XIX - Tenemos que hablar. Parte 2

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Hunter

Me sentí abatido cuando oí a Elios y a su novia hablar de que Soraya no vendría, sabía que mi idea de ir a buscarla podría haber resultado mejor que dejar que ella viniera. Le di suficiente tiempo para que lo pensase y nada más tenía que ir a pedirle unas disculpas, ahora aquel 10% de probabilidad que no fuera mía, era un 100%.

Tomé asiento en una de las bancas del parque y observé a mi alrededor, era muy entrada la noche y de igual manera se encontraban muchas personas, niños, jóvenes, adultos y familias enteras. Algunos contaban con sus propios binoculares, y otros con los telescopios como Silvia, quien además de ser azafata era muy fan de la astronomía.

–La lluvia empezará en unos momentos, pero a las once más o menos se notarán con mayor intensidad. Ni siquiera hace falta el telescopio pero está a tu disposición. –Ella sonríe en cuanto se me acerca.

–Gracias. –le contesto sin ganas. Siento que me observa, realmente me sentía muy observado, cosa que últimamente me estaba molestando.

–No va a venir, ¿verdad? –pregunta la amiga de Elena tomando asiento a mi lado. Sonrío con ironía y niego. –Si quieres me quedo contigo, de todos modos tengo que estar despierta a las dos de la mañana.

–No te preocupes, si quieres ir a descansar luego de ver las estrellas está bien. Seguramente yo me largo antes. –le informo, pensando en que era cierto, no tenía caso intentar mirar las estrellas si no tenía a la que quería, a la que le mostraría todo ello.

Nos quedamos en silencio un momento, yo sin querer hablar y supongo que ella no sabiendo que decir. Me apené en hacerla parte de esto, era ella quien nos mostraría todas los meteoritos y cometas que iban a caer y me prestaría su telescopio para mostrarle a Soraya para luego decirle que ella era mi estrella.

Pero Soraya nunca llegaría.

–¡Sil! –Elios aparece en mi campo de visión junto con Amaya tomados de las manos. Salgo de mi tristes pensamientos para darles mi atención. Ambos tienen una sonrisa en su rostro y los envidio por un momento. Esperaba que esa chica de verdad quisiera a mi amigo porque él estaba bastante colado y cuando le rompían el corazón, era un completo caos. Peor que yo. –¿Podrías mostrarnos cómo se usa tu telescopio? A Amaya le gustaría ver algo antes de que...

–Sí, por favor. Muéstrame. –pidió Amaya, y antes siquiera que Silvia responda ya la estaba jalando del brazo.

–Volveremos en un minuto. –aclaró Elios y solo me encogí de hombros. Mire un momento a mis amigos antes de que nuevamente se me desenfocara la vista, así que tuve que cerrar los ojos. Eso estaba pasando mucho últimamente. Cada vez que miraba algo fijamente por un cierto periodo de tiempo, los ojos me parecían temblar y todo se distorsionaba. Antes solo sucedía cuando intentaba ver algo de cerca cómo leer, pero ahora, como había dicho el doctor, ya estaba empezando a suceder con la lejanía.

Abrí los ojos otra vez y por inercia me puse de pie, necesitaba caminar un poco y alejarme de esta pequeña multitud para despejarme o tal vez hundirme más en mis pensamientos. Necesitaba encontrar alguna manera de acercarme o alejarme de Soraya.

–¿Ya te vas? –definitivamente necesitaba despejar mi mente porque hasta ya pensaba que oía su voz. Incluso me parecía oler su perfume. –Ya háblame, Hunter.

Aquello ya no se oía solo en mi cabeza.

Me giro lentamente solo para hacer más duradero el sueño, pero es real y Soraya está aquí. Frente a mi, mirándome con sus castaños ojos y su cabellera larga cubriendo sus mejillas cayendo sobre sus hombros. No puedo ni quiero mirar más que su rostro, añoraba su suave piel y sus labios ligeramente rosados, su aroma a vainilla era tan dulce como ella lucía.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora