XIV - Alcohol, vomito, ¿beso?

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–Me invitaron a una fiesta. –cuento a mis padres mientras están acostados viendo televisión en su dormitorio.

Estaba muy emocionada por ir, debido a que Hunter me había enviado un mensaje, a las diez de la mañana, preguntándome si ya había vuelto del viaje, cómo la pasé y que tenía que hacer un espacio en mi agenda para él.

Con todo gusto, respondí.

"Pasé todo mi verano contigo" –le había enviados cambio a las dos de la tarde en cuanto tuve señal en el aeropuerto, al desembarcar.

"¿No quieres pasar más? Hoy hay fiesta, iremos por ti y por Amaya. Además mañana almuerzo en mi casa."

Lo último me emocionaba más que nada y me puse muy, muy nerviosa, sonriendo como estupida a mi teléfono.

Mis padres no dicen nada, por lo que sigo.

–Hunter y Elios vendrán a buscarnos, a parte de que mañana también tengo un almuerzo con ellos. –doy más detalles, hasta mi plan de mañana les cuento, aunque obviando alguna que otra cosa.

–¿No estas cansada? Acabamos de llegar de un viaje, cariño.–pregunta Noah Galler a la defensiva, ese tono me parecía a un "NO".

–Por favor, son vacaciones. –pedí con súplica.

Estaba realmente cansándome el actuar siempre de esta manera al querer pedirles su consentimiento para poder salir. Accedieron, sí, pero pasándose pelotas con mamá.

Sin embargo, algunas veces y ciertas personas tienen como un don cuando dudan en hacer o dar algo.

Mis padres, por ejemplo.

Porque la emoción con la que los esperábamos se tambaleó en cuanto Elios y Hunter llegaron a la casa de mi amiga. El auto ya olía bastante a alcohol y había una que otra botella de cervezas vacías en el suelo del asiento trasero, además de que tenían una botella de tequila en sus manos.

–Vaya, creo qué hay mucho que celebrar. –expresa con cinismo Amaya una vez que se sube al auto. Yo asiento a la vez que abro mi ventanilla.

–Disculpen, señoritas. Pero de verdad queríamos divertirnos un poco. –hago una mueca en cuanto Hunter no suena como Hunter. De todos modos le sonrío como puedo en cuanto se gira y me mira, sus ojos son oscuros y no estiran confianza pero de igual manera tomo su mano cuando me ofrece la suya.

El beso que deja en el dorso me llega hasta la pelvis, y agradezco la oscuridad del auto y de la noche.

–En realidad no estoy ebrio. –Elios aclara rápidamente. –Hunter es otra historia.

–Eso espero, cariño. –replica Amaya con fuerza. –¿Donde iremos?

–A la fiesta de Johnnie. –responde el rubio.

–Te digo que no quiero ir ahí. –habla Hunter.

–No puedes faltar, no podemos. –aclara su amigo.

–Siempre terminas haciendo lo que no quiero. –Hunter parece cabreado, otra vez, llevándome al recuerdo de nuestras primeras salidas, en específica a aquella vez en Kingfish.

Amaya se une a la bebida al tomar una botella de cerveza, compartimos una mientras Hunter bebe sólo en el asiento del copiloto, hablando de lo aburrido que presentía que sería la fiesta a donde iríamos porque habría bastante iluminación y era en un local abierto y poca gente.

De echo me gustó todo lo que a él parecía no gustarle, y en cuanto llegamos entendí a quien se referían al hablar de Johnnie. Era una fiesta de Johnnie Walker, el de la marca de bebidas y había tanta cómo poca gente que parecía muy exclusiva.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora