De nada valía negarlo. No era como si estuviera haciendo un gran esfuerzo por ocultar sus sentimientos de los demás, pero tampoco se había dado cuenta que su comportamiento estaba mostrándose tan obvio.
- Sí. Me he enamorado de ella…
Un silencio incómodo se apoderó de la sala, era fácil escuchar los ruidos nocturnos de la naturaleza que rodeaba los muros, fue el señor Ringham quien decidió hablar primero.
- ¿Estás seguro de que es amor?- preguntó el señor aún más preocupado que antes- sin duda alguna Lía es una mujer hermosa, es fácil para un hombre cegar su juicio debido a tanta belleza junta, pero…
- Creo que todos en esta casa hemos aprendido que Lía es más que una cara bonita...- replicó un tanto molesto por el comentario- tal vez no sea un experto en los temas de amor, incluso me tomó un tiempo comprender mis sentimientos, pero puedo decir sin duda de que estoy enamorado de ella.
- ¿¡Pero desde cuándo!? - habló por fin Kate, con una cara un poco más consternada que la del padre- ¡Creí que la odiabas!
-¿Odiar? Querida, ¿no crees que son palabras muy duras?- intervino el señor, intentando llamar a la calma- no voy a defender lo indefendible, he de aceptar que sí noté una actitud fría hacia ella, Robert, pero nunca pensé que la odiaras.
- Creo que yo prefería pensar que la odiaba… aunque creo que papá tiene razón y en realidad nunca lo hice- se justificó y, mirando a su hermana añadió- aunque no sé cuando pasó, tal vez desde el día en que nos conocimos o fue el resultado de las muchas vivencias que hemos compartido, cuando me di cuenta ya estaba completamente perdido...Padre e hija se miraron preocupados, o tal vez, pensó Robert, intentaban coincidir si debían o no creerle sobre su confesión. Cuando por fin volvieron a ver nuevamente al joven intentaron sonreír con ternura y, para sorpresa de Robert, Kate le abrazó afectuosamente.
- Hijo, la decisión que has tomado va a traer consecuencias- comenzó a decir el padre- Dios sabe que quiero a esa niña como si fuera de la familia y el verlos a ustedes unidos sería una gran alegría, pero debes recordar los compromisos que ella acarrea al ser hija del Barón Vieuxford, sin mencionar los propósitos que tiene su padre para ella…
- Vas a convencerla, ¿verdad, Robert?- suplicó Kate con lágrimas en sus ojos- no permitas que Lía se case con ese Conde, ella jamás será feliz así…
- Kate, no es tan sencillo como que Lía se enamore de Robert, y lo sabes- ambos hermanos voltearon sus miradas hacia el padre, en busca de su sabiduría y guía- Lía es nuesta invitada y, Robert y yo, debemos velar por su bienestar, mientras Lía esté en ésta casa Robert no puede cortejarla, además él debe de contar con la aprobación del padre de Lía.
- Él nunca me dará su aprobación.- nunca antes esa afirmación lo había afectado tanto como en ese momento, sabía que el padre de ella se iba a negar a un compromiso pero en el fondo guardaba la esperanza de que él se ablandara por el bien de su hija.- Nunca podré estar con ella, ¿cierto?, si ni siquiera puedo cortejarla...
-Robert… una mujer no necesita ser cortejada para enamorarse de un hombre, sé que el padre de Lía se opondrá a su relación, pero si ambos se aman, si Lía se enamora… ella, tal vez, tenga las agallas de enfrentar a su padre. Al menos eso es lo que lady Higgins y Ben esperan.La familia continuó con su plática varios minutos más, era un difícil camino el que Robert tenía por delante, no solo debía luchar por ganar el corazón de Lía, sino también enfrentarse al padre de ésta, y también estaba el Conde… Sin embargo su familia le brindó su apoyo incondicional, y estarían a su lado sin importar el resultado.
Empezaba plantearse si debía desistir, todo lo llevaba a la conclusión de que estaba comenzando a pelear una lucha perdida, tal vez debía olvidar sus sentimientos y seguir con su vida, su trabajo, aunque Lía valía la lucha, imaginar su vida sin ella ahora parecía gris.
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El disfraz de una dama ©
Historical FictionA sus veinte años, Lía es una joven sin ninguna aspiración romántica; juró jamás entregar su corazón a sabiendas de que nunca podrá casarse por amor, por lo que espera con anhelo que su juventud pase para poder abandonar los salones de Londres cada...