IV - Dí sí a nuevas aventuras

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-¡Arriba, arriba! ¡Soraya! Despierta bella durmiente, no viniste a este lugar para estar en los brazos de Morfeo. –ahora, con mis párpados aun cerrados, puse los ojos en blanco para mi mejor amiga.

La carpa empezó a zarandearse, sentí a Ella quejarse a mi lado y en cuanto se apartó de mi cuerpo, el sudor que me estaba bañando fue lo que me decidió a abrir los ojos. La sombra de Amaya aún se divisaba a través de la carpa. Me incorporé y noté que estábamos solo Ella y yo, el lugar que ocupó Owen estaba siendo invadido por su hermana.

-¡Soraya! –el grito de Amaya me hizo ir a abrir rápidamente el camping. Mi amiga levantó lo que sería la puerta y luego llevó sus manos a su cintura. –Despabila mujer, en veinte minutos empieza la verdadera aventura.

-¿Qué hora es? –pregunté cubriendo mi rostro de la iluminación solar que ingresaba.

-Casi las nueve.

-Ya voy. –suelto un bostezo.

Amaya desaparece de mi campo visual y empiezo a despertar a mi prima a la vez que me pregunto cómo y dónde centellas iré a lavarme la cara y los dientes. Por suerte tenía conmigo mi mochilita y dentro tenía mi peine para arreglar el cabello castaño-rubio que estaba un poco hinchado al parecer.

El agua del arroyo.–culpé mentalmente.

Allí afuera me encontré nuevamente con demasiadas personas a mí alrededor pero también con toilettes. Amaya me ofreció una botella de un litro con agua, me dijo que lo usara para lavarme la cara y los dientes.

Caminé con mi mochila hasta los baños portátiles, me aseé más de lo necesario antes de juntarme con el resto de mi tripulación. Cuando dieron las nueve en punto, una alarma sonó por todo el predio y luego alguien hablaba por altavoces a unos cuantos metros de donde estábamos, la gente comenzaba a formar un circulo grande alrededor de lo que llamaría líderes o guías debido a que tenían camisetas iguales de color verde pasto con letras blancas que se leían el nombre de la reserva.

Había dormido apenas hora y media, los ojos me pesaban y tenía bastante hambre. Colocándome lentes para el sol y seguidamente esparciendo crema protectora contra rayos UV a toda mi piel expuesta, caminaba siguiendo a mi tribu en intento de unirnos a la ronda.

-¿Dormiste bien, princesa? –Hunter me da un toque en el hombro derecho para colocarse a mi lado izquierdo.

Graciosísimo.

-Por supuesto. Si dormir fuera cerrar los ojos una hora. –suelto con sarcasmo a la par que le hecho una mirada de reojo. Una sonrisa divertida se asoma en sus labios y sonrío volviendo mi vista al frente.

Nos quedamos detrás de las personas que ya estaban en la ronda, sin embargo aún podía escuchar al líder de todo esto hablando, dando consejos sobre mantener limpio el lugar, cuidarse de los insectos y no alimentar a los animales que vemos por allí. Menciona sobre las actividades, dando indicaciones para ir hacia los diferentes puestos como el de la tirolesa, rapel y el de la escalinata, todas hasta cierta hora que da como finalizada a las cuatro de la tarde solo para luego continuar con el concierto durante la noche.

Me di cuenta que en el lugar no habían niños menores, me refiero a que lo menor de todo el cerro serían como de 13 años aproximadamente. Mi grupo decidió ir primero por la tirolesa, así que los seguí sin contradicciones, al parecer la "escalinata" ya la habíamos hecho anoche en nuestro pequeño escape luego de cenar.

Aun no sabía muy bien que era eso de rapel, pero supongo que lo averiguaría después.

La fila para la tirolesa era inmensa, ya estaba pensando en que podría echarme una siestita mientras llegara nuestro turno por lo que me tomé asiento en el pasto, justo detrás de Joel y Sandra, quienes me estaban dando sombra y se giraron a verme, confundidos.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora