CAPÍTULO | 5º | EDITADO

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     La luz se expandía por todos los lugares y una vez más se atrevía a rociar mi rostro con un rubor muy tenue, algo imprescindible, algo mágico de entre todas las cosas que había conocido. La misma presencia de Gala, se esforzaba cada vez más por intentar llegar a su destino ya trazado, no podía dejar de observarla, era algo muy extraño ver aquella determinación tan imponente, cuando se trata de hacer travesuras, podía ver en su mirada el reflejo de toda la osadía con la que había podido desobedecer a nuestra madre. Aun así me preocupaba las intenciones de ella, nunca la había visto en este plan ¿Acaso estaba cambiando? ¿Por qué salir de casa cuando ella nunca ha infringido las normas de mamá?

     El día se iba acabando, los pocos rayos de sol, cada vez se iban desvaneciendo, anunciando que otro día habrá llegado a su fin, un nuevo comienzo nos esperará mañana. Y aun cuando el día se haga más brillante y la noche asuste con su penumbra, siempre existirá algo más, algo que surgirá para alegrar la vida de aquellos que han perdido la luz en sus corazones, aquellos que han perdido la noción del tiempo a causa de sus esclavizadores. De aquellos que han iniciado una guerra y sin querer sienten que hicieron mal sin necesidad. De esos que amaron y nunca fueron correspondidos. De los mismos que nunca quisieron cambiar. De mí, que jamás me cansé de esperar.

     —¿Qué es lo que piensas? Te he visto muy distraída desde la llegada del dios Apolo al templo. A veces piensos que te ha hecho algo, una niña tan carismática y activa, y ahora solo se sienta a mirar al horizonte ¿Segura que estas bien? —Preguntaba Gala mientras su sombra se dibujaba en el suelo. Su rostro recibía la misma luz del atardecer. Esa tan especial que solo algunos podían llega a notar.

POR DECRETO LUNAR | 1º © #WATTYS2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora