Cinco días apenas fueron suficientes para realizar todos los preparativos para la llegada del señor Bradley, no había habido tanto alboroto en Willow Hall desde hacía años, cuando la señora de la casa organizaba cenas con sus amigos y familiares; cada pequeño detalle fue cubierto por las jóvenes, desde el menú para la cena hasta la decoración; una docena de floreros estaba distribuida por toda la casa y el delicioso aroma floral invadía el lugar, todas las habitaciones fueron aireadas y aunque Lía creía que los pisos de la casa no podían brillar más de lo habitual se sorprendió al verse reflejada como en un espejo, al parecer la servidumbre también quería dar una buena impresión al invitado.
Lía no se sintió en posición como para comprarse un vestido nuevo, después de todo, ella no iba a ser cortejada, pero sí se arregló lo suficientemente guapa como para recibir elogios de los caballeros; en cuanto Fanny terminó de peinarla, con un moño alto y bucles que caían agraciadamente por su rostro, se apresuró a ir a la habitación de su amiga para ayudarla con los toques finales, ese día Kate era la que debía brillar.
- ¿No crees que es demasiado?- preguntó Kate al verse en el espejo con su peinado alto adornado con una diadema de perlas y un, sencillo pero elegante, vestido color celeste, obviamente el nuevo atuendo sería para la cena, pero aún así lucía demasiado arreglada para esas horas del día- ¿qué pensará Robert cuando me vea así?
- Querida, ¿debo recordarte que no te vestiste así para recibir a tu hermano?- respondió Lía mientras pellizcaba las mejillas de su amiga para darles color.
- Pero le extrañará el verme así y en cuanto se entere de mis motivos ocultos seguro pensará que su hermana es una coqueta…
- Te preocupas de más, Kate, la pregunta que deberías estarte preguntando es: ¿qué reacción tendrá el señor Bradley cuando me vea? y yo te diré: caerá rendido a tus pies.La joven se sonrojó tras la afirmación de Lía y rió tímidamente, aunque pensó que su hermano tendría la misma reacción cuando viera a su amiga que, a pesar de que no se hubiera arreglado demasiado lucía despampanante.
***
Al ser las once de la mañana se escucharon los casquillos de caballos y las ruedas de un carruaje, los Ringham se pusieron de pie al instante y corrieron hacia la puerta principal; Lía, por el contrario, se quedó congelada en su asiento con un nudo en el estómago, poco a poco se incorporó hasta llegar a la puerta principal, al ver a Robert bajando, sano y salvo, del carruaje suspiró aliviada y se acercó a la familia para recibir al joven.
Al ver a su hermano, Kathryne corrió a sus brazos y el joven la abrazó dando un giro sobre sus talones, Lía pensó en lo fuerte y varonil que lucía, aunque no pasó desapercibido el hecho de que el joven trastabilló al poner a su hermana en el suelo.
-Veo que me has extrañado, hermanita- dijo sonriente a Kate- y creo que yo también lo he hecho, porque me parece que hoy luces aún más hermosa que cuando me fui.
-¡Hijo mío!- exclamó el señor Ringham mientras abrazaba a su primogénito y le daba golpesitos en la espalda- hoy tendremos a un invitado especial, no tardará en llegar.
-Eso explica porque ambas damas lucen tan hermosas el día de hoy- respondió mirando a su hermana y después a Lía; sólo Dios sabía cuanto hubiera dado por correr hacia la dama y abrazarla con fuerza-debí de haber supuesto que no se arreglarían así para mí.Lía creyó que Robert no se había percatado de su presencia, pero al escuchar el cumplido y al ver la mirada que le dirigió el joven sintió como los colores se le subían al rostro, tímidamente hizo una reverencia y éste le respondió de igual manera, aunque en ningún momento despegó la mirada de sus ojos, pronto se sintió completamente cohibida, ¿desde cuando Robert le provocaba esas sensaciones?
-Aunque debo corregirle, padre-continuó el joven- pues son dos los invitados que recibirá el día de hoy.
La puerta del carruaje se abrió, y Robert fue a ayudar a la dama que en esos momentos se bajaba del vehículo. El corazón de Lía dio un vuelco.
-¡Lady Higgins!-exclamó incrédula y corrió a recibir a la mujer con un fuerte abrazo, esa última semana no había recido noticias de la señora y su llegada era una verdadera y grata sorpresa, no sabía cuánto la extrañaba hasta que la vió- ¡¿porqué no me dijo que llegaría hoy?!
- Bueno querida, quería darte una sorpresa- respondió besando las mejillas de Lía- Y el joven Ringham muy amablemente me ayudó a cumplir con mi cometido.
La sonrisa cómplice que se dirigieron el joven y la señora no fue percibida por Lía, ya estaba demasiado feliz de tener a la señora en frente, aunque camino a la casa sí que noto la extraña forma de andar del joven.
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El disfraz de una dama ©
Historical FictionA sus veinte años, Lía es una joven sin ninguna aspiración romántica; juró jamás entregar su corazón a sabiendas de que nunca podrá casarse por amor, por lo que espera con anhelo que su juventud pase para poder abandonar los salones de Londres cada...