Un tercero

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Toda esencia estriba en una discontinua pero permanente contradicción. La Flor de la ventana seguía siendo la Flor que conoció aquel día en el hall. La Flor del hall era la misma con una mascarilla en el rostro que parecía papel higiénico. La Flor con mascarilla era la misma del cuadro que pintó para ella. La Flor del cuadro era la misma que la Flor que se compartió con Daniel. La Flor compartida con Daniel era la misma que la Flor llorando en su habitación, o la que bebió de más en un bar, o la que bailaba con sus hermanas de madrugada, o la que se escapó de una boda. La Flor de ayer era la misma que la Flor de hoy. Sólo habían cambiado sus palabras. Culo ya no era suficiente para descargar su ansiedad. Terapia ya no era tedio. Perdón aparecía hueco y desubicado. Hablar inútil. Las dos mantenían la esencia, pero nadaban en sus contradicciones. ¿Qué tan difícil puede ser entender que a veces el amor también es contradecirse? ¿Hay acaso algo más humano que eso? Qué empeño más absurdo se ha ubicado en lo inmutable. Luego de sentarse en el sillón, Manuela extendió su brazo para tomar la mano de Flor y evitar que se golpeara el pecho. Jazmín no despegaba sus ojos de ellas hasta ver dibujadas en el vidrio cinco palabras cargadas de un único propósito: vainilla, harina, azúcar, vinagre y cocoa. Se giró para darles la espalda y dejó caer la mochila al piso. Cruzó impaciente la cocina hasta llegar a la estufa y tomó el delantal que antes había arrojado sobre la mesa, sin volver al uniforme, sólo lo vistió por encima de su ropa. Se agachó para sacar un bowl grande y dos paquetes de harina de los anaqueles, vació uno de ellos y la mitad del otro y empezó a mezclar con la sal, el azúcar y la cocoa en polvo. Ingredientes secos. Javo entró a la cocina con dos bandejas rebasadas de platos sucios y con cuidado dejó caer todo en el lavabo "¿Qué estás haciendo acá? Pensé que ya te habías ido" Se limpió las dispersas gotas de sudor con el dorso de la mano sin perder su concentración en la tarea. Torta vegana de chocolate. Uno de los postres favoritos de Flor. "No, ya no me iré" Se estiró hacia uno de los estantes detrás de ella y extrajo una botella de vinagre y otra de leche de almendras. Javo observaba perplejo desde su lugar mientras lavaba los últimos platos de la cena. "Pero si hace cien horas querías irte Jazmín, ¿qué pasó con Flor?" Jazmín sacó una cuchara de madera del cajón y empezó a revolver los ingredientes húmedos dentro del bowl hasta obtener una consistencia chocolatosa y espesa. "Eso, que no me voy, voy a hacer una torta de chocolate" Javo terminó de lavar los platos y se acercó a ella, viendo el reloj de su muñeca, faltaban escasos minutos para abandonar su turno también. "¿Torta de chocolate? ¿Para Flor?" Ella asintió mientras vertía la mezcla en el contenedor de acero inoxidable que iría después al horno. "Sí, para Flor... cuando tomaba clases de inglés en el colegio la profesora siempre repetía que para aprender una lengua no bastaba la clase sino todo lo que sucedía antes y después de ésta" Javo arrugó su frente y pronunció un bueno en seco, muy similar al que pronunciaría Virginia. Chasqueó su lengua y se dio la media vuelta para desatar su delantal. Sin decir más le dio un beso en la frente y se retiró de ahí dejando la cocina a su entera disposición. Jazmín se sentó en el banquillo a esperar que la alarma le avisara que la torta estaba lista. Que ella estaba lista. Del otro lado de la puerta Manuela había logrado calmar los nervios de Flor y las dos reían de una de sus anécdotas. Jazmín les dio tiempo. Su paciencia sí era infinita después de todo. Aceptó que a veces Flor iba a necesitar hablar con otras personas, que ella no tenía que ser siempre su balsa salvavidas. Aceptó también que a veces uno tenía que llorar frente a la ventana solo. Que los motivos de Flor no tenían que ser los suyos. Que el amor debe compartir hasta el no querer compartir. Tomó un hondo respiro y se inclinó para ver el reloj del horno, aún faltaban quince minutos, lavó la cuchara y el bowl que había utilizado y se encaminó hacia el comedor. "Hola" Las saludó a ambas con un tono bajo y con temor a interrumpirlas, Flor se paró y se acercó a ella extrañada al notar aún su delantal. "¿Todavía no terminas?" Manuela también se paró y se quedó frente a ellas jugando nerviosa con sus manos. "El turno sí, pero como vi que estaban hablando pensé que podríamos tomar un té con una torta de chocolate" Los ojos de Flor se abrieron con sorpresa y encanto y una sonrisa que se congeló en su rostro. "¿Hiciste la torta que me gusta?" Las mejillas de Jazmín se encendieron con orgullo y Flor entrelazó sus manos emocionada, dejando un beso suave en su hombro. "Bueno, entonces yo me voy, me alegra que ya estés mejor, Flor, hablamos mañana" Manuela tomó su bolso del sillón y estaba por dar el primer paso fuera del comedor cuando Jazmín la detuvo con su mano libre. "No, no te vayas ¿no quieres probar la torta y tomar un té con nosotras?" El corazón de Flor empezó a latir con menor delicadeza y con el pecho henchido le cayeron de golpe todas las cualidades de su novia, recordándose que nunca en realidad las había olvidado. "Tienes que quedarte, Manu, la torta de Jazmín es la mejor, te va a encantar" Jazmín sonrió y le dio un beso a Flor en la frente, también recordando lo que no podía olvidar aunque volviera a nacer y muriera una y otra vez. "¿Segura, Flor?" Manuela la volteó a ver pidiendo su permiso con la misma ingenuidad con la que alguna vez le pidió permiso Jazmín para acercarse a ella. Jazmín empezó a reconocerse en Manuela. En sus gestos. En lo que implicaba que acudiera a ver a Flor. Estaba agradecida con ella. Flor a la vez volteó a ver a Jazmín quien estudiaba con detenimiento las facciones de Manuela. "Sí, quiero que pruebes la torta y me digas qué te parece, ¿quieren que vayamos al deck? Parece que ya dejó de llover" Y de hecho fue así, como una casualidad azarosa, la lluvia se detuvo tan pronto Jazmín puso la torta en el horno. "Bueno, dale, me quedo" Jazmín cerró el instante con un beso en los labios de su novia y les pidió que la esperaran en el deck mientras ella terminaba la torta y los tés. Al entrar a la cocina, revisó la alarma una vez más y sacó tres platos y tres tazas, puso a hervir el agua para los tés y se preparó para sacar la torta del horno. Con los guantes puestos, se aseguró de que la torta estuviera lista y la sacó, colocándola en una plataforma especial. El aroma a chocolate y vainilla invadió sus sentidos. Dejó que se enfriara y mientras colocó las tres bolsitas de té en las tazas, tomando la tetera y vertiendo el agua caliente. Sacó una de las bandejas que Javo había lavado antes y empezó a acomodar todo lo que llevaría al deck. Le dio unos minutos más a la torta y se despojó del delantal, jalándose la remera para cubrirse el abdomen. Una vez la torta se enfrió la puso también en la bandeja y se dirigió al deck. 

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