Gravedad

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Fenómeno natural de atracción. La única premisa ausente. Sin ser una fuerza, pero consecuencia de toda curva intercedida por la distribución impar de energía. Falsos hoyos negros en cóncavos vacíos. Resistencia polar inequívoca. Una sonrisa detrás de horizontes esféricos. Lucía y Florencia entraron a la oficina, ambas con una carpeta en la mano. Mario Estrella las esperaba, piernas cruzadas y ceño fruncido. Vestido para la ocasión que ameritaba una corbata. La seriedad que precedía toda compulsión. Las dos hermanas se sentaron frente a él, sirviéndose sus respectivos vasos de agua antes de que Mario desenvainara la espada. "Estoy más convencido ahora que no es buena idea que sigan trabajando para Gustavo Meiller. Les tengo una oferta" Lucía exhaló, cansada de lo mismo, después de la noche que vivió con sus hermanas había empezado a creer que su padre no llegaría a evadirlas con la misma actitud. Ilusiones que imperaban aún. "¿Qué tiene Meiller que tanto odio te provoca?" Mario se cruzó de brazos y se recargó en su silla. Viéndolas con recelo. "No es odio, ni siquiera eso se merece. Mira hija, Gustavo Meiller no puede representar a la gente con esas ideas vanguardistas y vulgares" Lucía abrió la carpeta que llevaba consigo y señaló algunos puntos para que su padre pudiera seguir la lectura. "¿Esto te parece vulgar? ¿El matrimonio igualitario? ¿La adopción diversa? ¿La soberanía de la mujer?" Mario terminó de leer lo que le indicaba Lucía y empujó la carpeta hacia ella. "¿Y por qué un hombre habría de defender la soberanía de la mujer? ¿No tendría que hacer eso la misma mujer? No tiene principios Meiller, estuvimos juntos en el colegio, sé que no es una buena persona" Florencia jugaba con el contorno del vaso que tenía enfrente, alzando la vista hacia su padre. "Lucía y yo valoramos sus propuestas, al menos a nosotras como mujeres nos prevé una mejor calidad de vida. Un espacio para encontrarnos" Mario arrugó la frente desconcertado con el tono de su hija. "¿Un espacio para encontrarte, Florcita? Si Jazmín no se equivoca, tú estás más hallada que nadie. Ella como mujer está de acuerdo conmigo, si fuese tan soberana la propuesta ¿no estarían todas las mujeres con él?" Soltó una risa audaz y sellada en la ironía. Mediando la reacción de ambas. Florencia echó para atrás el cuerpo, sorprendida. "¿Cómo Jazmín? ¿Qué quieres decir con eso?" Mario tomó aire y se aclaró la garganta, pasándose el dorso de la mano por el vello creciente de su barba cenicienta. ¿Acaso mentía? ¿Cuáles eran los indicadores de la mentira? ¿Mirar hacia arriba? ¿A la derecha? ¿Tenía indicadores la verdad? "Hace unas horas hablé con los dos, Jazmín y Mariano, ambos están de acuerdo conmigo. No consideran que sea buena idea defender a Meiller" Lucía molesta golpeó la mesa con su puño, haciendo vibrar el vidrio de los vasos y la jarra de agua. Se levantó de la silla incapaz de procesar lo recién escuchado estando sentada. "¡Me estás jodiendo! ¡Justo de eso hablamos! ¿Crees que no podemos tomar una decisión por nosotras mismas? ¿Qué pensaste, que Jazmín y Mariano nos iban a convencer de dejarlo todo?" Mario negó con la cabeza, evitando la mirada de Flor y dirigiéndose en cambio a Lucía que seguía de pie y enfurecida. "No, pero si hay alguien que las conoce son ellos y están preocupados al igual que yo. ¿Por qué seguir con esto? No tiene sentido" Lucía refunfuñó y les dio la espalda, exasperada, abrumada con todo lo que salía de la boca de su padre. Florencia le dio un trago a su agua y vio a su padre a los ojos. "Jazmín y yo no estamos juntas, papá. Y si hay alguien que me conoce, soy yo. Comprendo el porqué de tu molestia hacia Gustavo Meiller, es verdad, tiende a ser muy radical, pero sus propuestas favorecen mi libertad en vez de oscurecerla como hace el candidato de la oposición" Mario extendió sus manos y tomó las de su hija en un acto desesperado y maquiavélico. "¿Cómo van a favorecer tu libertad, hija? Son sólo promesas. Promesas que encima van en contra de la santidad de nuestra familia" Florencia tomó un respiro para calmarse antes de responder o de que Lucía interviniera por ella porque sabía que vendría en su defensa. "Lo que quieres decir es que ¿una persona como yo no merece concretar ese lazo con la persona que ama? ¿No merece tener hijos con su pareja?" Mario bajó la cabeza y siguió acariciando las manos de su hija. "No, Flor, no es eso. Tú te mereces todo, pero nunca a costa de la destrucción de la noción de familia" Lucía se acercó más a ellos, riéndose ahora de la situación en la que solito se había metido su padre. "¿Cuál de tus cuatro familias entra en esa noción? Y si hablamos de destrucción, ¿acaso no eres tú un especialista?" Mario resopló, ignorando la sagacidad de Lucía y yéndose por quien seguro en su cabeza aparecía como el eslabón más débil de la familia. El más maleable. "Hija, ¿por qué no hablas con Jazmín de esto? Estoy seguro de que ella puede aportarte una perspectiva más clara de todo este asunto" Lucía intervino con un grito explosivo y demandante, sobresaltando de paso a Florencia. "¡Que ya no están juntas! ¿No escuchaste o también te chupa un huevo eso? No puedo creer que hayas hablado con ellos a espaldas nuestras" Mario soltó las manos de Florencia y se dejó caer de nuevo en la silla. "No fue así, Lucía, por favor, contrólate. No hace falta alterarnos así. Discúlpame, Flor. Jazmín no me dijo nada de que hubieran terminado. Sólo sé que ella también está preocupada por esta campaña y la entiendo. Nunca te habíamos visto así, irrespetuosa con tu viejo, altanera. Mira si no hace mal la política, de Lucía lo entiendo, pero ¿tú, Flor?" Una lluvia de injurias producto del Tourette y años de discreción le atribularon la cabeza a Florencia. Colgando de su lengua los insultos que insistían en descargarse sobre la mesa, sobre la corbata de Mario, como vómito imparable. Florencia se secó el sudor de las manos contra el pantalón que vestía y alzó la cara. Nunca más. "A pesar de que confío ciegamente en Lucía, yo misma revisé con detenimiento las posturas tanto de Enzo Rojas rata como las de Gustavo Meiller. Ugh No me hubiera atrevido a defender a alguien que va en contra de mí misma. Me llevó más tiempo decidir acerca de un computador que elegir al candidato que nos pone a nosotras por encima de sus propios intereses ñah ugh. ¿Idealista? Obvio ugh. ¿Puras promesas dices? Creo que el poder de una promesa recae en quien la cree no quien la emite. Lucía y yo las creemos y eso es suficiente" Mario seguía en negación, rehusándose a dar su brazo a torcer. "Yo sé que ustedes recuerdan a Enzo. Lo conocen desde niñas, ¿saben lo que va a pensar de mí y de nosotros si siguen obstinadas en defender a su opositor? Lo perderíamos todo, incluido este hotel. La política es una cuestión de lealtad, entiendan eso" Florencia comenzó a agitarse, su respiración más desigual que minutos antes, golpeándose el pecho repetidamente. "La vida ñah es una cuestión de lealtad, papá. La próxima vez que necesites hablar conmigo no uses conchudo a Jazmín. Más que tu desesperación por convencernos de abandonar la campaña me duele que te hayas aprovechado de la vulnerabilidad de Jazmín para probarme a mí un punto que no puedes sostener por ti mismo pito traidor" Mario volteó a ver a Lucía, esperando un rescate, al borde de la rendición. Batallas que se pierden sin haber comenzado. "Perdón, Flor, no sabía lo de Jazmín. Sólo les pido que lo piensen bien, estamos a tiempo aún. Lo digo de verdad, si Enzo pierde, perderíamos todo nuestro patrimonio. Prométanme al menos que lo van a considerar" Más promesas. Ninguna de las dos decía nada. Mario se levantó de la silla y abandonó la oficina sin mirar atrás. Lucía se acercó a Florencia y le detuvo el brazo para que no siguiera golpeándose el pecho, hacía tiempo que no la veía tan alterada. "¿Estás bien?" Florencia asentía, tomando un trago de agua apurada y pidiéndole que la esperara con la otra mano. "Pregunta boluda, perdón, perdón. ¿Es verdad que podemos perder el hotel?" El odio que sentía Lucia por su padre en ese momento era inconmensurable, ver de nuevo a Florencia así de afectada le hería particularmente. "No, no Flor. No vamos a perder nada. Mario sabe que tú jamás nos pondrías en riesgo y lo dice para inquietarte. ¿Quieres que revisemos el expediente de Enzo Rojas otra vez? Voy por él" Lucía se movió para ir en busca de esos archivos, pero su hermana la detuvo, obligándola a sentarse a su lado. "No, ugh tienes razón. Lo hemos revisado varias veces. Estamos juntas en esto. No dejaré que las amenazas de papá nos impidan hacer lo que siento que está bien que defendamos. Confío en nosotras" Lucía le sonrió, ayudándole a limpiarse las lágrimas que Florencia ni cuenta se daba que corrían por sus mejillas tan pronto Mario abandonó la oficina. "Eso mismo. Estamos juntas en esto y en todo. ¿Te parece bien si nos tomamos el día? Necesito hablar con Mariano" Florencia asintió. "Será lo mejor. ¿Nos vemos mañana temprano para seguir con los spots?" Lucía se levantó y tomó su bolso del perchero. "Por supuesto, Flor" Cuando Florencia estaba por salir de la oficina, Lucía se aclaró la garganta para llamar su atención. "Por cierto, Flor, gracias por mi reloj, me encantó" Florencia le sonrió y ambas salieron de ahí. Listas para lo que viniera. Oferta olvidada. Más fuertes que todo aquello que se considerara relativo y masa en suspensión.


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