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Actualidad

¿Cuántos golpes más eran necesarios para que me dejase en paz? ¿No le bastaba con verme casi muerta? El darme palizas era como su sustento diario y creo que si sigue siendo así, desaparecerá. No sé en qué momento comenzaron ni por qué lo hace, pero me está matando.

Una vez más me encontraba tirada en el suelo del baño, desahogándome de la única manera posible, llorando.

Estaba harta de esta situación, ya no podía más con esto. Sin embargo lo que me duele más, es el hecho de que mi hijo haya crecido en un ambiente tan violento como este, viendo como su madre era maltratada física y verbalmente.

- ¿Otra vez lo hizo?- Mi hijo, Louis, entró rápidamente al baño y se posicionó a mi lado.

- No te preocupes hijo, no me duele tanto, he recibido peores.- Mentí, claro que me dolía. Dolía como el mismo infierno pero no quería preocuparlo.

- Mientes y lo sabes bien.- Dijo agarrando el botiquín de emergencias que había pasado de ser para emergencias a uno de uso diario.

Louis me conocía bastante bien.

Traté de sonreír pero lo único que conseguí fue un quejido. Me dolía demasiado la costilla derecha donde Robert, mi esposo, dirigió la mayoría de sus golpes.

- Iremos al hospital.- Dijo Louis al verme gemir del dolor.

- ¡No! Sabes que solo hay un hospital en este pueblo y tú padre está ahí.- Así es, Robert es uno de los mejores médicos de este pueblo y obviamente estaría trabajando en el único hospital de aquí.

Luego de haberme ayudado a curar las heridas recién provocadas, me recosté en la cama para descansar mientras que Louis se preparaba algo de cenar.

***

Ya era bien tarde en la noche y Robert aún no llegaba. No era nada nuevo porque tenía turnos nocturnos, pero esta era la cuarta vez que demoraba mucho más de lo normal.

Tenía mis sospechas desde hace tiempo.

Haciendo todo el esfuerzo posible, logré levantarme de la cama y caminé hasta la cocina para prepararme un té.

Escuché como se abría la puerta y por ahí entró Robert, con su típica bata blanca de doctor, el estetoscopio alrededor de su cuello y finalmente su maletín negro en la mano.

-¿Qué haces despierta a esta hora?- Preguntó seco. Ni un saludo, un beso, un abrazo, mucho menos un "¿cómo estas?". Pasó por mi lado para beber un vaso de agua y un aroma rosas se desprendió de él. Mis sospechas se iban confirmando de a poco.

- Estaba esperando a que llegues, últimamente regresas muy tarde.- Le comenté pero a los segundos me arrepentí.

-¿¡Qué!?¡Ahora me controlas los movimientos! Solo eso me faltaba.- Se acercó a paso rápido y estaba apunto de golpearme en el rostro cuando paró en seco y se retractó. - Comiencen a empacar, Louis y tu. En dos días nos mudamos, no pienso esperar mucho, más vale que no demoren.- Ordenó despojándose de su bata.

- ¿Qué? Como que nos mudamos. ¿A donde? No podemos irnos, tengo toda mi vida hecha aquí y faltan dos meses para la graduación de Louis.- Reproché exigiendo una explicación.

- Menos preguntas y más acción Lorraine. Renuncias a tu trabajo y listo, Louis terminará sus estudios allá, en Senoia, nos vamos a América.- Mi corazón dejó de latir cuando escuché el nombre de Senoia. Mi hogar, por fin volvería después de tantos años, 20 para ser exactos.

Después de haberme mudado con mis padres y hermana a Francia, me vi obligada a formar mi vida acá, y así lo hice. Me gradué y me enamoré perdidamente de Robert.

Llevábamos poco más de un año y medio de noviazgo y cuando descubrí que me estaba siendo infiel, terminé con él. Sin embargo tuve que casarme, obligada por mis padres, cuando descubrí que estaba embarazada de Louis.

Un año después, mis padres regresaron junto a mi hermana a Senoia, mientras que debido a mi papel de esposa, tuve que quedarme en Francia.

Ahora que recuerdo, fue ahí cuando comenzó todo este infierno. Aquella tarde luego de haber dejado a mi familia en el aeropuerto, ocurrió por primera vez. Todos estos años me he sentido impotente a su lado e incapaz de hacer algo al respecto.

¿Cómo estarán mis amigos? Los extraño demasiado, nunca me olvidé de ellos. No sé nada de sus vidas.

¿Isabelle se habrá casado con John? ¿Qué será de Norman?

Cuando llegué a Francia, nos comunicábamos pero después de unos meses mi padre me obligó a dejar de llamarlos, según él porque eran una mala influencia. Seguí llamándolos a escondidas pero cuando mi padre me descubrió, rompió el teléfono en mil pedazos y amenazó con que si me volvía a descubrir haciéndolo, la rota sería yo.

Años después cuando, Louis ya tenía alrededor de 9 años, encontré Facebook. Los busqué y cuando se lo conté a Robert se enfureció tanto que hizo pedazos el computador, tal como lo había hecho mi padre con el telefono años atrás. Me gritó que no tenía que tener una vida social, que la única persona con la que podía hablar era él y que no debía tener amigos.

Luego de ese traumante incidente, decidí no arriesgarme más y lo dejé ahí.

Ahora que vuelvo a Senoia, ¿podré volverlos ver?

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Nuestro Reencuentro de Amor// Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora