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- ¿Hay algo de comer? En la fiesta habrá de todo menos comida.- Preguntó Louis abriendo el refrigerador en busca de comida para saciar su hambre. 

- Te guardé los tres tacos que sobraron, están en el microondas.- Le avisé.

- Gracias ma, eres la mejor.- Pasó por mi lado y me dió un abrazo acompañado de un suave beso en la mejilla.

- Cuando termines de comer, lavas lo que usaste y subes a despedirte.- Louis saldría en media hora la tan ansiada fiesta y Robert accedió a prestarle el auto, como nunca.

Estos tres días, desde el miércoles, Robert ha estado actuando raro. Está alegre y no ha gritado como acostumbra a hacerlo siempre, es más no he recibido ningún tipo de golpe. Eso sí, pasa más tiempo fuera de casa y suele llegar tarde. 

Subí a mi habitación y extrañamente esta noche hacía calor, por lo que decidí utilizar un camisón de seda azul oscuro, más corto de lo que normalmente usaba pero era lo único fresco que había traído. Cepillé mis dientes y luego me recosté en la cama para disfrutar de una película. 

- Vengo a despedirme ma y no te preocupes ya tengo todo lo que me dijiste que lleve.- Se adelantó a mis palabras. - No regresaré tan tarde.- Rió y me abrazó.

- Disfruta Louis y no olvides cuidar a Janis o Norman te mata.- Bromeé.

A los pocos minutos Robert atravesó por la puerta de la habitación y en su cara había una sonrisa. Se desvistió quedando únicamente en boxers y se acostó en el espacio desocupado de la cama. Para ese entonces yo ya había apagado las luces y el televisor, al fin que no había nada bueno que ver. Estaba dispuesta a dormir cuando sentí sus brazos rodear mi cintura al igual que sus besos sobre mi hombro desnudo. Sabía lo que quería pero yo no se lo iba a dar. Hace muchos años que no intimaba a voluntad propia con Robert.

- No Robert, estoy cansada.- Dije  acomodándome.

- Vamos Lorraine.- Suplicó desesperado mientras seguía besándome.

- ¡No!- Alcé mi voz. De inmediato, Robert me dió la vuelta y cuando tuve su cuello a la altura de mi cara, olí aquel perfume de mujer. El mismo que olí en Francia. ¿Acaso era ese el motivo de su repentino cambio de humor?¿Trajo su amante hasta acá? 

Se había deshecho de camisón y así mismo de mi ropa interior. Él hacía lo suyo y yo no sentía nada más que dolor, pero no del físico. El emocional.

Claro que lo pude haber denunciado por violación pero seguramente se hubieran burlado de mi ya que era mi esposo. Lo que no entienden es que un no es un NO, atados o no.

- Me voy a Italia por trabajo un mes, salgo mañana en la tarde.- Me dijo al oído y se iba al baño.

Seguramente se iba con su amante, el hospital en el que trabaja no tiene ningún tipo de relación con Italia. Un mes para ellos solos, sin esposa ni hijo por medio. No era necesario escucharlo de su boca para saber que me engañaba pero algo en mi quería que lo hiciera.


Nuestro Reencuentro de Amor// Norman ReedusDonde viven las historias. Descúbrelo ahora