C A P Í T U L O 16º

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     Entonces después de tanta rabia y coraje. Aún existía alguien dispuesto a ayudar, para que aquellas almas virtuosas y puras no se perdieran en el frío y oscuro inframundo. Lugar del que nunca más podrían salir. La mirada adelantadora de Iris, hacía que la voluntad de Atena crezca a medida en que aquel sentimiento de bien se propagaba por todo su cuerpo, reclamando su sangre como una verdadera alma de bien.

     Y aunque sabía muy bien a lo que se estaba enfrentando, estaba segura que simplemente aquel mismo propósito haría que siguiera en pie, evitando a toda costa esos pensamientos que derrumbarían su fuerza y sabiduría. Bloqueando los temores para que cuando los nervios se liberasen, sus miedos no salieran a la luz. Podía sentir como el mismo sentimiento era compartido por las dos, aceptando así el deber y la propia valentía para cumplir las palabras de poderío y virtud.

     Poco a poco estaba desapareciendo la temeridad y la mentira, destruyendo lo que un día engañó su corazón. Aquella fuerza especial que alentaba de manera errónea el corazón de Apolo ¿Acaso habría solución para sus actos? ¿Acaso encontraría la redención ante la enorme mentira que estaba creyendo? ¿Acaso podría volver a ser el de antes? El mismo que en esas novelas se mostraba tan majestuoso y digno de todos sus títulos divinos ¿Acaso así como él tenía una mínima oportunidad de volver a ver la luz que un día el mismo confundió por guerra y dolor, de igual manera podría volver a abrazar a mi madre, a mi hermana, a mi nuevo camino a seguir, poder volver a sentir que el mundo no está en mi contra, si no que camina conmigo, enseñándome, aprendiendo, dándome a saber el verdadero propósito de mi vida ¿Sería capaz de hacerlo?

     Poco a poco mis ojos despertaban y mientras esperaba a que las cosas por fin se aclaren ante mi vista, mis pensamientos colmaron más allá que mi atención, intentado vagamente que les prestara alguna que otra importancia. Quise volver a ver aquellos luceros que me ayudaron a escapar del laberinto, aquellas mismas facciones que siempre me hicieron reír, esas mismas tardes que nunca me dejó caer entre la pena y la agonía. Pero solo fue un querer. Solo eso. En lugar de la luz del sol, una pequeña lámpara alumbraba mi estancia y rodeada por innumerables barriles, decidí levantarme sin saber lo que me estaba esperando.

       —¿Dónde estoy? ¿Por qué me duele tanto la cabeza? ¿Iseo? —Decía delirante, mientras que el eco de mi voz, aumentaba mi curiosidad así como mi preocupación. Intentaba a toda costa moverme, pero al parecer unas cuerdas sujetaban mis muñecas y talones ¿Dónde estaba? ¿Qué habría sucedido? —. Iseo, necesito que me respondas, me estas asustando ¡Iseo!

       —Calma ya niña, tu amigo esta inconsciente y dudo que pueda oírte, así que no pidas que te hable, eso sería imposible —Reía una voz muy vieja y arisca, acompañada por algunos movimientos muy parejos y continuos. Tambaleando mi cuerpo de un lado a otro, despacio y sin apuro, levemente y sin rudeza ¿Qué lugar era este?

       —Selene... yo te salvaré... —Escuché decir a alguien a la cercanía, era como si pudiera oírlo en frente mío. Iseo estaba débil. Pero no podía ni siquiera ver en qué situación nos encontrábamos, solo un sentir de desesperación se estaba apoderando de mi coraje.

       —¿Dónde estamos? —Pregunté secamente, mientras llamaba la atención de la misma voz longeva y sin apuro alguno. Un olor estaba perpetrando mi nariz, un aroma muy fuerte y sin gusto alguno. Estábamos rodeados por litros y litros de alcohol. Pero ¿Qué personas podrían anhelar tanto guardar tantas cantidades de licor en barriles?

       —¡Capitán lo encontramos! ¡Lo hemos encontrado al fin! —Gritaban alguien mientras que descendía enérgicamente mientras que un aire muy característico descendía acompañado por las pisadas de aquel hombre.

       —¡Todos preparaos! ¡Nuestro momento ha llegado piratas! —Sus palabras poco a poco encajaban con aquellas pistas, el aroma a licor de los barriles amontonados, la pólvora que emanaba la ferocidad con la que una vez fueron lanzadas. El movimiento de un lado a otro, característico de la marea. Estábamos presos en un barco pirata, varados entre los sueños y la admiración por encontrar un tesoro en medio del mar abierto. Dónde miles de bestias silenciosas, esperaban discretamente para poder atacar y destruir todos aquellos que osaron ingresar y reclamar sus aguas como suyas.

       —Iseo, despierta de una vez —Dije tirando una patada para intentar liberarlo de su desvanecimiento. Todavía no podía escuchar los signos de dolor, debía empezar a tirar con dirección. Pasaron unos segundos y todavía seguía impactando contra un madero y cuando pensé que no lo conseguiría un último tiró sirvió para oír aquella voz de Iseo.

       —¡Ya para! —Gritó al ver que seguía golpeándolo. Mientras que sin querer la venda que tapaba mis ojos, se resbalaba poco a poco, hasta que por fin dejarían ver claramente el panorama con el que estaba siendo recibida—. Solo debías hacerlo una vez. Lastimas.

       —No estaría haciéndolo si no me hubieras perdido entre las manos de unos piratas ¿Tanto te costaba dejarme en el castillo del rey de Creta? ¿Acaso no podías hacer eso? —Regañaba mientras que mis muñecas intentaban liberarse, estaba haciendo un esfuerzo muy fuerte para dejar de sentir aquellas cuerdas rodeándolas.

       —Ni siquiera puedo recordar lo que paso. Pero dudo que Teseo y Ariadna, nos hayan hecho esto. Así que ahora nos encontramos en un navío. Al parecer no nos ha ido tan mal Selene, estamos vivos y sin ningún rasguño —Pretendía sonreír mientras que la venda todavía le cubría los ojos.

       —Solo tuve que viajar al pasado de nuevo, por solo algunos segundos y despierto en un barco lleno de piratas ambiciosos y sin higiene. No puedo creer que teniendo una de las posibilidades más fáciles, hayas hecho que nos encontremos en una situación tan estúpida —Decía mientras que mis muñecas se dislocaron, permitiéndome zafarme. Un dolor inmenso se difundía entre mis huesos y colocándolos en su lugar, deseaba no tener que volver a hacerlo—. Creo que será mejor que nos larguemos de aquí cuanto antes, antes deberé liberarnos. 

 

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POR DECRETO LUNAR | 1º © #WATTYS2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora