Veintinueve.

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Él.

Lo peor de los viernes: el hecho de que justo antes de la clase de escritura creativa, tengo que escuchar al profesor de inglés quejarse de los extranjeros. Lo mejor de los viernes: las clases de escritura creativa que Amanda y yo tomamos juntos.
La asignación del mes pasado la estamos entregando hoy y, ahora que hemos salido de la clase, me doy cuenta de lo poco que Amanda y yo salimos en comparación a los demás. Los otros salen de fiesta de cuando en cuando, o todos los fines de semana, pero mi pequeña Flor de Loto y yo hablamos con nuestros amigos por las redes sociales y salimos al centro comercial. De repente, me da por sonreír. No sé si somos aburridos o si pasamos bien el rato los dos solos. Unas compañeras de mi mejor amiga le sugieren ir a un club nocturno más tarde, pero Amanda dice que tiene mucho sueño, así que toma mi brazo y camina conmigo. Puedo ver los árboles cobrar vida y las personas caminar con sonrisas en la cara: unas chicas, a la distancia, hablan del concierto que hará una banda británica la próxima semana. Puedo escucharlas porque esta parte de Liverpool está silenciosa. Más cerca, unos ancianos salen de una farmacia y se toman de las manos para cruzar la calle. De repente, cuando vuelvo a ver la cara de Am, tiene cara de lo que parece ser dolor, por lo que me animo a tomar su bolso, pero ella se aferra a él.

—¿No quieres que te cargue el bolso?—niega.

—Lo que quiero es comer. Me muero de hambre—asiento—¿Vamos directo a casa de tu tía?

—No, no va a estar ahí. Hoy tiene que llevar a Haneul a una cita médica con su ex esposo. Hay que comer afuera. Me hubieras dicho que tenías mucha hambre, podías esperar a que te pasara a buscar en la puerta de la universidad.

—Ah, por eso te dio el carro hoy. Y no importa mucho, igual no quería ver cómoda gente me preguntaba si quería salir. Sabes que me cuesta decir que no. ¿Y qué vamos a comer, yo...

—¡Eh! No, yo invito. Que para eso estoy yo.

—No tiene ningún sentido, pero está bien. Hoy pagas tú, Oppa.

—¡Y DALE CON LLAMARME ASÍ!, tienes que parar. Tienes que entender, es "cringy", no lo hagas.

—¿Y qué, si lo es? Es divertido.

—Como sea. Pero, oye, debes estar cansada—afirmo. Porque es obvio.

—¿Por qué lo dices?

—Aceptaste que invitara la comida. Así que algo me dice que te sientes muy mal o que estás MUY cansada.

—Me siento mal porque estoy muy cansada—hemos caminado hasta los estacionamientos y, cuando llegamos al auto, Amanda se tira en el asiento de copiloto—¿Qué vamos a comer?

—¿Te parece en algún restaurante en el que vendan mariscos?

—Estoy totalmente de acuerdo. Necesito una ensalada de camarones y una limonada urgentemente.

Amanda tiene los ojos cerrados mientras murmura las letras de las canciones que pasan en la radio. Como es una emisora en la que sólo ponen artistas británicos, Amanda se sabe todas las canciones y yo sigo las que me sé. Me cuesta encontrar un estacionamiento fácilmente pero termino estacionado, después de dar tres vueltas y gracias a mi buena suerte, casi frente a la puerta del restaurante. Salimos del auto y nos adentramos en el restaurante, donde el ambiente es caribeño y nos sentimos un poco más alegres. Entonces, mi Flor de Loto me cuenta lo que ocurre.

~~~

Ella.

Amaría decir que solamente es la universidad, pero Juan ha estado tratando de contactarme por todas las redes sociales habidas y por haber. Lo he bloqueado, le he dicho que me deje en paz..., pero sigue. Así que le comenté a tío Tomás y le estoy comentando esto a Shinwoo en este instante. Él asiente y me escucha con paciencia y tranquilidad mientras le explico que me ha mandado mensajes directos por Twitter e Instagram y, como hace poco no he tenido tiempo de revisar mis redes sociales como quisiera, me encuentro con más de cuarenta mensajes entre las dos plataformas. Cuando termino de decirle a mi mejor amigo lo cansada que estoy, sus ojos me enternecen y me traen paz y tranquilidad.

Mis Cartas por MensajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora