La luz se asemejaba, me respaldaba, me cuidaba, me seguía, me aniquilaba. Poco a poco la misma fuerza que antes no había nacido de entre los escombros, ahora se presentaba como una salida recién construida por mi subconsciente en apuros. Mi mirada se centraba en Odiseo, tal vez su presencia había sido causa de una intimidación, pero no iba a permitir que mi alma y cuerpo, cayeran ante una fuerza minúscula comparada con la mía, debía hacer brotar y arder el fulgor que tanto tiempo había contenido. Tal vez así, solo así, la puerta de la libertad se vuelva a divisar ante mis ojos.
—¿Crees que podrás vencerme? Ya he visto muchos actos de valentía en otros contrincantes, pero no fueron más que simples ahogos en el mar de su perdición —Habló él dibujando una sonrisa perversa delante de mí.
—Si no lo hago estaré traicionando a mis ideales, y no voy a despertar en un mañana donde mi voluntad sea gobernada por un dios lleno de incredulidad y orgullo, por tan solo recurrir a almas en pena —Refuté caminando, dejando que el mismo poder recorriera mi interior sin restricción alguna. Sabía muy bien que estos actos a cometer, sería una decisiva para explorar mis límites, debía de contemplar el verdadero poder con el que mi alma fue heredada.
—Demuestra quien eres en verdad y clava en su corazón el mismo dolor que viviste —Suscitó la misma voz que antes me había liberado de mis cadenas, aunque no lo quisiera, había algo de extraño en esas palabras. Sentía como si no estuviera siendo yo, como si en realidad toda aquellas fuerza no me perteneciera por completo ¿Acaso toda esta demostración de voluntad, no sería más que el cosmos de esa entidad? Aun así, no debía desaprovechar las oportunidades y no lo volvería a desaprovecharlas.
—¿Quieres que te recuerde nuevamente quien tienes ante ti? Entonces pelea, inútil humana —Bufó Odiseo mientras su arma brillaba con el arder de su propia osadía y valentía, desmoronando las pocas destrezas que estaba consiguiendo.
Mis manos buscaron nuevamente aquel báculo indeciso. Aquella arma que había aniquilado por completo a Atea, junto con Moros. La misma que reclamaría la vida de Odiseo.
—¿Por qué lo haces? —Pregunté intentando hallar mi propia pregunta en mi confuso pensamiento—. En verdad he de ir por allí, asesinando a personas que son inocentes de todo pecado ¿Acaso mi destino está escrito para exterminar la vida en todo el mundo? No lo creo.
—¡¿Selene que haces?! —Exclamó la misma presencia. La misma melodía de su voz no volvería a escucharse entre tantas incógnitas y barreras que mi corazón estaba colocando—. ¡No puedes hacerme esto ahora! ¡No habrá más salida!
—No pienso hacerle daño a nadie más, nadie que solo está siendo controlado por sus impulsos —Contesté ante la admiración de todos. Había perdido nuevamente el control de mi cuerpo.
—Si así lo quieres Selene, no dejaré que tu insensato sentimiento de perdón y misericordia se apiaden de mi pensamiento. Ahora no he de perecer ante nadie y menos sabiendo que me llevas en tu interior. Yo he de cumplir mis propios mandatos, con o sin tu ayuda —Habló aquella existencia. La misma que estaba destruyendo las pocas lágrimas que de mis ojos salían.
—¿Acaso te has rendido? —Preguntaba riendo Odiseo, el mismo que no se atrevería a hablar más, no cuando supiera lo que su destino había escrito para él.
—No dejaré que le hagas daño —Hablé intentando volver a controlar mi cuerpo, el mismo que se me estaba siendo arrebatado por completo—. ¡Basta de una vez!
—Ya es muy tarde —Insinuó la voz ante la sorpresa de todos, mi voluntad había sido quebrada por su fuerza, y mi sentir había sido tomado por su sed de venganza. Estaba acorralada dentro de mí, sin oportunidad de detener esa rara presencia.
—¿Pelearás? O tan solo te resignaste a morir —El sarcasmo se podía notar a lo lejos, pues su lengua nunca antes había estado tan venenosa como en el pasado—. Ya no esperare más por ver tu sangre recorrer mi espada ¡Muere de una vez Selene!
—Alto —Sonó la voz de Calipso—. No es seguro que pelees.
—¿Por qué? —Preguntó con curiosidad aquel hombre que permanecía frente a mí y la entidad que ardía entre el fuego del odio.
—No es preciso que alces su espada en alguien que ya está batallando en estos momentos —Soltó demostrando su verdadero poder frente al guerrero. Su presencia sería la misma que percibiría durando mi liberación.
—No he de dejar que una simple hija desterrada arruine mis planes de liberarme —La onda de sus palabras era mucho más fuerte que las mías, las mismas que eran apagadas por su ferocidad. No estaba hablando yo, y ni siquiera podía hacer algo para revertirlo.
Mis manos volvieron a buscar el báculo. Sacándolo de su misterioso lugar, el mismo que no había descubierto aun. La luz lo hacía relucir de entre todas las joyas, su fuerza se sentía al rozar el suelo y su intimidación era mucho más peligrosa que un simple instinto de pelea. Ahora no habría nadie que pudiera hacerme retroceder.
—Selene. Sé que puedes recuperar tu conciencia —Comunicó Calipso acercándose.
—Aquí ella ya no existe —Sonreía mirándola fijamente, sintiendo como el poder me colmaba y sin posibilidades de detener aquel ente, se propuso atacar—. Te veré en el inframundo, Calipso.
—¡Duérmanla! —Gritó ella haciendo que mi cuerpo cayera sin más dilación al suelo, cubriéndome entre las sombras que el mismo sol poseía. Ahora podría recuperar nuevamente mi control, o eso era lo que pensaba antes de sus palabras.
—Tal vez me hayan detenido, pero ten por seguro Selene, que mis actos no serán juegos de niños, ahora más que nunca he sabido como persuadirte y lamento que tus expectativas se hallan roto como tus recuerdos, pero tú, me perteneces —Rió macabramente la entidad.
—No... te dejaré hacerlo —Suspiré cayendo entre el aroma de un nuevo amanecer, el mismo que ansiaba conocer.
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POR DECRETO LUNAR | 1º © #WATTYS2018
Fantasi| Libro 1º - SAGA ASTROS OSCUROS | Miles de oraciones son elevadas al cielo, en busca de ser cumplidas, en busca de que por fin alguien más allá de las fuerzas humanas, pueda cumplir sus sueños. Pero aquellos mismos ruegos caen en busca de un mejor...