Silencio

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Hay un silencio que quema, escala por la planta de los pies, hace trizas las pantorrillas, un ardor que es el crujido de rodillas, médula desplazada, costillas desligadas. Drástico, inconmensurable, tosco. Un silencio que le roba vida a los pulmones tuerce las venas escuece los nervios vacía luego. Invade un frío aterrante. Paraliza el palpitar, el parpadeo, dilata contrae dilata contrae. El silbido metálico de una lobotomía que entumece. Un silencio así es letal y es único. Una vez se escucha en la vida. Y nunca más. Florencia se estiró y abrió los ojos cuando sintió algo frío en su tobillo, seguía recostada sobre el cuerpo de Jazmín a quien el cansancio venció después de su agitar nocturno. Alzó su cuerpo recargándose en el codo y le pasó las puntas de los dedos a Jazmín por sus mejillas, después por su nariz, sus labios. Sonrió cuando en lugar de despertarla con sus caricias recibió un leve ronquido. Dejó caer más su peso sobre ella con la intención de despertarla, pero Jazmín no se inmutaba. Florencia empezó a dejarle besos por todo el rostro hasta el cuello para susurrarle luego al oído "Amor, despierta, me duele la espalda, vamos a la cama". Jazmín balbuceó algo incomprensible y atrapó a su novia entre sus brazos, Florencia se rio al sentirse entera sobre ella. "Jaz, anda, vamos a la cama" Parecía que decía que no, pero por fin estaba abriendo los ojos, respirando la fragancia del cabello de Flor, abrió las piernas y dejó que su novia se acomodara en medio, disfrutando del roce de sus cuerpos. "¿Y si nos quedamos acá?" Florencia se escondió en la curva de su cuello, pintando besos descuidados en su piel y Jazmín ladeó su cabeza sin oponerse al contacto. "¿Tú me vas a dar un masaje después?" Jazmín gruñó y se alzó con la ayuda de sus codos, obligando a Florencia a levantarse. "Vamos a la cama" Antes de pararse, Jazmín pensó que Florencia se pondría la ropa que con tanta urgencia le despojó horas antes. Sin embargo, a su novia no le bastó la pena ni mucho menos la vulnerabilidad que exigía el no cubrirse. Florencia se levantó y tomó la copa de vidrio de la alfombra junto con la taza de té vacía a un lado de la mesa y caminó así a la cocina. Jazmín hizo lo mismo, sin cubrirse el cuerpo caminó hasta la habitación de Flor y se dejó caer debajo de las sabanas. El olor a detergente y la suavidad del algodón la sujetó obstinada. No hizo por dónde vestirse con ropa prestada o la ropa interior que había quedado abandonada en el sillón de la sala. Jazmín no sabía qué hora era pero por la ventana de la habitación se colaban ya imperceptibles nubes de sol. No tenía su reloj ni su celular para poder corroborar, pero ya no sentía el sueño abrasivo que la invadió luego de salir de la casa de Elena. Florencia se estaba tardando más de lo que estimaba sería indispensable para lavar una copa y una taza. Jazmín aprovechó para poner lo recién sucedido en perspectiva. Su llanto y sus motivaciones. El toque de Florencia sobre sus labios y después esa misma tibieza sobre su rodilla. Esa noche no era prudente ni responsable iniciar un atípico soliloquio. Ahora tenía la certeza de que Florencia no quería tener hijos con ella. Al menos no ahora. No sabía cuándo. Al paso que iban, veía a su novia como un resorte de decisiones atracadas. Seguía viendo hacia la ventana cuando empezó el griterío. El departamento de Florencia era ruidoso, pero como ella le había dicho, así le gustaba porque se permitía inventar historias de los vecinos e insultaba con más agrado.

Minutos más tarde, Florencia entró a la habitación con una bandeja con dos tazas de café, pan tostado con mermelada y un tazón de frutas para ella. Desnuda aún, su candidez hizo sonreír a Jazmín quien se recargó en el respaldo de la cama para que Florencia colocara la bandeja a la altura de sus pies. Después se metió debajo de las sabanas desesperada por rozar su cuerpo con el de Jazmín. "Te hice café y pan tostado para reponer energías. ¿Tendrás el turno de la noche hoy?" Jazmín acomodó con cuidado la bandeja sobre sus muslos y le dio una mordida al pan tostado. "Sí, ¿vendrás al hotel conmigo?" Florencia se acercó más a ella, alzando la taza y llevándola con esmero a su boca. "Tengo terapia hoy, pero después voy por ti, ¿quieres que vayamos a caminar al parque y cenamos algo por ahí?" Jazmín seguía masticando el pan tostado, contemplando la posibilidad, aunque seguía enojada quería ceder, dejar ir sus preocupaciones y consentir lo que estaba por suceder. Florencia había admitido y respetado su enojo. ¿O no? Si sabía que Jazmín estaba enojada con ella, ¿por qué le traía café y desayuno a la cama? ¿Así era como planeaba contentarla? "Jaz, ¿te sientes mejor? ¿Quieres contarme por qué estás enojada conmigo o prefieres hablarlo después?" Los ojos de Jazmín se expandieron, sorprendida, tosió un poco para pasar el pan por la garganta y le dio un trago a su café. "No sé, Flor... estoy molesta porque siento que cada vez nos alejamos más... siento que ya no te gusto como antes... lo que hago o lo que digo... por ejemplo, cuando te dije que no había podido llamarte, me respondiste que debo dejarte elegir tus momentos... no sabía que tú pensabas que yo hacía eso..." Florencia tomó su tazón y elegía su fruta mientras escuchaba atenta las palabras de Jazmín. "En ocasiones me parece que decides por mí. Si tú quieres llamarme, hazlo, el resto me corresponde a mí. No me siento cómoda cuando asumes lo que sucederá conmigo" Así lo había practicado en la terapia con Manuela, hablar con claridad, ser asertiva, enunciar los miedos, dialogar. Jazmín bajó la mirada, desprendiendo la costra del pan por las orillas. "¿Y Manuela no hace eso? ¿O Miranda? No puedo evitar sentir que nos comparas" Jazmín dijo eso último frunciendo el entrecejo. Quizás no debía ir por esa ruta. Florencia trató de comprender que ese temor de Jazmín era una proyección reflejo que emergía como un mecanismo inconsciente de defensa. No se sintió atacada, no lo tomó personal, no se ofendió por ello. "Está bien, ¿cuándo es que has sentido eso? ¿Cómo me he comportado yo en esas ocasiones?" Jazmín exhaló, reprimiendo las lágrimas que últimamente se obsequiaban a mares. Reposó el pan sobre la bandeja y se recostó más sobre la almohada, tapándose la cara con el antebrazo. La pose corporal de Jazmín connotando también su frustración. "No sé Flor, ella te ayudó con todos tus muebles, va contigo a todas tus terapias, te acompaña a las clases de improvisación, están juntas todo el tiempo y ahora con lo de su mamá más... es como si prefirieras estar con ella... además lee como tú... yo no leo nada" Florencia estimó necesario explicarle su amistad con Manuela, pero a la vez no quería repetirse, así que se limitó a la simpleza de una verdad. "Jaz yo quiero estar contigo" Jazmín renegó molesta y sacó la almohada de abajo de su cabeza para taparse la cara y sofocar un medio grito. "Sí, Flor, pero ¿hasta cuándo? No sé, quizás ya no nos conocemos más... ya no puedo saber sí..." Volvió a callarse, Florencia puso el tazón vacío en la bandeja y luego la bandeja en el piso. Se acercó y le quitó la almohada de la cara a Jazmín besándole el mentón y atrayéndola hacia ella de la cintura. "Conozcámonos. Tienes razón. Construyamos buenos fundamentos" Jazmín abrió lo ojos, sintiendo el temblor en los labios, se tapó la boca con la mano. "Tú crees que no tenemos buenos fundamentos?" Florencia le destapó la boca y le besó los nudillos de la mano. "Cuando me dijiste que gustabas de mí, yo me casé con Daniel, cuando yo te confesé que te quería, tú me pediste tiempo para resolver lo que sentías por Elena. Quiero disipar nuestras dudas al construirnos juntas" Jazmín se irguió de inmediato, empezando a sentir la conmoción de un enojo en conserva. "Flor yo te elegí a ti... la presencia de Elena me confundió es verdad, pero por lo que fue... yo ya no sentía lo mismo por ella... ya no lo siento..." Florencia reconocía sus paredes internas vibrar, sabía que los límites que había impuesto para sí misma estaban por resquebrajarse. "No sentías lo mismo por ella y aún así hicieron el amor. Yo no amaba a Daniel y aún así me casé. No es un reclamo y estoy haciendo todo por no juzgar tus decisiones, tratar de entenderlas, gran parte de lo que he trabajado en terapia es eso, pero ¿te has puesto a pensar por qué lo hiciste con ella si tú ya no sentías lo mismo? A eso me refiero con los fundamentos. Son frágiles. Los fantasmas del pasado nos destemplaron. Ahora comprendo por qué tu confesión de aquel día me alteró así. También comprendo tu amor por Berta y el por qué te sientes tan vulnerable. ¿Lo has entendido tú?" El color rojo se le subió a Jazmín por las mejillas hasta la raíz de la cabellera, sin dejarse tocar por su novia, se levantó de la cama, desnuda como entró, pero enfurecida. "Si todo esto piensas ¿por qué no me lo dijiste antes? Creí que estábamos bien y ahora otra vez me siento como la mierda... ¿no haces tú acaso lo mismo? ¿Cuántas veces te pregunté? ¿Qué quieres de mí? Ya te pedí perdón un millón de veces por lo de Elena" No era eso, Jazmín. Florencia tomó un hondo respiro y se tapó el cuerpo con la sabana, carburando sus siguientes palabras, aunque ni las hallaba debajo de las sabanas ni a un lado del plato de fruta. Jazmín hizo lo mismo con el cobertor que yacía sobre la cama, lo jaló con fuerza y se rodeó el cuerpo con él, escondiéndose. "¿Y para qué queremos nuevos fundamentos, Florencia? Si tú quieres una cosa y yo quiero otra. ¿Qué caso tiene seguirnos lastimando? Es obvio que tú no vas a dejar ir lo de Elena nunca... y sí, el error fue mío, pero no puedo ir atrás y cambiarlo... Y es obvio que ya no estoy a tu altura" No era eso, Jazmín. Nada es obvio. Florencia empezó a trepidar, sintiendo el frío de la habitación erizarle la piel de todo el cuerpo. "Jazmín estoy alterada y no quiero que..." Jazmín la interrumpió con un sonido que le brotó sin permiso desde el pecho, se dio la media vuelta y volteó hacia la ventana, dándole la espalda a Florencia. "Flor ya estoy cansada... cansada de llorar todos los días... de estar viendo por encima del hombro para saber si vienes con Manuela o no... ya hasta la sueño... y ahora... tú sabías que yo quería hijos y tú me engañaste con eso... Me dijiste que los querías... yo quiero una familia contigo..." Florencia se enderezó más sobre la cama, deteniendo más la sábana contra su pecho, sintiendo una nausea golpetearle las costillas. "Jazmín no llevamos juntas ni un año, quiero disfrutarte a ti, a nosotras, quiero convivir más con tus amigos, quiero viajar contigo, crecer contigo, construir la familia desde nosotras, ni siquiera conozco a tu papá..." Jazmín alzó la voz sin voltear aún a verla "Ni lo conocerás". La amenazó. Florencia se impactó por la contundencia de su dictamen. La furia de Jazmín le irradiaba del cuerpo, no sabía si irse o quedarse ahí parada frente a la ventana. Ya no lloraba.

Florencia se levantó de la cama y caminó hacia ella, la quiso abrazar, pero Jazmín se alejó. "Jaz, ¿qué necesitas de mí? Te amo. No puedo exigirte que aceptes mis cambios. No fue intención mía mentir. Antes quise eso por lo que sabía de mí. Hoy te quiero a ti, tú eres mi familia, pero no quiero una familia disfuncional como la mía. Ni quiero ser un refugio para ti en el cual te sientas como en casa porque recuerda todo lo que hiciste para salir de ahí. No quiero que huyas de mí. ¿Entiendes a qué quiero llegar?" Jazmín se negó dando unos pasos más hacia atrás. "No necesito nada de ti, Florencia. Deja de aplicar lo de tu terapia conmigo. No tienes idea cómo fue vivir en esa casa y tampoco sabes lo que sufrí al lado de mi papá, lo que he tenido que sacrificar para estar aquí" Florencia intentó volver a tocarla, pero Jazmín se dejó caer en la cama, evadiéndola. No iba a llorar esta vez. "Quiero conocerte" Le dijo Florencia con un nudo en la garganta. Jazmín negaba con su cabeza, abnegada, ida, acomplejada. "No tiene caso, Flor, ya no tiene caso... no sé si quiero esto... no me siento bien..." Se llevó las manos a las sienes para desprenderse del silbido petulante de un silencio que se aproximaba muy a pesar de un vecindario tan ruidoso. "Amor, yo quiero estar contigo, compartirme contigo..." Jazmín expelió el aire de su boca en tono de burla y se levantó de la cama. "Tengo todo el mes rogándote que te compartas conmigo... pero ahora que lo pienso apenas y nos vemos... no soy buena compartiéndome quizás... o tal vez no tengo nada más que darte... lo bueno que no vas a estar sola... ya tienes a Manuela" Jazmín se alejó y estaba por salir de la habitación cuando Florencia la alcanzó y la detuvo de la muñeca. "Jaz, no te vayas así... yo no quiero terminar contigo, nos estamos comunicando por fin..." Nuevamente, Jazmín tomó dos pasos hacia la puerta y retiró con brusquedad el agarre de Florencia en su muñeca. "¿Por fin? ¿Y todas esas noches en el hotel no nos comunicábamos? ¿Todas las mañanas que desayunamos juntas?" Ahora si Florencia dejó salir sus lágrimas, le dolía presenciar cómo iban cayendo las ruinas de aquellos edificios viejos. "Hablábamos de mí" Tras escuchar a Florencia pronunciar esas palabras, Jazmín volvió a bajar la mirada al piso. "Jamás me preguntaste por mí" Florencia la tomó de las manos e intentó halarla hacia ella, hacia el interior de la habitación. Hacia el interior juntas. "Exacto, Jaz, a eso me refiero. Quiero conocerte" Jazmín gruñía de frustración y exhalaba con acidez. "Es absurdo, Flor, ¿cómo dices que te gusto si ni siquiera me conoces? ¿Cómo te pudiste dar cuenta hasta ahora que según tú no nos comunicábamos? ¿Qué hacíamos? ¿A qué estabas jugando al estar conmigo, Florencia? Te podrá parecer que me estoy escapando, pero aquí lo único que veo es a una mujer adulta que conscientemente prefiere pasar sus días con una supuesta amiga que lleva dos días de conocerla que con su novia a quien lleva casi un año diciéndole que la ama. No quiero verte más, Flor" Jazmín salió corriendo hacia la sala para levantar su ropa y vestirse con celeridad, Florencia la siguió hasta ahí, aún con la sábana custodiando su cuerpo y ahora llorando sin baranda. "Jaz, hablemos de esto ¿sí? No te vayas así, por favor" Florencia se puso frente a ella en la puerta para impedir que saliera, pero Jazmín ya no dijo más, cayó en un zumbido aletargado de silencio. Estupefaciente. Ni siquiera la volteaba a ver, le recorría una frialdad por la espalda, se le cristalizaba en los huesos. "Necesito que me dejes ir, Flor" Florencia hizo un intento inútil por detenerla, pero sabía que no había más qué hacer, se movió a un lado y abrió la puerta, antes de que se alejara por completo, Florencia le suspiró "Jaz, no te vayas". Pero ya era tarde para eso, Jazmín se iba y al cerrar la puerta los ruidos de todo el vecindario se disiparon en un quejido gutural. Mudo por no erguirse blando. Cimbrando olas de oscuridad. Ese silencio letal y lúgubre que viene tras el vidrio que se estrella. El choque que produce lo que no desprende afinidad.                       

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