Apenas estábamos entrando a los aparcamientos de aviones que están cerca del aeropuerto –aeródromo, lo llamó Hunter- cuando ya sentía demasiada adrenalina en mis venas. Me encontraba fascinada por lo que veía, nunca estuve rodeada de tantos aviones juntos, además la emoción de saber que iba a saltar de uno era alucinante, obviamente tendríamos paracaídas pero igual resultaba algo aterrador. Nunca lo había pensado y mucho menos hacerlo pero no tenía más nada que hacer hoy, el primer día de un nuevo año.
Sí, se suponía que era feriado internacional pero no para Hunter Lombardo.
Estacionamos su Mercedes Benz cerca de otros tres autos muy llamativos y caminamos hasta atravesar un tinglado donde hay aviones pequeños aparcados, salimos hacia el otro lado del aeródromo.
Diviso unas cuantas personas bajo un árbol no muy lejos de donde estamos y nos encaminamos hasta allí. Elena y Kevin son a quienes reconozco, luego hay otros cinco hombres más. Se conocen entre ellos y vuelvo a ser la nueva del grupo. Ni siquiera Amaya o Elios están aquí.
Hay un montículo de lo que calculo es ropa y Hunter va a hacia allí, luego me hace una seña para que lo alcance.
–En cuanto vistas esto, te daremos las indicaciones, princesa. –me tiende un traje negro con detalles en rosa. Lo sostengo en mis manos y pesan un poco, dentro de la bolsa transparente también distingo sogas y prendedores, lo que supongo que también estaré, nuevamente, con arnés.Mientras entro dentro de lo que parecía un camisón, empiezo con mis dudas creciendo en la cabeza. Es mi primer salto, hay mucho viento y no me puedo imaginar la velocidad con la que caeré, no sé ni donde abrir el paracaídas, ¿y si el paracaídas no se abre?
Respiro intentando calmarme y hago contacto visual con Hunter, lleva la ropa ésta en negro con los detalles amarillos y solo tiene puesto hasta la cintura, dejando ver su remera blanca. Luce fabuloso y más cuando vuelve a sonreírme inmensamente, se acerca a mí sacándose los lentes de sol en camino.
-Calma, princesa. Haré que se abra el paracaídas. –dice dulcemente, frotando sus ambas manos por mi brazo una y otra vez. Ahora ya no sé si la emoción recorriendo mi cuerpo es por nuestra próxima actividad o porque me está tocando y mirando muy de cerca.
La luz del sol es infinita, no hay casi nubes y solo un árbol nos da algo de sombra. Me pierdo en los ojos chocolates del cazador, no sabía que unos ojos comunes podían ser tan bonitos. Él también me mira fijamente, empiezo a ver mi reflejo en su mirada y logro distinguir nuevamente ese tono naranja en ellos, como pequeñas motas pero un minúsculo movimiento de su mejilla me hace bajar la mirada. Tiene un hoyuelo pequeño en la mejilla izquierda.
Mi corazón parece estar contento por alguna razón.
-Bueno... –Elena nos interrumpe. Siento mi cara arder en cuanto pienso que me cachó viéndole, mejor dicho, comiéndole el rostro, a su hermano menor. No sería la primera vez, si es que nos ponemos a revisar las fotos de nuestra primera aventura hace unas semanas atrás. Me alejo un poco sin mirarla a la cara. –¿Ya le explicaste su salto tándem?
-¿Mi salto qué? –pregunto aturdida al segundo. Los hermanos ríen.
-Escucha, es tu primera vez, ¿no? –pregunta Elena y asiento, comenzando a ponerme algo nerviosa. –Para lanzarte sola deberías hacer como mínimo un curso de dos semanas pero me dijo Hunter que estabas en exámenes y no podrías asistir a algún curso...
Lanzo una mirada curiosa a Hunter, quien al verme se ve incómodo y se encoge de hombros. Hubiera sacado cualquier hora de estudio si me lo hubiese dicho solo para sentir esta emoción de cuando estoy junto a él. Otro 3 en calificación hubiese valido la pena.
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La estrella más brillante
RomanceSoraya Galler resultaba ser demasiado bondadosa para la humanidad incluso para su propio bien. Ella expiaba tanta luz y ternura que nunca había dicho malas palabras o había siquiera mentido a sus, sobreprotectores, padres. Hasta cierto día. Con una...