XXVIII - Va a estar bien

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–¿Pondré cucharas? –pregunto a mamá mientras estoy seleccionando cubiertos para colocarlas en la mesa.

En mis manos tengo cuchillos y tenedores ya.

–No hace falta, creo. –opina. –¿O comes ñoquis con cuchara?

Me encojo de hombros.

–Puede ser, si la salsa es muy jugosa no podré comerla con tenedor. Duh. –contradigo y saco las cucharas también.

Estamos ultimando los detalles porque pronto serían las siete de la tarde y Hunter llegaría. Todos estábamos emocionados y nerviosos, hasta debo admitir que mi padre era él más inquieto yendo y viniendo de su despacho o la habitación preguntando si podría ayudar en algo o si la camisa polo que escogió era acorde a la cena.

–Papá, soy yo la que debería estar estresada por el atuendo. –le cuestiono mientras llego a la mesa y coloco los cubiertos.

–Bueno, no todos los días uno conoce al novio de la hija. –sonrío cuando él lo hace, negando.

Mamá me dice que vaya a ducharme pronto, que ella se encarga de preparar el jugo de naranja natural. Le obedezco y beso su mejilla antes de alejarme de la cocina, hago lo mismo con papá dejándolos solos.

Era hora de prepararme, ahora los nervios parecían instalarse en la boca de mi estómago. Revisé el iPhone una vez en mi dormitorio y ahogué mi decepción de no haber encontrado mensajes de Hunter.

Solo faltaba minutos para que estuviera en mi casa y podríamos hablar de todo durante su estadía, tenía mucho que contarle y más sobre mis resultados del test.

Ahora solo me tocaría elegir alguno, luego de tomar las clases de paracaidismo.

Entro y saldo de ducharme más rápido que Toreto robando autos, una vez que estoy vestida con una blusa de encaje amarillo y jean negro al igual que mis bailarinas, sonriéndome en el espejo, mi teléfono vibra.

Vibra tanto que no tardo en darme cuenta que es una llamada. Sonrío al ver el nombre de Elena, de seguro y estarán llegando.

Contesto.

–¡Hola! ¿Por donde están? –pregunto con entusiasmo y curiosidad. Escucho el suspiro pesado del otro lado de la línea.

Soraya... –la sonrisa me tiembla cuando escucho a Elena hablar.

Tomo asiento a medida que la escucho hablar, la escucho quebrarse y la escucho llorar. El mundo pesa bastante, quiero romperme a llorar pero tenía que ir hasta ella.

Cuelgo el teléfono, tomo la mochila pequeña donde siempre tengo mis documentos, guardo el teléfono y salgo para la sala. Mamá y papá todavía están allí, abrazados y sonriendo juntos.

–Hunter no va a venir. –suelto, y siento como se resbala una lagrima por mi mejilla y la limpio rápidamente.

Mamá deja de sonreír en cuanto me ve, se separa de papá y llega hasta a mi, sujetando mi rostro.

–¿Que sucede, cariño? –pregunta ella preocupada y acariciando mi rostro que se llena de lágrimas por más que intento no llorar.

–¿Por qué no va a venir? –es la voz de papá, exigente y molesta.

–Está en el hospital. –respondo y me alejo de Gianna. –Tengo que ir junto a él.

Intento llegar a la puerta, pero me sujeta del brazo. Mamá me está sujetando.

–Cariño, necesitas calmarte. Si no te calmas no podrás hacer mucho. –ella me pide. Tomo aire varías veces, me limpio las mejillas.

–Estoy bien. Estoy calmada, pero por favor déjenme ir. –suplico mirándola a los ojos, demostrándole mi necesidad de llegar hasta Hunter. Papá aparece en mi campo de visión por detrás  de mamá y la sujeta del hombro.

La estrella más brillanteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora