Catorce.

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Ella.

Siempre es bueno tener con quien hablar por mensajes. Sin embargo, cuando Juan no está, ya que tiene una cita médica (nunca he entendido por qué va en las noches cuando tiene la tarde libre), las opciones son algo limitadas... dos, en específico. Una sería mi mejor amiga, que hace todo menos hablar de las cosas que son realmente importantes (como porqué la literatura es tan diversa y los análisis de las novelas que leemos a veces. Justo ahora necesito hablar con alguien con quien mantener una conversación que no involucre artistas y sé que hoy está viendo una tanda de videos de artistas que le mostré hace poco y no quiero interrumpir). Con ella no puedo hablar en estos momentos. La otra sería mi prima, pero ella está en una fiesta justo ahora. Hay una tercera opción, el cual es Shin, pero no quiero molestarlo mientras, seguro, escribe una de sus muchas historias. Me gustaría escuchar acerca de sus personajes, de hecho, pero creo que mi interrupción lo va a molestar bastante. Entonces no me queda nadie, así que decido darme una vuelta por la barriada. Quizá use el carro para ir al centro comercial... Sí, mejor hago eso.

En la radio suena alguna canción que no me gusta, así que enlazo, por Bluetooth, mi teléfono. Mayday Parade suena en el aleatorio con "I'd Hate To Be You When People Find Out What This Song Is About". Interesante título. El aleatorio se encarga de poner canciones de bandas como My Chemical Romance y Panic! At The Disco. De esa forma, ir al centro comercial se vuelve ameno.
Las tiendas tienen el mismo tipo de ropa que nome gusta en todo el primer piso. Busco con la vista las escaleras y subo sin prisa. Mi reloj de pulso dice que son las 19h. El segundo piso tiene una joyería a la que me gusta ir (justo diagonal hay un supermercado en el que compro mis cuadernos y mis bolígrafos), pero no hay nada nuevo. La zapatería está llena y los almacenes de vestidos están abarrotados. Las graduaciones se acercan, cada día, más que nunca, y las personas que no han terminado de comprar sus vestuarios aprovechan que los almacenes están cerrando mas tarde porque es fin de año (o, tal vez, los almacenes aprovechan que las graduaciones vienen).

Dongsaeng*! ¡Amanda!—escucho una voz decir desde atrás. Sonrío.

—¡Shin oppa!—respondo, volteándome a saludarlo—Shin, ¿qué haces aquí a esta hora?

—Podría preguntar lo mismo, Amanda. Pero te responderé primero. No podía seguir con mi historia, así que vine por inspiración.

—¿Al centro comercial?—asiente—¿De qué se trata tu novela, para que tengas que venir acá a buscar inspiración? No suelo verte afuera de tu casa o del café.

—¿Quieres que te diga?—asiento y lo miro, expectante—Bueno, supongo que somos bastante amigos como para que te lo diga, ¿no? Sí, creo que...

—¡Sólo dime!—me mira por lo que parecen un par de minutos, pero sólo han pasado unos segundos. Se inclina hacia el frente, frunce el ceño y, cuando su cara está al nivel de la mía, me pellizca una mejilla.

—No interrumpas a tu oppa—sonríe. No le gusta llamarse a sí mismo de esa manera porque considera que es tonto, pero lo hace para seguirme el juego—. La historia trata de una chica y un chico que se conocen de la infancia, dejaron de verse y volvieron a encontrarse, ¿bien? Y ellos se mandan mensajes de vez en cuando, cuando necesitan que alguien los escuche...

—¿Como tú y yo?—le interrumpo. Porque a él lo conozco desde pequeña. Antes de irme de la primaria en la que estaba, era muy amiga de Shin. Claro que al año siguiente me cambiaron de la primaria en a la que me había ido, donde conocí a Juan. Tenía unos ocho años cuando vi por primera vez a Jota.

Mis Cartas por MensajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora