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Ya saben lo que dicen: nuevo día, nuevo comienzo.

Ahora sí, ya sobria y con mis cinco sentidos puestos haría lo que tuve que hacer hace mucho tiempo. Llamé a mi abogado y lo cité en una cafetería para constatar el caso.

(***)

- Bien señorita Barley, creo que esto será todo por hoy. Si las cosas salen bien, usted dejará de ser Lorraine de Allen en un par de semanas.- dijo luego de acabar con su cargado café negro.

- Yo espero lo mismo abogado, gracias por su servicio.- le estreché mi mano en forma de despedida. - No se preocupe por el café, yo lo pago.

- Muy amable de su parte, hasta luego.- salió sonriente de la cafetería.

Luego de haber estado sentada en la cafetería por dos horas arreglando el asunto del divorcio, sentía como alguien o más bien....algo, me esperaba. Bendita sea la persona que creo el suspiro limeño, esto sin duda era comida de los dioses. En cada bocado no podía dejar de suspirar por lo delicioso que estaba el postre.

- Ya quisiera yo que me devores como lo haces con ese postre.- me sorprendió con un tono de voz fuerte.

- ¿Qué?- respondí exaltada por el comentario.

- Parece que el destino nos quiere juntos Lorraine Barley.- coqueteó Don Juan.

Este hombre consiguió ponerme nerviosa y si hay algo en este mundo que odio más que a mi esposo, es ponerme nerviosa por el simple hecho de que comienzo a actuar raro.

- Jeje... tu si que sabes coquetear.- solté incómoda, si no me iba ahora las cosas se pondrían peor.

- Me parece haber visto tu auto ser llevado por la policía.-

- ¿Qué?- pregunté exaltada por segunda vez en el día.

- Deberías prestar más atención en donde lo parqueas, no pareces inválida ¿o me equivoco?- dijo riendo.

- Yo se a donde lo llevaron, vamos.-

No pude negarme, debía recuperar el auto y si el sabía a donde lo llevaron, debía ir si o si.

Se notaba a simple vista que Christian es un hombre fino, autoritario y con poder. Todo en él encajaba perfectamente, su ambiente debía ser igual. Y no me equivocaba, su auto era último modelo y a juzgar por el camino en el que íbamos, su barrio era de los finos y exclusivos de Senoia.

- Llegamos.- salió del auto y lo rodeó para abrirme la puerta como todo un caballero.

- ¿Me estás diciendo que es aquí donde traen los autos de las personas que parquean en lugares no permitidos?- pregunté irónica, estaba claro que esto era uno de sus juegos.

- Así es mi querida Lorraine, y ya que estamos aquí, te invito a tomar una copa de vino. Sé que te encantará.- guiñó el ojo.

Tengo que recalcar que solo acepté por el mal rato que me hizo pasar. Yo toda confiada de que mi auto en verdad había sido llevado por la policía.

- Marie, tráeme un par de copas por favor.- le pidió amablemente a la que seguramente en su señora de servicio.

Todo dentro de la casa era impecable, los tres colores predominantes eran el blanco, negro y gris, todos tres conjugaban perfectamente.

Christian camino hasta un enorme estante lleno de botellas de vino, probablemente los mejores del mercado. Sacó una botella de tinto y lo sirvió en las dos copas que pidió.

- Pruébalo.- me extendió una copa.

Tal parece que él no miente, en verdad el vino estaba delicioso y me encantó.

- ¡Wow! Esta exquisito.- sonreí sorprendida.

- Tu eres amante del vino y sabes de lo bueno.

- Me atrapaste.- Bromeé.

- Espera, tienes algo en la boca.- Se acercó con el ceño fruncido y el brazo estirado. Con su pulgar simuló limpiar el borde de mi labio y acto seguido, posicionó su mano detrás de mi cabeza atrayéndome hacia él.

- ¡No!¿Qué haces Christian?- me alejé bruscamente de él.

- Ohh vamos Lorraine, sabes muy bien lo que quiero y dudo que tu no.-

- ¡Soy una mujer casada!-

- ¡En proceso de divorcio!- corrigió.

- ¿Cómo lo sabes?- pregunté asustada, en mi vida solo intercambié un par de palabras con él.

- Yo lo sé todo, ahora ven acá.- volvió hacia mi y con fuerza me atrajo desde la cintura hasta él.

- ¡YO NO SOY OTRA DE TUS PRESAS! ¡A mi me respetas!- lo cacheteé y salí indignada de la mansión.

Corrí la suerte de que en el parabrisas de mi auto se encontraban las llaves y pude manejar de vuelta a casa.

¿Qué clase de hombre era Christian?

Nuestro Reencuentro de Amor// Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora