Los ecos del daño

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La nube de vapor la envolvió entera, como un acto de magia emergente, Jazmín y su manía de bañarse con agua hirviendo. Se secó el resto de agua de los brazos y se sujetó el cabello en una coleta alta, viéndose al espejo empañado por última vez antes de salir del baño. Flor llevaba más de una hora con el computador en sus piernas, redactando una relatoría que el guía les había encargado para la siguiente sesión. La vio desde el peinador, tomando un pomo de crema para las manos de uno de los cajones y caminando hacia ella para sentarse a su lado en la cama. Tenía algo en su cabeza desde hace días y no hallaba cómo ponerlo en las nuevas palabras que estaba aprendiendo de Flor. Dirigió su mirada a ella, seguía con el ceño fruncido y la boca en forma de beso como hacía siempre que se concentraba en alguna de sus tareas o reportes del hotel, aunque esta vez, a diferencia de todas las anteriores que exigían un alto nivel de enfoque, Flor alzó la cabeza y le sonrió. Jazmín inhaló esa sonrisa mientras distribuía la crema por sus manos, considerando cómo iniciar la conversación que tenía en la punta de la lengua. Flor prestó su atención a los tecleos del computador y respiraba con resignación. Desde ese día que hablaron las tres en el deck, Jazmín intuía que todo estaba bien entre ellas, aunque la seguía persiguiendo el hecho de que Florencia no hubiese en lo mínimo intentado acercarse íntimamente a ella. Resonó el comentario de Manuela con respecto a que toda reestructura mental se inaugura con una toma de conciencia corporal. Frase de yoga barato. Se cuestionaba desde entonces si Flor ponía en práctica esto y si su cuerpo le hablaba ahora de otra manera. Todos esos días sin tener relaciones con ella la habían llevado a estimar que la próxima vez que estuvieran juntas se sentiría como la primera vez, no por la cantidad de tiempo que hubiera pasado, sino porque ahora no podía distanciarse de la idea de que el cuerpo de Florencia también se había transformado con la terapia. ¿Sería eso posible? Se percató de que Flor había abandonado las remeras holgadas y los pantalones largos que solía usar de pijama, ahora dormía en ropa interior y musculosas más ajustadas. ¿Tendría eso algo que ver? Volvió a respirar profundamente y se recargó más hacia su lado, tratando de entrometerse en la pantalla del computador, pero sin obtener ver algo. Manuela aparecía en estribillo. Conciencia corporal. Cerró los ojos y trasladó su mente por todo su cuerpo, tratando de ubicar esa sincronía sensorial de la que hablaba. Se detuvo en la calidez de sus manos y el frío oximorónico en la planta de los pies. ¿Sería eso posible? Estaba agitada. Eso sabía, no necesitaba terapia para reconocer esa excitación hormonal. ¿Por qué Flor no se daba cuenta? Quería acercarse y tal vez seducirla con besos en el cuello, pero estaba ocupada. Concentrada. No sería oportuno. No quería arruinar lo que ya había avanzado. Confiaba tanto en Flor que asumió que si ella no se acercaba era porque requería de esa laguna temporal para acomodarse. ¿Y si ese silencio sexual era una nueva forma de manipularla? Qué idiotez seguir considerando que Flor haría algo así. Y por eso, justamente, es que Jazmín se sentía como las primeras veces, debatiéndose entre besarla y esperarla. Hacía mucho tiempo que ese no era un problema. Un beso se volvía más y ambas fluían en un compás balanceado de elecciones mutuas. "¿Jaz?" La extrajo abruptamente de su disyuntiva y volteó enseguida. "¿Me quieres ayudar?" Le ofreció en un tono tierno al tiempo que ponía el computador a un lado y abría las piernas para que se sentara en medio. Jazmín ni siquiera lo dudó, se movió hasta ubicarse entre sus piernas y Flor se le pegó a la espalda rodeándola con sus brazos para retomar el computador y colocarlo en sus muslos. Percibió su piel erizándose al contacto y emitió una leve sonrisa. "¿Qué... qué tienes que hacer?" Preguntó Jazmín con la respiración a traición, no cediendo al impulso de voltearse y besarla. "Tengo que hacer una lista de lo que detona mis tics y describir todo lo que siento previo a su aparición" Jazmín entonces soltó una carcajada al ver la pantalla en blanco. "Flor llevas una hora tecleando ¿cómo es posible que no tengas nada?" Se escondió en su cuello para reírse y estiró sus brazos, yendo hacia el puntero del computador y abriendo la carpeta con su nombre en el escritorio. "¿Nada? Tengo cuatro archivos empezados... y obvio... interrumpidos por mis tics" Jazmín puso cara de confundida. "¿Cómo?" Parecía que Florencia recibía las palabras exactas que esperaba escuchar de ella, como si la hubiera programado desde antes. Cada día que pasaba se convencía más de que entre ellas existía una bizarra telepatía. Un hilo extrasensorial que se extendía por más lejos que cualquier enojo las llevara. Abandonó el puntero del computador y dejó la carpeta abierta para que Jazmín la explorara, después apartó los brazos de ahí y los condujo al cuello y los hombros de su novia, iniciando un inocente masaje. ¿Sería eso posible? Jazmín se estremeció cuando sintió la presión que Flor ejerció en la base de su nuca. "Mira, abre ese que dice Primer intento..." Le pidió, y Jazmín se forzó a abrir los ojos para seguir sus instrucciones sin desconcentrarse de la sensación en sus hombros. Sonrió ante el título del archivo y leyó las primeras palabras. "¿Ves? Tecleé miedo... y empecé a describir las situaciones que me hacían sentir miedo para saber cómo eso detonaba los tics... pero, entonces, llegaste.... me volteaste a ver de una forma dulce y sospechosa, de reojo, para saber si yo te estaba prestando atención, y te empezaste a quitar la ropa enfrente de mí, según tú haciendo la que no se daba cuenta que yo la veía y sin decir más te metiste a bañar... se me fue la concentración al carajo y empecé a putear entre dientes..." A medida que hablaba iba poniendo más fuerza en sus músculos y luego la soltaba, bajando y subiendo las caricias por sus brazos. La sintió cerrar los ojos de nuevo y expeler el aire contenido en su boca. Luego le pidió que abriera el Segundo intento y sin consultarle pasó sus manos por su cintura, debajo de la tela de la remera, aprovechando la piel de su abdomen. Jazmín logró, apenas plausible, abrir el archivo cuando el atrevimiento de Flor la obligó a erguir su cuerpo. "Luego empecé otro... quité lo del miedo y puse frustración, estar frustrada los detona definitivamente y escribí varias escenas de mi pasado donde me llegué a sentir tan frustrada que me rasgaba los brazos y hacía brotar sangre... como en el colegio, por ejemplo, con las burlas y eso... y todo iba bien... pero, tuviste que salir del baño con esa coleta y esta remera... y tenías otra vez esa mirada que no conozco aún... y mi segundo intento de escribir se fue a la mierda otra vez..." Tomó la remera por sus costuras bajas y la levantó con facilidad lanzándola al otro lado de la cama, la pericia de Jazmín se extinguió en algún punto de la oración y sus manos volvieron a adherirse al teclado como pegatinas. Las manos de Flor desfilaron por sus pechos en apenas un roce evanescente. Aunque quisiera hablar, Jazmín sabía que Flor no la dejaría, mantenía sus cuerdas vocales prisioneras de sus pasos. ¿Sería eso posible? Sí, ahí lo dedujo, todo era posible con Florencia. "El tercer intento... empecé por la situación y no por el tic... describí lo mucho que mis hermanas me hacen enojar a veces y cómo eso me saca todos los concha del pato que almacena mi cerebro... pero te tuviste que untar esa crema en las manos... y luego sólo podía pensar en tus manos... me encantan tus manos, Jaz... y lo creas o no... el archivo tres dice sólo eso, pero no creo que sea prudente mostrar eso al grupo ¿o sí?" ¿De verdad le estaba preguntando o todo esto era un juego retórico? Jazmín no pudo hacer más que negar con su cabeza y agacharse cuando las manos de Flor arribaron a las suyas entrelazando sus dedos. La pantalla mostraba unas letras desordenadas producto de la unión y los espasmos involuntarios de Jazmín cuando Flor trajo sus labios a su espalda. Al sentir su lengua, Jazmín casi lanza el computador al suelo con el inminente impulso de su cadera. Flor sujetó sus manos con mayor firmeza y la obligó a mantenerlas sobre el teclado, recolocando el computador en sus muslos. "Y el cuarto intento fue hace unos minutos... cuando te sentaste por fin en la cama y empezaste a debatirte cómo acercarte a mí... si sería muy pronto, si yo estaba enojada, si yo quería, si me besabas o no, si me presionabas, si para mí también había sido mucho una semana sin ti... sin tocarte... y sentía tu mirada quemándome la espalda y el cuello... y aquí vino a concluir el intento... por eso está en blanco... es culpa tuya, así que ¿me ayudas o me ayudas? Porque tengo que llevar eso a la sesión y se hace tarde" Jazmín abrió los ojos sin poder creer lo que estaba sucediendo, no sabía si se detendría ahí o seguiría, podía ver su pecho desnudo en el reflejo de la pantalla y la mirada intensa de Florencia regresándole el efecto cual espejo arrollador. Justo cuando estaba por hablar, Flor ingresó su mano derecha por debajo de su pijama y su ropa interior, sintiendo la tibieza característica de Jazmín quien sólo se limitó a gemir. "¿Sabes que cuando hablo contigo no tengo tics?" Las manos de Jazmín sudaban sobre el computador formulando párrafos ininteligibles para los seres humanos comunes. Recreando las rutas lectivas hacia el orgasmo. Los movimientos de Flor eran lentos y elípticos, frontales, tentadores, no tenía planes de apuro. "¿No?" Alcanzó a suspirar Jazmín con la respiración más honda que nunca. A la inescapable tentativa de apretar sus piernas para exacerbar el cosquilleo en su entrepierna, Flor le estrujó el muslo con su mano desocupada para exigirle relajarse. Flor había aprendido de sí misma durante los últimos años y después con Jazmín que hay diferentes tipos de orgasmos que se adecúan según la ocasión. El de hoy se prometía una emisión de descargas feroces pero pausadas, débiles pulsaciones prologándose en un tiempo infinito, como secuelas de terremoto que persisten los años y los daños. Un orgasmo que perdura la noche toda y parte de la mañana. Los que no sucumben al olvido. "Pero, ese es precisamente el problema, Jaz, que no te puedo llevar a todos lados a donde vaya y a cada trabajo que consiga para que me calmes las puteadas" Murmuró muy cerca de su oído intensificando el hormigueo en su calidez inferior. "¿No?" Repitió ella, ni siquiera estando segura de haberlo hecho ¿lo pensó tan solo? Saldría como un vano esfuerzo por ocultar un ruido vergonzoso. Un eco del anterior. "No, por eso quiero que me ayudes con esto, porque tengo que aprender a hacerlo sin ti, aunque esté contigo" Jazmín empezó a moverse debajo de ella, pero sin tensar más sus piernas, reconociendo el orgasmo que Flor había elegido para ella esa noche y ansiándolo más que de costumbre. Lo dedujo otra vez. ¡Qué seguridad tan excitante que incluso sin que uno pronuncie las palabras el otro entienda los significados! ¡Qué semántica más perfecta! Florencia todo lo hacía posible, transpiraba su lealtad hasta en los anhelos de su cuerpo, era tan mujer que daba miedo, ella era poder y el poder estaba por darse cuenta, ciego antes a su embrujo hoy le rendía pleitesía. La lentitud de sus dedos invariable, la presión más ejercida, y Jazmín ya no podía mantener sus manos quietas en el computador, tuvo que sujetarse a los lados de la sábana, asiéndose ahí temiendo sublimarse, estiró sus piernas logrando que el computador cayera con suavidad a un lado. Flor sólo sonrió sabiendo que estaba cerca, por su exhalación en cortos gemidos, su inhabilidad para mantener los ojos abiertos y la prensa sellada de su labio inferior. "Y sí, una semana también es mucho para mí" Fue lo último que necesitó Jazmín para dejarse venir y encorvarse hacia delante, trayendo a Flor consigo ola tras ola sobre su espalda. La acompañó en esa posición hasta que sintió su último temblor, ajustándose ambas al regreso de un viaje, disfrutando cada constricción del pecho, el aliento retomando su ritmo natural. Como pulsión eléctrica de alto voltaje Jazmín echó su cuerpo hacia atrás resintiendo aún el rezago de una entrega que no requiere consecuencia. Exhausta, vulnerable y expuesta. A Florencia le encantaban esos orgasmos, los prefería porque podía ver a Jazmín en una paz flotante. Y ella también quedaba tranquila, a merced del tiempo, sin el loco desenfreno o el desgaste típico de una tensión en escala. Sin decir más, Jazmín se recargó en su pecho, de lado en posición fetal, pero arriba de ella. Flor le dio un beso en la frente sudada y volvió a tomar el computador con cuidado situándolo en la cadera de Jazmín y sonriendo al ver las letras que sin intención había tecleado durante su momento, lo guardó en el escritorio con la certeza de que algún día lo leería y sería la única capaz de entenderlo. Abrió un documento en blanco y empezó a escribir con rapidez. "¿Te inspiraste?" Le susurró quedito, sin inmutarse por el peso del computador en su cadera o los golpes de Flor en el teclado. "Ya sabes lo que dicen... la quinta es la vencida" Flor se rio y siguió escribiendo, dejando que el sonido de las teclas arrullara el sueño de Jazmín que no tardaría en llegar. "Cuéntame lo que escribes" Le pidió con ternura abrazándose más a ella. "Escribo que sólo hay dos personas en el mundo que han logrado contenerme los tics... y que tengo que entender qué es lo que hacen Manuela y tú para ayudarme a descomprimir... para después aprender a hacerlo sola y no depender de ustedes..." Dijo con una franqueza tan determinante que Jazmín permaneció en silencio. No sabía todavía qué implicaba a nivel mental, pero físicamente registró una sola reacción en su cuerpo al escuchar a Florencia, miedo.

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