XXIX - Tiempo

1.3K 102 37
                                    

Hunter

Al momento de abrir los ojos por la mañana a la hora de despertar, algo en mi tórax dolió cuando solo vi borroso.

Mi mano pegada a a mi rostro no la podía distinguir.

Sabía que esto sucedería más temprano que tarde, por lo que me obligué a guardar las lágrimas. Era momento de aceptar lo quiera o no.

Con todo el trajín del día en el hospital pensé en Soraya, en que ella es la causa de que ahora esté bien, de que no esté gritando y llorando por haber perdido casi el total de la vista. Sonrío de igual manera, porque sé que toca empezar una nueva vida aunque costara un tiempo adaptarme.

Me tomó por sorpresa cuando el médico había llegado con Noah Galler, el padre de mi novia, quien quería hablar conmigo.

Estaba casi seguro que diría que no me quería con su hija, que Soraya se merecía alguien más, no obstante estaba dispuesto a discutir con él. Yo no sería perfecto para Soraya pero ella era perfecta para mí.

–Así que el novio de mi hija, eh. –empieza a decir una vez que nos dejaron solos. Está a mi derecha, quiero verlo, quiero mirarlo fijamente y ser sincero con él respecto a Soraya.

Pero es imposible, todo es distorsionado, somos dos ciegos charlando.

–Me hubiese gustado hablar en otras condiciones, señor. –respondo. –Pero el día de hoy escapó de mis posibilidades.

–Entiendo. Pero en realidad todavía no quiero hablar de Soraya, quiero saber de ti. Porque apenas ayer me enteré de tu enfermedad y ahora estarás tan ciego como yo. –mi respiración sale ruidoso en cuanto analizo sus palabras.

Noah Galler es ciego, el padre de la mujer que amo no puede ver, Soraya tenía a dos personas invidentes en su vida.

–No sabía de usted cuando me acerqué a Soraya, señor. –Yo sí estoy hablando de Soraya. –Me tomó por sorpresa en cuanto ella lo mencionó, sin embargo ya sabía de la condición de mis ojos y no había mencionado nada a ella.–me empiezo a explicar. Quiero mencionar la primera vez que nos conocimos y no la vez en el campamento, pero estoy seguro que Soraya no había mencionado nunca aquello. –Conocí a su hija por un incidente y terminamos en un hospital...

–¿Que? –pregunta él, dándome la razón a mi pensamiento.

–Fue el año pasado, ella recibió raspones por todo su brazo, no obstante no dejaba de preguntar cómo me encontraba yo, con un simple corte en la frente. –recuerdo y sonrío. –Nunca una desconocida se había preocupado tanto por un agresor y eso me dio una idea de la bondad que lleva en su corazón.

–Sabes que, vamos a hablar de Soraya. –La voz de Noah suena dura. –Tus contras para con ella siguen creciendo, muchacho. –continúa, lográndome crear un nudo en la garganta. –Ella empezó a mentirnos desde que te conoció, desde esa vez de sus raspaduras. Había faltado a sus clases en la universidad mientras salía contigo y no nos decía nada, dejó la carrera en su tercer año y nadie me quita de la cabeza que tuviste algo que ver. Hubo un momento en el que habían discutido, ¿verdad? Recuerdo como ella se había apagado.

De seguro cuando discutimos y se enteró de mi ceguera, pero lo demás Noah tenía razón, yo sabía que ella mentía a sus padres por mi causa.

–Lo siento, pero...

–No te disculpes. –me corta. Me acomodo nervioso en mi silla, mis manos sudan y tanto como espero que alguien interrumpa esta conversación deseo escuchar lo que este hombre tiene para decirme. –Porque los pro que tienes para con ella me alegran.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora