Dieciséis.

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Ella.

Los niños amaban nuestras obras de teatro, pero este año íbamos a tener un show de talentos. Así que, al segundo día de la semana especial del colegio, el gimnasio estaba a tope, con invitados de otras escuelas y todo. Yo me iba a presentar como cantante de una banda que habíamos formado en tercero de secundaria, cuando quería ser cantante. Juan expondría su pintura rápida con tiza y óleo. Algunas escuelas venían con bailarines y cantantes, y otras pocas con comediantes y magos, también. Mi mejor amiga me está ayudando a organizar los bastidores, así que se va hacia atrás del escenario.

(Jota)
¿Estás lista para presentar? Me gusta la ropa que llevabas en la mañana.
8:30.

A mí no. Me voy a cambiar toda de negro. Ya sabes, mi cabello suelto como siempre, el suéter ancho manga tres cuartos, los jeggins negros y las botas que todos aman porque todos dicen que son más punk que mi existencia. Y, bueno, ya casi me termino de alistar.
8:30.

(Jota)
¿Por qué negro? Eres una chica, no deberías usar tanto negro. Usa otros colores, van a pensar que eres gótica o algo así.
8:31.

¿Dónde quedó la libertad? Siempre me has visto vestir de colores neutros, colores oscuros o totalmente de negro. No veo por qué tengo que cambiar eso. Esto es la vida normal, no una empresa. Eres mi novio, no mi jefe.
Y, si necesitas una respuesta coherente con respecto a tu punto de vista, me visto de negro porque canto punk-rock, punk-pop, rock y pop.
8:31.

(Jota)
No descargues tu estrés en mí, que yo no tengo la culpa de nada. Ubícate. Como sea. Ya estoy trayendo tizas y pintura. ¿Necesitas algo de la tienda?
8:31.

No, gracias, Jota.
8:31.

Cambiarme no demoró más de dos minutos. Sin embargo, no llegaban mensajes de Juan.

(Jota)
De acuerdo. Hey, ¿has visto a la buenaza de la Sra. Matilde? Necesito que me haga un favor.
8:35.

Uhm, salió hace un rato. Creo que a la tienda. Quizá te la encuentres.
8:35.

(Jota)
¿Ah, sí? Bueno, eso. Hasta luego.
8:37.

Hasta luego.
8:38. (Leído)

Pero no importa que no me haya contestado, porque justo está llegando la escuela de Shin, con mi mejor amigo de toda la vida, y cuatro muchachos más vestidos del mismo estilo y cantando una canción de K-pop. Y, aún cuando sonrío al verlo (¡caramba, lo voy a poder ver bailar!), no sonrío tanto como cuando lo veo correr con sus amigos hacia donde estoy yo para saludarme.

~

Él.

La chica detrás de la puerta me sonríe y me habla con amabilidad, como siempre lo hace. Mientras un niño le pide a su compañera el par de tazos que podía reclamar, yo sólo le doy el dinero para pagar.

—Te veo después—digo, mientras salgo.

—Supongo que eso espero—escucho, mientras atiende a alguien más.

~

Ella.

—Entonces, pequeña Dongsaeng, ¿crees que va a salir bien en el escenario?—Shin no se deja esperar cuando se trata de bailar algo que le gusta (de hecho, sólo sabe bailar canciones de K-pop, aunque son más difíciles que cualquier género que conozco), y, definitivamente, no espera un no por respuesta.

Mis Cartas por MensajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora