Dieciocho.

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Juan

En mis sueños, ella ríe como nunca.
En la realidad, me mira como siempre.

~

Ella.

Había tenido una pesadilla, y por eso desperté, quizá; pero no puedo recordar lo que pasaba, más allá de la interminable sensación y la terrible impresión de haber pasado por una tristeza extrema. Reviso el celular: me despierta, junto con esa pesadilla, un mensaje de Raven, una compañera del salón:

(Raven)
Amanda, ¿vienes al colegio hoy? Tu querido Juan nos dijo que le habías dicho que vienes, pero no te veo.
6:20.

No le he dicho nada a Juan. A decir verdad, no le he hablado desde ayer en la mañana.
Y, no, no voy. La doctora me dijo que me tomara la semana. Cualquier duda o inconveniente acerca de las actividades de la semana, puedes mandarme un mensaje.
6:22.

(Raven)
¿Ah, sí? Bueno, de todas formas no tenemos más nada que hacer en la semana, el comité de organización está terminando gracias a ti, que lo hiciste casi todo sola, así que mejor descansas un poco, ¿sí? Pásala bien. Ah, y, de paso, mándale saludos a tu amigo coreano que vino a la presentación de talentos y felicítalo de nuestra parte por el primer lugar en baile.
6:25.

(Raven)
Hasta luego.
6:25.

Gracias, Raven. Claro, yo le digo a Shin. Hasta luego.
6:26.

.

Juan, buenos días. Estoy bien.
6:26. (Leído)

Y, aún cuando espero por un buen par de minutos, Juan no me responde el mensaje que le mandé. Sólo había una forma de saber la verdad detrás de su extraño comportamiento de estas ultimas veces, pero ya me encargaré de eso mañana. Hoy tengo que revisar, por última vez, las cartas de aceptación de las universidades a las que quería ir y, más tarde, buscar a Shin en la cafetería de mi tío para lo que me tiene que decir

~

Shin

     —"Acaricio su cabellera mientras ella duerme. Jamás he sentido la ternura de querer a una persona de una forma tan inocente. Estábamos ahí y yo sólo quería que no sufriera. Al menos, ella duerme soñando. Ahí se ve capaz de devolverme lo mucho que la quiero; sin embargo, acá, en la realidad, sólo es capaz de ser mi amiga"—miro a mi mamá, que mantiene la cara seria—. ¿Le gusta?—ella asiente.

—Muy bonito. ¿Es para tu última novela? Parece ser un poco, ¿cómo se dice? ¿Viejo?—a mamá le gusta hablar en español, de cuando en cuando, para practicar lo que la señora Pití le enseñó cuando estuvimos, antes, en Panamá, y ahora que regresamos.

—¿Anticuado?—digo, sonriente. A mamá nunca le ha gustado que mis historias no sean de "entendimiento simple", como ella dice.

—Exacto. Anticuado. ¿A las jóvenes de tu edad les gustaría saber que piensas de una manera tan rara? Porque toma en cuenta que las chicas, por moda, son las que van a querer leerlo si alguna vez lo publicas.

—¿De cuando acá me ha interesado eso, madre? Y no es para mi novela. Son cosas que escribo porque sí, ya le cambié un poco el asunto a la novela y tiene que ver con un amor que se reencuentra pero no de la forma en la que lo había escrito antes. Ya sabes, antes parecía que estuviera relatando exactamente lo que veía y carecía de originalidad.

—De acuerdo, pero... ¿Ves? "Madre". ¿No puedes ser menos respetuoso? Quizá no "menos respetuoso", pero "menos formal". Hablas medio raro. Puede que en coreano suene respetuoso ser formal, pero la mamá de Amanda sugiere que no hablemos así.

Mis Cartas por MensajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora