C A P Í T U L O 23º

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     El agua se sentía cada vez más cercana. Rosando mis memorias e intentando que recobrara a la realidad. Poco a poco la misma luz que había sido mi sendero durante el camino de regreso, ahora se atrevía con mucha insistencia a quitarme de aquel estado inconsciente. Mi mano se estiró, dejándome sentir una suave y a la vez arisca sensación, podía sentir pequeños granos, mientras que un pequeño silbido se podía oír a lo lejos. Ahora más que nunca estaba presente por medio de mis sentidos. Los mismos que ha cada segundo que me encontraba en perfecta tranquilidad, se extendían sin mayor dilación ni esfuerzo alguno.

     Todavía podía recordar las palabras de Moros ¿Acaso su ataque había sido causado, más allá de las ofensas dichas por las bocas de los piratas? ¿Sería que el mismo temor que podía presentir en su palacio, había sido la causa de su ataque? ¿Habría querido detener su destino? Aun así, había podido establecer una conexión con la entidad que gobernaba mi interior. El mismo vínculo que ahora no podía sentir vivo. Aquel que se asemejaba al lazo débil que me unía con Gala.

     Algo despertó sin querer. Dejándome percibir un tenue dolor que en lugar de seguir hiriendo mi tacto. Desaparecía entre menos pensaba en él ¿De dónde podría provenir aquel dolor? Pero antes de que mis ojos finalmente volvieran a abrirse, una voz interrumpió mi acción, volviendo a cerrarlos bruscamente.

       —Eres patética, insignificante. Ni siquiera sé cómo pude haber terminado en un cuerpo así —Interrumpió mi trance, esa voz tan misteriosa y peligrosa que habitaba dentro de mí.

       —Yo no pedí esto y tal vez pueda adivinar que tampoco fue tu decisión estar aquí, juntas. Aun no sé quién eres o que eres, pero me limito a preguntar, porque sé que aunque sea una simple mortal sucia y con la vida contada tras mis venas. He podido llevar mi rumbo hacia la verdad de mis ideales —Contesté sin enunciar palabra alguna. Al parecer la entidad prefería la telepatía más allá de los sentidos que podía proporcionarle.

       —¿Qué buscas demostrar en realidad? ¿Quién crees que eres en verdad? ¿Acaso una mortal podría haber hecho todo esto? ¿Habría llegado tan lejos como osas decir? —Interrogó mientras intentaba recobrar mi mente y pensamientos, para mí había unas escasas pero tal vez existentes respuestas a esas incógnitas.

       —¿Qué tratas de decir? —Refuté mientras me acercaba hacia una especie de gas en mi mente ¿Acaso esa sería la forma de la voz?—. Tan difícil se es decir la verdad O ¿Me equivoco?

        —Es fácil, cariño. Pero no quiero ser benevolente contigo, todavía no —Podía ver como aquel espectro se movía a la vez que las palabras se podían oír—. Arruinarías mis planes y ahora que he quitado al destino de mi camino, tal vez tenga nuevas oportunidades.

        —¿Acaso asesinaste a Moros por tu beneficio? ¡¿Cómo has podido ser capaz?! Él no había sido agresivo con nadie y de eso puedo estar segura —Apelé mientras que mi voz se alzaba entre nuestra conversación.

        —¿Crees que por tener esas visiones lo sabes todo? Estas muy equivocada, aquellas visitas al pasado no son más que estragos de mis poderes dentro de ti, gracias a mí, es que puedes ver el pasado de aquellos que marcaron tu presente. Por lo que veo la vida en el olimpo es más importante para ti —Aclaraba dejando a la luz su voz arisca y algo persuasiva.

       —Si tú eres la causante ¿Por qué permites que pase eso? —Seguía mientras que mi tacto volvía. Estaba por despertar, lo podía sentir—. Tal vez mi pregunta no sea contestada. Aun así, pretendo averiguarlo por mi propio modo y no pararé hasta que mis palabras sean hechas leyenda en carne viva.

       —Aquí estaré esperando Selene. Pero antes de que te vayas y cortes el lazo. Tengo que enseñarte una cosa. Quizás así puedas ver porqué Moros se entregó a su muerte —Agregó desapareciendo todo a nuestro alrededor, para que nuevamente la oscuridad cobrara dominio de entre mi vista—. ¿Recuerdas este lugar?

     La misma luz al fondo del camino podía nuevamente observarse, descubriendo a un hombre fijado en sus eternos pergaminos. Era Moros y su habilidad inconfundible.

       —Moros... —Susurré observando el ardua labor que se le era encomendado—. ¿Por qué me trajiste aquí?

       —Mira y calla, no estaremos mucho tiempo aquí y debes aprovecharlo —Terminó, desapareciendo de mi mente, dejando tan solo con el panorama que brillaba en mis ojos.

       —¿Qué haces aquí Atea? ¿Tú también has sido llamada por el destino? O ¿Es qué os causa curiosidad las cosas que te esperan? —Habló Moros interrumpiendo la oscuridad y rigurosidad de la maldad en carne propia—. ¿Hablarás?

       —Solo vine a ver si es verdad lo que dicen en el panteón ¿Apolo se volvió loco? Eso sí que es una primicia para mí. Incluso pensé que algo habrían tramado para confundirme —Comentó Atea acercándose a Moros. Quien al verla, soltó una mueca de rechazo—. ¿Me harás el favor de averiguarlo?

       —¿Acaso ganarás algo con eso? ¿Por qué interés en un dios que ya no volverá a pisar el olimpo? —Enunció desatando la sorpresa en el interior de mi ser, así como la expresión de interés por parte de Atea.

       —Hice un pacto con él. Un trato algo sucio, pero divertido. Tan solo debo asesinar a una joven insignificante que lleva dentro a alguien especial —Balbuceó moviéndose lentamente, rozando los hombros de él.

       —¿Dijiste una joven? —Preguntó absorto con una inquietud en sus palabras.

       —¿Pasa algo destino mío? —Sonrió intentando encontrar la respuesta en la mirada de su compañero.

       —¿Quieres saber si en verdad valdrá la pena? —Correspondió dando en el verdadero propósito de su visita.

       —Exacto —Volvió a sonreír observando la decoración desabrida del lugar en donde se encontraba.

       —No lo sé... Ni quiero saber —Sonrió desapareciendo ante los ojos de Atea.

       —¡Moros! ¡Regresa aquí! —Gritó ella dejando que su voz se extendiera por todo el inmenso y oscuro territorio. Poco a poco la expresión de enojo se infundiría en el rostro de la maldad, haciendo que destruyera el mismo papiro de su propio destino, dejando caer la tinta sobre los demás.

       —No más —Grité abriendo los ojos, exponiéndome a la intensa luz con la que era recibida. Causando que volviera en sí y recuperara la vista bruscamente, pudiendo presenciar la desafortunada zona donde me encontraba nuevamente varada. Una isla. La misma que era adornada por miles de pedazos de madera. 

 

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POR DECRETO LUNAR | 1º © #WATTYS2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora