Entonces

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Tachó la última cifra con el bolígrafo rojo y después lo lanzó por encima del computador con un gesto de profunda concentración en su rostro, achicando un poco los ojos para enfocar la pantalla y frunciendo los labios como si quisiera tirarle un besito a su logro del día. Llevaba prácticamente toda la tarde trasladando números y nombres de las fojas de las carpetas a documentos digitales que Carla requería enviarle a su padre a Uruguay. Mario Estrella seguía pendiente del manejo del hotel y de sus hijas aún en la distancia, la muerte le había dado tanta vida que ahora se hacía cargo de sus cagadas. Flor alcanzó a oír el ruido que hacía la puerta de la oficina cuando se trancaba, pero supuso que sería Virginia que estaba de vuelta de la cocina con las botellas de vino que había contemplado robar para la inesperada noche de hermanas. "Vir ya casi termino, literal me faltan dos letras" Se equivocaba, no era Virginia ni las botellas robadas. "Hey, no soy Vir, soy yo" Flor se sorprendió al detectar el hilo de delicadeza y ternura en la voz de Jazmín y la invitó a pasar con un gesto de su mano. Jazmín iba acompañada por una taza de té que humeaba un cálido aroma e invadió toda la oficina en segundos. "¿Qué haces acá, Jaz? Virginia me dijo que Javo tenía el turno de la cena hoy" La interrogó Flor sin voltearla a verla todavía, pero respirando ya el rico aroma a canela. Antes de permitirle a Jaz contestar algo levantó el dedo índice para pedirle que la bancara un segundo para terminar de teclear una A, una S y un punto seco al final. Su siguiente paso fue alzar las manos en el aire victoriosa y después tirar con cuidado del brazo de Jazmín para sentarla a un lado suyo en la silla que antes había ocupado Virginia. "Si, Javo está ahora en la cocina, pero yo quise pasar antes a saludarte y preguntarte cómo te había ido en la consulta, al final ya no me contaste nada" Flor sintió la inquietud subir por su pecho, pero logró distraerla dedicándose a apagar el computador y jugar con las carpetas mientras su cerebro se hacía cargo de formular palabras coherentes. Ponía una carpeta enseguida del computador y luego otra arriba de esa, después cambiaba la de arriba hacia abajo y la inferior la cruzaba hacia arriba. "Perdón, Jaz, te replanté hoy, ha sido un día largo ¿viste? Con lo de las carpetas y con lo de..." La cocinera cerró la distancia entre ellas y colocó sus manos sobre las de su novia obligándola a detener el malabar de carpetas y silenciando sus preocupaciones. "No me tienes que explicar, Flor, está bien, yo entiendo que tienes que trabajar, yo igual me la pasé de un room service al siguiente, uno tras otro, apenas ahora pude tomarme un ratito para venir a verte" Ambas notaron que Flor había desviado el tema para evitar hablar de la terapia y su consulta, por lo que Jazmín no insistió, no quiso presionarla, ella sabía que tenía que darle su tiempo para ajustar sus ideas. La máxima paradoja de la enfermedad de Flor es que a ella no le gustaba ser tan intempestiva con sus emociones. Después de una buena puteada que revelaba sus íntimos anhelos, Flor se detenía para evaluar cómo salir de la cagada que seguro se había mandado al putear. Se podría decir que vivía siempre en un ir y venir, como si su cerebro fuera sólo pasado y futuro y nunca pudiera disfrutar del ahora. Puteada pasada, disculpa futura. "Me fue bien... ugh en la consulta digo... mañana empiezo con la terapia" A la petición silenciosa de Jazmín acudió la cordura sensible de Florencia, quien reconoció en la pasividad de su novia la preocupación que escondía desde esa mañana por su salida tan repentina y la compañía que tendría el resto del día. "¡Qué bien, Flor! ¡Me alegra tanto escucharte decir eso! Y sé que sobra decirlo, pero tú sabes que yo te apoyo en lo que necesites con esto de la terapia y... bueno... con todo" La sonrisa de Jazmín atropellaba sus palabras y seguía rebuscando la manera de introducir a la conversación el tema que había estado infestando el ambiente entre ellas durante los últimos días. En ese con todo se recargaba el pesar de sentirse responsable por los cambios tan abruptos de Flor. Ella lo sabía bien, sabía lo que estaba tratando de hacer Jazmín, pero no se sentía aún lista para hablar. "Che, Flor, y ¿Damián te va a acompañar mañana también?" La incredulidad de Flor ante la pregunta de Jazmín se difuminaba de a poco al sentir la escena cada vez más común. Cuando abrió la boca para reprocharle por esos celos infundados, Jazmín le cortó de tajo. "Es que estaba pensando que yo mañana tengo el turno en la noche y yo podría ir contigo si quieres" Al finalizar su propuesta se aclaró la garganta y enlazó sus manos con las suyas, trazando tenues caricias con sus pulgares en el dorso de ambas manos. La calma de Flor se interrumpió con la proposición de Jazmín y se vio forzada a soltar su mano y llevarla a su pecho con agresión. "No, no, Jaz, ni Dami ni tú ni Vir, esto es algo ñah que yo quiero hacer por mi...sola ¿sí?" Aunque le dolía y sus lágrimas crecían necias en sus ojos, Jaz sacudió la cabeza y volvió al agarre de sus manos para evitar que Flor siguiera golpeándose por culpa suya. "Sí, sí, cualquiera, Flor, perdóname, yo sé que esto es algo tuyo y que si necesitas algo tú me lo pedirás... perdón, de verdad, ya no te insisto ¿sí? Tranquila" Flor parpadeó varias veces antes de tomar un hondo respiro y recuperar la tranquilidad, Jaz tomó esto como indicio para cambiar el tema. "Escuché de Vir que se van a quedar a trabajar toda la noche" Dijo pasando su mano por su nariz como cuando intenta sublimar una pregunta en una frase que aparenta seriedad. "¿A trabajar? ¿Eso le dijo a Javo? Raba mitómana... no, no vamos a trabajar ugh" Flor liberó sus manos y giró su torso levemente para cerrar la pantalla del computador y reafirmarle a Jazmín con eso que su trabajo ese día ya estaba terminado. "¿Entonces?" La inflexión en la voz de Jazmín le había recordado a Flor uno de sus primeros encuentros. Fue un entonces idéntico a aquél que pronunció cuando Flor le dijo que no había sido por ella que no se casó con Dani, ella parada en el umbral de la puerta de su habitación y después asegurándole que presionarla era lo menos que quería. Desde la confesión de Elena, el cerebro de Flor había encontrado la manera de crear una conexión entre esas frases de Jazmín que tanto la habían marcado y una retribución sexual de su parte. Por ejemplo, hace tres días cuando Jazmín estaba sentada frente al atril terminando uno de sus cuadros y Florencia en el living viendo una serie. Algo en la serie hizo que Florencia recordara el momento en el que las dos estaban en ese mismo sillón y Jazmín le había dicho que gracias a Elena ella se había dado cuenta de que la mujer de su vida era ella. Por supuesto, aquel día la frase había brotado con tal honestidad que Flor había optado por guardarla en su álbum personal de recuerdos lindos. Pero, después se enteró que Jazmín se había metido con Elena no una, sino tres veces en esas semanas en que apareció. No era tonta, ni chiquilina, sabía que todos tenían sus pasados y Jazmín le había dejado claro que ella no borraría el suyo, pero también que la había elegido a ella y no a Elena. Sin embargo, a partir de esa declaración Flor volvió a atrás y como una máquina trituradora fue deconstruyendo cada recuerdo, reinterpretando cada palabra de Jazmín, ahora todo lo ponía en duda, ¿por qué necesitaba que Elena le hiciera ver que ella era la mujer de su vida? ¿Por qué no le había bastado la confesión de amor en la cocina por parte de Florencia? ¿Por qué no le habían bastado las agallas que Flor había demostrado en el vestuario? ¿Por qué necesitaba que Elena viniera a pelearse por ella para que Jazmín se decidiera? ¿Por qué, si Jazmín se mostraba tan segura de sí misma? Y después, para concretar la humillación de Flor, como si eso no hubiese sido suficiente, Jazmín le suma que el sexo con Elena siempre fue bueno ¿me estás jodiendo? Y ahora quería Jazmín hacerle un planteo por Damián, y uno por la mesera, y otro más por Dani. ¿Cómo le dices a tu novia que amas que estás dudando de todo lo que dijo e hizo para enamorarte? ¿Cómo vuelves a creer que el té de canela es sólo un té de canela que nace del amor y no un té con intención de algo más? ¿A Elena también le hacía tés? ¿Le hacía acaso té después de follar? Pero, Flor le había prometido no dejar que Elena arruinara eso que tenían. Y era entonces que la invasión de preguntas la impulsaba a dejar de putear y a tomar las riendas de su intimidad con Jazmín. Ni el Tourette pudo frenarla una vez que tomó la decisión de impedir más humillaciones. Ni una sola puteada, ni un movimiento involuntario del brazo, ningún conteo con los dedos ni giros sobre su eje le impidieron esa noche llegar hasta el atril donde estaba Jazmín y arrodillarse ante ella para devorarla como jamás nadie había devorado a nadie. Sin hacer preguntas, sin darle tiempo de negarse, sin quitarle los zapatos, Florencia se deshizo de sus pantalones y sus interiores y le dedicó la experticia que no sabía que habitaba en ella. Todo el ímpetu que se reprimió del Tourette se lo dedicó a explorar cada recoveco de la intimidad de Jazmín, cada pliegue, cada punto latente, cada vello perdido. Esa noche el Tourette también le había hecho el amor a Jazmín, fuerte, con cada roce de su lengua, con cada succión, con cada gemido y cada elevación de caderas de Jazmín hacia la boca de su novia. Flor se sentía victoriosa, poderosa, igual de indispensable para ella de lo que ella creía que era para Flor. Y ahí en esa exuberancia era donde Florencia había encontrado el balance del que hablaba el médico esa mañana. La ceguera parcial de Jazmín ante la intensidad de su orgasmo ponía fin a todas las Elenas de todas las novias del mundo. El sabor de Jazmín en la boca de Florencia era suficiente para sanar esa noche su álbum de recuerdos, aunque otra fuera la historia al día siguiente, esa noche bastaba con ver a Jazmín tratando de recuperarse con sus pantalones y bragas aún pendiendo de sus pies y sus manos aferradas al banquillo. La punzada en su entrepierna retrotrajo a Flor al momento presente para encontrarse desarmando el entonces de Jazmín. ¿Sería que ahora Flor sólo se excitaba ante la idea de que todo lo que Jazmín dijo alguna vez pudo ser mentira? ¿Estaba tratando de convencerla de eso a través del sexo? Ni una palabra había dicho Jazmín desde entonces, sólo preguntaba ¿estás bien? ¿estás bien? Y ella sabía que no, pero no se atrevía a enunciar cuál había sido el problema ¿lo conocía acaso? Ahora se encelaba, se enojaba, se ofuscaba porque no hallaba remedio. ¿Cómo resuelves el problema cuando crees que el problema es que te están follando como nunca en tu vida? "Entonces nada, amor, Vir quiere hacer una pijamada, ¿te enojas si me quedo aquí esta noche?" Ni un tic, la excitación hacía que el Tourette se sentara en la mente de Flor a esperar hasta que ella empezara el juego de intimidación. Flor ya sabía que no se enojaba, pero el entonces era lo único que se repetía, lo tenía atrapado en la retina. Inclinó su cuerpo hacia el de ella y posó sus manos en sus muslos, sobre el pantalón negro del uniforme que no se había quitado. Inmediatamente, Flor identificó el suspiro de Jazmín, había sido bastante recurrente esos días, el suspiro de la culpa y la desesperación de ser tomada por Flor. Sabiendo ya lo que se aproximaba, porque no había manera de detenerla y ni siquiera quería intentarlo, Jazmín volteó hacia la puerta para asegurarse que no venía nadie. "¿Entonces? ¿Te enojas?" Trató de disimularlo lo más que pudo, pero el entonces de Flor fue arrojado como presagio de ataque, casi como advertencia. Siendo renombrado. Jazmín negó con un movimiento casi imperceptible de cabeza porque no pudo encontrar su voz cuando los pulgares de Flor ejercieron mayor presión en el interior de sus muslos. Cerró los ojos estrujando los contornos de la silla en la que estaba sentada, sintiendo el calor y la humedad de las manos de Flor atravesando la tela de su pantalón. ¿Entonces? ¿Entonces? ¿En-ton-ces? Latía en los recuerdos de Flor como latía el centro de Jazmín y su pecho, cada vez más agitada, más frágil ante el dominio de su novia que jugaba a acercarse demasiado, pero sin llegar al destino. Sin voluntad propia las caderas de Jazmín se alzaron para dar rápido encuentro al toque de Flor, ayer no pasaron la noche juntas, hoy tampoco lo harían, Jazmín quería algo, algo que le asegurara que ella seguía siendo su Flor, que ningún Damián, ningún Dani y ninguna mesera tomarían su lugar. Ella sentía que Flor se entregaba tan entera para probarse tan suya, tal como le había dicho Javo, Flor se seguía dando por completo a ella. Y a nadie más. ¿Qué tan atractiva podía ser la posesión cuando era sana? ¿Era sana? Cuando Jazmín bajó la cabeza para recargarse en el hombro de Flor en clara derrota, Flor aprovechó para pasar su pulgar derecho justo por donde el efecto de un roce sencillo se multiplicaba. Cada movimiento circular sobre esa zona, incluso por encima de la tela, se sentía para Flor como una recompensa por aquella humillación y se sentía para Jazmín como una afirmación de que Flor no se iría nunca de su lado. Jazmín ladeó su cara para atrapar los labios de Flor en los suyos y se dedicaron a un beso descuidado y torpe, hasta que Jazmín llevó ambas manos al cierre de su pantalón y lo abrió desesperada, ansiando mayor contacto. Pero, a esta Florencia y a este Tourette no les gustaba que les dijeran qué hacer o cómo hacerlo, ellos tenían el control, así como lo había tenido Jazmín cuando llegó Elena embarazada y a Flor la dejó colgando con el plato de comida en el restaurante. Así que Flor ni siquiera hizo el intento de introducir su mano ante la invitación de Jazmín, por el contrario, presionó con más fuerza hacia ella, sabiendo exactamente dónde girar el circulo de su pulgar para que Jazmín se volviera loca. "¿Flor?... por favor" Alcanzó a pedir entre gemidos y tratando de llevar con sus manos temblorosas las manos de su novia hacia el interior de sus bragas que clamaban su presencia. Molesta por el agarre necio de Jazmín, y probablemente más excitada que ella con cada nuevo gemido que salía de su boca, detuvo sus movimientos y se paró de la silla, acercándose cada vez  más a ella con la intención de montarla. Jazmín dedujo su siguiente paso y tragó saliva en anticipación, estirando sus brazos para ayudarle a sentarse en su regazo. Justo cuando estaba por caer en sus piernas, ambas escucharon los pasos de Virginia por el hall "¿Flor? ¿Sigues en la ofi?" Florencia se echó con un salto hacia atrás marcando su distancia y jugando disimuladamente con las carpetas. Jazmín se abrochó el pantalón tan rápido como pudo y volteó la silla hacia el escritorio, dándole la espalda a la puerta y escondiendo su cara de la intrusión de Virginia, sintiendo sus mejillas arder con el mismo rigor que su entrepierna. Esa noche, frente a Virginia, Flor y Jazmín se despidieron como si nada. Como si no hubiera un problema entre ellas, como si la humedad de Jazmín no hubiera traspasado fronteras y como si Florencia no le hubiera escrito un mensaje justo después de que ella partiera pidiéndole que esa noche se tocara. Que terminara lo que ella no pudo. La demanda de Florencia la seguía manteniendo en control de la situación. Y por supuesto, Jazmín obedeció. Más de una vez.

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