C A P Í T U L O 33º

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       Una brisa gélida se impregnaba en mis huesos, dotándome de un frío inexplicable, de una ráfaga de tantos sentimientos cohibidos, los mismos que estaban a punto de liberarse. Estaba siendo la espectadora de una obra maestra en mí interior, una obra maestra llena de espíritu y corazón. Algo de lo que no me arrepentiría jamás.

       Abrí los ojos intentando hallar algo más que me recordara aquellos hermosos años y momentos que había pasado junto a los que tanto amaba, junto a todas esas personas que nunca dudaron de lo que podía hacer, de lo que podía sentir y expresar a través de letras. Estaba segura que esos mismos momentos que añoraba en mi mente, se harían realidad, pero por ahora mi presente estaba enfocado en cosas muy diferentes a lo que el futuro y pasado me exigían y aunque lo quisiese, no podía hacerles caso, no cuando ahora mi destino estaba siendo marcado una vez más.

       Sin embargo cuando traté de retomar aquello que me asustaba, pude darme cuenta que todo ya había terminado y las palabras de Calipso me ayudaron a desaparecer aquel miedo que simplemente aterraba a mi alma, devolviendole la poca paz que fue arrebatada de ella.

       —Quizás resulte difícil, incluso imposible para un alma tan joven como la tuya. Pero aun así, debes de aprender a dejar atrás aquello que no hizo más que infundir veneno en tus recuerdos —explicó Calipso mientras sus ojos todavía permanecían cerrados—. Debemos seguir.

       Sus manos se abrieron, para después extendiéndose hasta las mías —quizás habría sentido el frío que en ellas había— Juntar nuestras palmas. A la misma vez que podía  experimentar su espíritu y la tranquilidad con la que estaba siendo ella dirigida.

       —¿Qué seguirá después de mis miedos? —me atreví a preguntar evadiendo el silencio con el que mis oídos eran aturdidos, ni siquiera el sumido natural se escuchaba, todo estaba sumido en un silencio inaudito, ensordecedor, cautivante y duradero.

       —Tu culpa —embozó soltando mis manos de un tirón. Su solo gesto me intimidó, ¿Acaso algo raro estaba sucediendo?, ¿Habría llegado a sentir lo que pasó por mi mente?, entonces si así era no existía marcha atrás—. El segundo chakra que nos encamina, es propio del elemento Agua. Uno de los más importantes a la hora de liberarnos, pues para dejar que la energía pueda pasar, debemos abandonar una de las toxinas más peligrosas. La culpa.

       —Ya he tenido la oportunidad de conocerla a la perfección —murmuré huyendo de las palabras que querían adueñarse de mi voz.

       Podía sentir como poco a poco —Del lugar más recóndito de mí ser— Se liberaban todos mis recuerdos llenos de culpabilidad y desprecio hacia mí misma, hacia mis decisiones, hacia mi propio actuar.

* * *

       —¡Selene! —escuché gritar a mamá, mientras todas las demás se quedaban admirando mi osadía hacia la presencia del dios Apolo.

       Aunque no fue del todo destructora, las miradas corrosivas y el enojo con el que eran dibujadas sus expresiones, hacía a más de uno sentirse culpable, no podía describirlo.

       —Yo soy Moros, dios del destino y estoy aquí para detenerte, Selene —escuché una vez más la misma melodiosa voz, de el destino.

       —Aquí no existe más Selene, Moros, y dudo que quieras averiguar qué es lo que realmente reina en ella —estaba siendo completamente manipulada no podía moverme, solo mis ojos eran los espectadores del terrible final que le aguardaba a por él—, ¡Muere de una vez!

       —¡No! —grité internamente mientras que Calipso pudo notar aquel quejido.

       No podía negarlo toda la miseria y la culpa de haber sido la causante de diversas muertes. Me recordaba que nunca encontraría la paz absoluta, por más que buscara la puerta siempre estaría cerrada y no encontraría calma alguna.

       —No es preocupéis, yo os sacaré de este laberinto con vida, aquel monstruo no tocará ninguna de sus almas —podía verme hablando con seguridad, la misma que se desvanecería al mismo tiempo en que veía sus cuerpos inertes y sin vida, siendo devorados por la bestia. Una vez más había fallado, la culpa se hacía cada vez más grande.

       Sentía algo extraño. Aquel sentimiento parecía que no se iría. Se estaba expandiendo.

       —No debes dejar que todos los recuerdos que un día pudiste presenciar, se conviertan en el mismo velo que tape tus sueños y añoranzas que ahora brillan en tu destino, alumbrándote el intenso y largo camino que tu vida espera recorrer con valentía y perseverancia —escuché la voz de ella. Tenía razón.

       —Solo eres un simple juguete de los dioses... —inmediatamente mis nervios explotaron, mi sangre dejó de circular y mis huesos empezaron a decaer, mientras que una ráfaga de extrañez cubría mi mente—. Quizás te hayas preguntado tantas cosas en tu camino, tantas muertes hayan pasado por tu vista. Tan solo por la triste intención de salvarlos, pero dime ¿Qué has ganado con eso? Nada.

       Mis parpados se intentaron abrir, pero antes de que pudiera dejar la meditación, un nuevo pensamiento interrumpió el acto —Deja que la culpa fluya, deja que el pasado se haga polvo y el presente, la manera de remediar lo que no pudiste controlar— Aquella ideología tenía razón de entre esa voz que atormentaba mi razón.

       —Tengo que soltarlo —suspiré sintiendo el aire caliente emanar de mi nariz.

       Aun sentía que la culpabilidad se extendía, le tenía algo de recelo, y sin querer, cuando pensé que no habría más salida que ser consumida por completo. Lo comprendí. La culpa si debía cubrirme, si debía ser quien se adueñara de mi alma en ese lapso. Porque solo así, se iría. Entendí que las lágrimas son la mejor alternativa para liberarme, pues ellas limpian lo que un día la culpa manchó. Y solo muestran su poder cuando llegas al límite de tu resistir. 

       —Dejaré que mis lágrimas recorran todo mi espíritu, dejaré que todos los sentimientos de culpa se vayan, pues quizás así no solo la energía se libere, si no que mi propia esencia se sienta libre de cadenas —por fin lo había logrado y la culpa se habría marchado para siempre, llevándose consigo, todo de lo que un día me arrepentí de sentir.

* * *

       —Lo has logrado —suscitó Calipso dejando su sonrisa independiente, brotar de lo más sincero que era su corazón. 

 

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POR DECRETO LUNAR | 1º © #WATTYS2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora