Nuestro Reencuentro de Amor// Norman Reedus

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-¿Donde aprendiste a cocinar? Esto está delicioso, el Norman que conocía apenas y podías con un sandwich.- Hablé saboreando una vez más la deliciosa cena preparada por Norman.

- No quería que mi hija crezca a base de pizza y comida congelada. Los libros de mamá e internet me enseñaron todo lo que sé.- Respondió orgulloso.

- Papá...este viernes hay una fiesta. ¡Va a estar buenísima! Tengo que ir.- Dijo Janis con emoción en su voz.

- Es verdad, yo iré y cuidaré de ella señor Reedus.- Apoyó Louis.

- ¿Se puede saber con el permiso de quién vas a ir?- Intervine con un tono molesto, pero de broma.

- Eeeeh...¿Puedo ir?- Preguntó y de repente tenía seis ojos expectantes sobre mí. Con la cabeza asentí un par de veces como respuesta.

- Yo cuidaré de ella señor Reedus.- Afirmó una vez más con tono de militar.

- Primero que todo no me llames señor Reedus, no estoy tan viejo aún, Norman está bien.- Dijo relajado.- Y segundo...sí puedes ir Janis pero no te puedes alejar de Louis.- Aceptó derrotado.

El resto de la cena la pasamos entre charlas bastante graciosas y cuando los dos adolescentes se retiraron al cuarto de Janis, pude ver como Norman se había tensado. Sus bíceps no lo disimulaban y más aún estando al descubierto mientras secaba los platos.

- Relajate Norman, yo ya he hablado con mi hijo de esos temas y no piensa hacerlo hasta el matrimonio.- Le dije fregando los cubiertos. Al parecer aquello lo había tranqulizado de inmediato ya que al minuto su cuerpo se notaba relajado.

- ¿En serio? Janis también, bueno yo no hablé de eso con ella. Su abuela lo hizo y ella se encargó de contarmelo.- Rió.

- Tu hija es preciosa.- Halagué.

- Sí, es idéntica a su madre.-

- Ya que hemos terminado creo que es hora de que Louis y yo nos vayamos, es un poco tarde.-

- ¡No! E-es decir sí claro pero tomémonos una copa de vino antes.- Dijo nervioso causando que me espantara al principio.

- Que sea rápido.- No era que yo sea alcohólica, al contrario, nunca fui amante de el alcohol pero hace años no bebía ni una gota y se veía tan necesaria ahora.

- Tengo el mejor de los vinos, ya vuelvo. Ve bajando un par de copas del estante.- Me avisó señalando con la mano el estante de las copas. Con sumo cuidado de no causar una catástrofe, bajé las dos copas y las puse encima de la mesa. Tomé asiento y me dediqué a esperar a Norman mientras revisaba el celular.

Oh no. Siete llamadas perdidas de Robert. Tenía miedo, claro que sí pero a pesar de eso tecleé rápidamente su número.

-¿¡DÓNDE MIERDA ESTÁS LORRAINE!? !TE HE LLAMADO 7 PUTAS VECES!- Estalló al otro lado de la línea.

- E-staba regresando a casa pero una llanta se ponchó y lo están terminando de reparar.- Mierda la llanta todavía no había sido reparada.

-¡Te quiero en 20 minutos acá!¿ENTENDIDO?-

- Sí.- Susurré y colgué con los pelos de punta.-

- ¡He vuelto!- Norman se adentró a la cocina y sirvió el vino en ambas copas. Agarré una de ellas y de una sorbo me la acabé. - Despacio mujer, no quiero tener que llevarte borracha con tu marido.- Advirtió de broma.

- Norman, dijiste una copa y aún no hemos reparado mi auto.- Dije desesperada.

- Tienes razón, que tonto. Bueno pues a trabajar, tendremos más de una copa otro día.- Al igual que yo, de un solo sorbo de acabó su vino y me agarró delicadamente del brazo para ir al garaje.

Fue en cuestión de minutos en los que había terminado de reparar el auto y yo estaba aliviada de que no hubiera sido mucho el tiempo.

- Supongo que ya me voy.- Dije triste, en verdad no me quería ir y estaba segura de que mi hijo tampoco pero debía volver a mi triste realidad. Sinceramente este día ha sido el mejor que he tenido desde hace más de una década.

-¿No te quieres ir verdad? Yo tampoco quiero que lo hagas.- Se acercó, tanto que podía sentir su respiración. Cada vez la distancia entre nuestros rostros era menos y juré que iba a pasar pero aquel calor que sentía desapareció. Norman se había alejado y en su cara no había más que frustración.