la giraba con más fuerza apartándose un poco hasta mirarla de frente.

El disfraz de una dama ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora