Capítulo 26

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Amable, educado, inteligente, caballeroso, perseverante y gentil eran algunas de las cualidades que poseía el señor Bradley, sus facciones agradables atraían a las damas, pero era su personalidad el mayor atractivo que poseía, sin duda alguna era una compañía agradable; su encanto innato cautivaba a todos y su naturaleza humilde lo convertían en una persona fácil de querer. Esas fueron las percepciones de Robert al conocer finalmente al hombre por el que su hermana suspiraba.

- Espero que la cena haya sido de su agrado- dijo Robert ofreciéndole una copa de brandy, era la primera oportunidad que tenía de hablar a solas con el invitado.
- Todo ha sido maravilloso, señor Ringh...
- Llámeme Robert- le interrumpió- después de todo somos de la misma edad y mi padre aún vive, así que los honoríficos están de sobrando, además usted es un buen amigo de la familia.
- Gracias, Robert; y por favor, llámeme Marcus- respondió entusiasta- he escuchado hablar tanto de usted que siento que lo conozco de hace mucho, es un verdadero placer poder conocerlo en persona.
- Lo mismo digo- dijo sonriente- ha causado usted una impresión muy positiva en mi familia, desde que lo conocieron en Londres no han dejado de hablar de usted.
- El señor Ringham y la señorita Kathryne son demasiado gentiles conmigo, al igual que lady Higgins y la señorita Lowell; la verdad, no pude encontrar mejores amigos, me siento honrado de tener su estima y confianza.

Sus palabras transmitían sinceridad y cariño. No fue difícil comprender por qué todos en aquella casa estaban tan felices de su llegada; tampoco fue difícil comprender por qué su hermana sentía tanta inclinación por el joven, y al verlos juntos por fin pudo comprender a lo que se refería Lía y una punzada de celos lo sacudió.

Luego de que los caballeros compartieran un momento a solas después de la cena, se volvieron a reunir con las damas para cerrar la noche con algo de música. El señor Bradley se retiró después de las diez, prometiendo regresar al día siguiente en la mañana; como no había querido incomodar a la familia había insistido en quedarse en una posada a sólo unas pocas millas de distancia, esta fue una clara señal para Lía de que el joven deseaba cortejar a su amiga y la promesa de visitarlos todos los días le confirmaba sus sospechas.

- ¿Qué crees que haya pensado de mí?- preguntó Kate tímidamente mientras Lía cepillaba su cabello, esa noche habían despachado a sus doncellas para poder cotillear sobre las novedades del día- ¿En verdad crees de que le guste al señor Bradley?
- ¡Por su puesto que sí! - exclamó casi amonestadoramente, la modestia de su amiga a veces rayaba los límites- ¡el hombre ha de pensar que eres un ángel! Esta noche casi se ha desmayado al verte, admito no ser una experta en temas del corazón, pero puedo notar cuando un hombre mira a una mujer con anhelo.
- ¿Y que piensas de Robert?
- ¿Q-Qué pienso de qué?- preguntó a la defensiva, y comenzó a sentir su rostro arder, no esperaba una pregunta sobre él.
- ¿Crees que le agradara el señor Bradley? Tengo miedo de que no vayan a llevarse bien, sabes como me importa la opinión de mi hermano.

Por un momento sintió un alivio inmenso, no comprendía porqué había reaccionado de esa manera, sin embargo, desde la partida del joven se había sentido extraña al pensar en él, quizá había habitado en sus pensamientos más de lo necesario y ahora que había regresado se sentía algo tímida en su presencia.

- ¡Oh! No te preocupes por eso- respondió intentando ocultar la confusión inicial- por lo que pude notar se llevan bastante bien, ya sabes que Robert no es bueno ocultando su desagrado por alguien, así que no deberías preocuparte por ello.

Las amigas rieron ante la insinuación y luego de unos minutos decidieron irse a la cama; de camino a su habitación, Lía notó la luz salir de la biblioteca así que decidió tomar la oportunidad, entró a su cuarto y sacando el saco de Robert de su baúl se dirigió a la biblioteca, ahí encontró al joven sentado en el escritorio con una copa de brandy en la mano y la botella al lado.

El disfraz de una dama ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora