Capitulo 49

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Narra Max.

Camine hacia una casa y entre por una ventana, no podía pensar en otra cosa más que en venganza, sangre y muerte. Caminaba sigilosamente, era de noche, no quería despertarlos de sus hermosos sueños. Como un gato con un ratón, o un tigre con la gacela, como yo con esas vidas inútiles.

Abrí la puerta completamente mientras inclinaba mi cabeza a un lado, con mi sonrisa y mis ojos bien abiertos para no perderme ni un segundo.

Frente a mi había dos personas, dormidas, desnudas y sudadas, bichos asquerosos que son felices cuando los de alado sufren sin ningún motivo, mi vista paso a unas manitas que salían de una pequeña jaula de bebé.

Me acerque y pude ver a un bebé pequeño, callado y sin miedo. Volteé a ver. La pareja, saque dos enormes cuchillos y me subí sobre la cama.

Ellos parecían empezar a despertarse, el hombre estaba echado boca arriba con una mano en su pecho y la otra agarrando la de su prometida, en cambio la otra estaba echada panza abajo, con una mano cerca de su rostro que estaba cubierto con los pelos largos y desordenados, mientras su otra mano estaba junta a la del hombre.

Clave los dos cuchillos en ellos, uno mato directamente al hombre ya que apunte perfectamente en su corazón, pero la chica, mi cuchillos seguía en su espalda, se alejo cayendo al suelo, grito al ver a su pareja muerta y luego al verme a mi al rostro.

Se arrastro rápidamente hasta él teléfono, él bebé solo mira, me pare sacando el cuchillo del pecho del tipo, camine de lo más tranquilo donde la mujer y la agarre del cabello, haciéndola levantar la cabeza y gritando trate de sacar el cuchillo pero estaba bien clavado en su interior así que solo lo empuje haciendo que la punta saliera por el frente. Pego otro grito, y el bebé empezó a sollozar.

- Cállate, perra - Y con tan solo una lenta y filosa deslizada de mi cuchillo en su cuello, se ahogo en su propia sangre. Solté una risa para luego dejarla tirada ahí e ir por el bebé.

Lo cargue e hice que se callara, camine hasta la otra casa y deje al bebé en el pasto frio, agarre una piedra y rompí el vidrio que estaba cerca de la puerta, la abrí y entre a la casa.

Escuche pasos arriba y subí, dos personas mayores susurraban, la mujer insistía con llamar a la policía pero el necio del hombre solo decía que se encargaría de esto, entre la oscuridad me escabullí y el tipo paso delante de mi sin darse cuenta, saque el seguro del arma y le dispare en la cabeza haciendo que su cuerpo sin vida callera por las escaleras, la mujer grito y se metió al cuarto.

Camine hasta la habitación y dispare tres veces para romper la chapa, con una indefensa patada la puerta se abrió. Entre y lo la vi por ningún lado, me subí sobre la cama y vi la ventana abierta pero esa no me la creía.

Dispare al armario y luego al baño, nada, mi estuche se acabo y la cambie, esa perra aprovecho y salió corriendo debajo de la cama, la seguí y se encerró en el cuarto de sus dos hijos que lloraban.

Esos dos estúpidos que se creían de lo mejor por tener los tenis más caros que mi hermanito. Mi sonrisa se agrando de ser posible, distare a la puerta la misma cantidad que con la otra y se abrió por el impacto de una.

Vi a la mujer sujetando la mano de su hijo para que saliera por la ventana, dispare en su mano haciendo que el chico callera de la ventana hacia fuera, escuchando su cuerpo caer al suelo y a la mujer gritar de dolor, a la niña mimada gritar y ocultarse en el armario.

Tire el arma que me facilitaba todo y el juego se volvía aburrido, corrí hasta la mujer y con dos cuchillos los metía y sacaba de su cuerpo. Después de dejarla ahí, me dirigí al armario y lo abrí, vi a esa estúpida y la agarre del cuello, puse sus dos manos arriba de su cabeza y con un cuchillo los clave al suelo, con ayuda de unos cuantos golpes que hacían sacar gritos fuertes. Viole a esa niña como nunca, me pedía piedad pero lo único que se gano fue que sacara el cuchillos de sus manos y lo clavara en su garganta.

Tus Ojos verdesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora