Veinticinco.

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Él.

Mi casa es muy aburrida cuando no hay gente, pero hoy tengo más invitados de los imaginables para una fiesta. Mientras los chicos mueven las piezas para armar el escenario, me obligan a quedarme en la sala o en el cuarto porque no debo "mover un solo músculo desde lo que pasó con ese imbécil". No podría estar más de acuerdo, pero me siento inútil aunque la "fiesta" sea para mí.
Los padres de Amanda están con mi mamá comprando un par de cosas mientras mi papá está preparando algunos platillos coreanos que aprendió de mi abuelo (cabe destacar que ese hombre era un cocinero ejemplar). De fondo hay alguna canción de una banda de pop-rock panameña que no conozco porque casi no escucho canciones en español. A pesar de eso, no me siento incómodo. Es entonces cuando aparecen Am y su amiga de la escuela, la cual me ha pedido que la llame por la inicial de su primer nombre porque parece más rudo que el mismo nombre.

—Hola, Amada. K, ¿cómo estás?—la morocha me sonríe y asiente, respondiendo mi pregunta de esa manera.

—Eh, Shin Oppa. ¿A qué hora vienen los otros invitados?—miro mi reloj de pulso ante la pregunta de mi mejor amiga.

—Como en dos horas. ¿Por qué?

—Amanda quería saber quiénes vienen, porque yo soy quien se encargó de la lista de nuestra escuela—K responde y mira a mi flor de Loto—Lo creas o no, mucha gente se sorprendió al ver la dirección porque, aunque tú nunca haces nada, no es tu casa.

—Cómo no sorprenderse. Aunque tienes razón en lo de que nunca hago nada en mi casa. Ni tú la has tocado—K bufa.

—¿No has ido nunca a su casa?—me sorprendo.

—No... Espera, niño Asia. ¿Tú sí?—río por el sobrenombre y asiento—Esto es una infamia. ¡Amanda!

—¿Qué? Alguien tenía que traerme a casa el día en el que me caí por educación física—y, aunque sé que no fue por aquella razón mi entrada a su casa, asiento; y K parece satisfecha.

—Bueno, equis. Niño Asia, ella no me quiere decir a qué universidad se va. ¿Tú sabes?—"niño Asia, niño Asia"—ella no para. Niego y bufa—Algo aquí me sabe mal. ¿Cómo es que de repente dices que te vas a cambiar de universidad? Estaba segura que ibas a Boston.

Boston. Amanda iba a Boston, y no irá debido a las circunstancias.

—Quise ir, pero... bueno, la razón por la que iba cambió y decidí ir adonde puedo hacer lo que quiero con un nivel de dificultad más grande.

—Esto es por Juan. Estúpido desgraciado. Su existencia le traerá mal karma a su familia por el resto de sus vidas—río, porque sé que lo dijo porque soy coreano. Damos la impresión de ser la clase de gente que te juzga por tu familia.

—¿Quién es ese tipo, después de todo?—Jong Hyung* aparece de repente, asustando a Amanda—Lo siento, Amanda Hoobae.

—No hay problema. Y es mi ex— mi Hyung lanza un grito ahogado.

—¿Ex novio?—Jong me mira, nunca hablamos de ella, pero él asegura que Amanda me gusta. Además, juraba que era la clase de chica que no querría salir con alguien—Pensé que estabas soltera.

—Oh, no. Salimos por unos meses, hasta que golpeó a Shin. Ya tenía la sospecha de que me estaba engañando, pero lo comprobé ese día y, ay, Shin, por mi culpa...—se dirige a mí y toca mi costado por accidente, que aún molesta un poco. Salto de sorpresa, porque tiene la mano fría y se siente a través de la tela. Ríe bajito—Lo siento, ¿aún duele?

Mis Cartas por MensajesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora