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¿Quién diría que alguien se emocionaría tanto por un divorcio? No creo ser la primera ni la última en hacerlo. Sabía que Norman debía ser la primera persona en enterarse de mi decisión, con su apoyo sería mejor.

Bajé del auto y me dirigí hasta su puerta, tres golpes en la madera fueron suficientes para que atendiera al llamado.

- Lori...que sorpresa.- Dijo incómodo.

- Venía a decirte algo muy importante Norman.- Le sonreí.

- Creo que ahora no es el momento adecuado.- Hizo una mueca.

- ¿Por qué lo dices?- Pregunté extrañada.

- ¿Quién es amor?- Se escuchó decir a una tercera voz.

- Entiendo, no molestaré más. Saluda a Janis de mi parte.- Salí inmediatamente de ahí, no derramaría lágrimas por alguien más.

¿Tan poca mujer soy?¿Qué hay de malo conmigo?¿Acaso tengo una maldición que no me permite tener un hombre a mi lado Inconscientemente, lágrimas rebeldes caían de mis ojos y de la misma forma, había manejado hasta un bar.

Quizás el trago no era la solución pero un poco no le hará daño a nadie.

Una vez dentro del bar, destacaban las diversas piezas de madera que acoplaban el lugar y las brillantes luces que lo acogían. Las personas que estaban dentro disfrutaban tranquilos y con moderación.

Me senté en la barra para los solitarios y pedí al bartender un whisky, sabrá Dios si esto me gustará o no pero solo hay una manera de descubrirlo. Al principio no me convenció pero con el tercer vaso le encontré el gusto. Iba a pedir un cuarto pero fui interrumpida por un apuesto caballero que tomó el asiento a mi lado.

- ¿Qué hace una bella señora tomando sola?- Sonrió coqueto. Llevaba un traje gris que se complementaba muy bien con su físico y que a pesar de tener unos ojos oscuros bastante comunes, lograban hechizar a cualquiera.

 Llevaba un traje gris que se complementaba muy bien con su físico y que a pesar de tener unos ojos oscuros bastante comunes, lograban hechizar a cualquiera

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- ¿Tan vieja estoy?- Pregunté riendo, estaba casi segura de que había sido abandonada por dos de mis cinco sentidos.

- Señora...¿me vas a negar que eres casada?- Señaló con la mirada mi anillo de bodas.

- Ah...¿lo dices por esto?- Saqué el anillo de mi dedo y comencé a jugar con él. - Esto dejo de tener significado alguno para mi hace muchos años atrás. Creo que la única razón por la que aún lo llevo es por lo hermoso que es, de ahí....nada más.- Contesté admirando el diamante.

- Soy Christian.-

- Lorraine.- Asentí con la cabeza. - Lo mejor será que me vaya, el alcohol ya está tomando efecto sobre mi.

- Me pareces una mujer bastante interesante Lorraine.- Volvió a sonreír seductor.- Qué te parece si me dejas tu número y luego salimos a...tomar algo, para conocernos mejor.- Carraspeó su garganta sutilmente.

Lo miré de reojo y sonreí.

De mi bolsa saqué la cartera con el dinero para poder pagar mi consumo y cuando estaba por abandonar la mesa, dejé encima de esta mi número para Christian, que estaba muy atento a cada movimiento que hacía.

Nuestro Reencuentro de Amor// Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora