X - Mi papá es ciego

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Una semana después de visitar, literalmente, todos los días la concesionaria de vehículos y de aprender a hacer cientos de facturas para Hunter, me encontraba sumamente nerviosa debido a que se acercaba el día en que mis nuevos amigos visitarían mi hogar.

Todo comenzó con el comentario de mi padre el sábado pasado, el cual mi encantadora y amenazadora madre había apoyado luego de que le hablé sobre Hunter y a su vez, ella mencionando una pequeña historia ficticia que creó con su marido en su adolescencia.

Incluso tenían un libro en físico y en braille. IN-CRE-I-BLE.

-Manejas un poco el braille, ¿verdad? –mamá volvió a mi habitación luego de un momento de conmoción por mi parte al querer saber cómo rayos ella supo que Hunter se llamaba Hunter. Pero resultaba ser que ella no lo sabía, solo lo supuso al recordar su historia y fantaseaba con que yo conociera a algún hombre llamado Hunter.

Raro. Pero con mi familia ya no me sorprendía casi nada.

-Algo. –respondo a Gianna. Tomo lo que me pasa, un libro bastante grande y con relieves.

-Nunca pensé que te entregaría esto pero como ya se me salió mi lado infantil al emocionarme preguntando sobre Hunter, no me queda de otra. También fui adolescente, Soraya. –recrimina lo último a mi intento de guardar una risa que no quiero soltar.

-Lo siento. –sonrío con aprecio.

-Esto lo escribió tu padre, de hecho. Bueno, él lo comenzó y yo lo terminé. Es ficción, hubo un tiempo en que esta historia casi nos separa porque no siempre hay un final feliz como los cuentos de Disney o las  telenovelas. Hay una vida real aquí afuera, una incluso mejor que todas las historias si la miras con esto y con esto. –ella da golpecitos en mi sien y en mi corazón.

-Con todo el amor que tú y papá se tienen, es imposible que vea la vida de otra manera. –sonrío.

Y me había terminado esa historia en dos días, no podía dejar de mirar a Hunter-cazador  y pensar en el Hunter de la historia a quien imaginé todo grande y guapo, además de que la protagonista llevaba mi nombre, o en todo caso yo llevaba en suyo. Si esa historia representaba el amor de mis padres, no sabría dónde buscar uno como el de ellos, ya lo dije.

Me pasé además estos días intentando buscar algún parecido entre el Hunter real y el ficticio, pero el real era mucho más delgado que del ficticio, el real no era ciego tampoco, pero tal vez podrían ser parecidos en la inteligencia. Fue el día miércoles, horas después de terminar de leer la historia, que estaba en la concesionaria aprendiendo a completar unas facturas para el Hunter real y me había cachado observándole.

-Espero que no te hayas equivocado en algún espacio y no sabes cómo decirlo, por eso me estas mirando demasiado. –tuve que mirar a todos lados en su oficina antes de captar que me hablaba a mí, ya que él estaba metido en su Mac con los auriculares puestos en su lado del escritorio.

El calor en mi mejilla debía ser muy notorio, lo que me ponía aun peor con la vergüenza.

-¿Qué? ¡No! –miro rápidamente la factura que estaba completando desde otro ordenador y los datos que tenía en una hoja eran idénticos.

-Pago doscientos mil guaraníes por cada factura anulada. Solo para que lo sepas. –sigue diciendo.

-¿Tanto? Lo tendré en cuenta, entonces. –respondo apenada. Esperaba realmente no equivocarme en alguno.

-Bueno, supongo que solo debo acostumbrarme que me mires tanto. –fueron sus palabras. Había algo de malicia en su sonrisa, el muy cabrón sabía que me estaba poniendo incomoda.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora