1. Las Jones.

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Kendall's POV

Voy hasta el armario y saco el primer par de zapatillas que veo. Las tiro en el bolso y mi celular suena sobre la cama. Resoplo cansada y contesto.

-Espera un segundo Ruth,- digo tras recibir su quinta llamada en diez minutos- estoy saliendo.

No la dejo decir nada cuando le corto y bajo las escaleras a toda velocidad. No almorcé casi nada y ahora mi estomago se queja de hambre. Antes de salir voy hasta la cocina para buscar una manzana e ir comiendo en el camino, pero mi madre me detiene antes de poder escapar.

-Kendall, recuerda volver a las nueve en punto.- dice señalándome con un dedo.

-Si mamá, ya me lo dejaste claro las otras siete veces.- pongo los ojos en blanco, cosa que sé que ella odia y agregó:- Me daré una ducha en el club.- abro la puerta de la casa y me echo a correr por la calle.

Hace casi dos meses mi madre empezó a salir con un tipo llamado Josh. Eso es lo único que sé del sujeto, aparte de que se esposa murió y tiene tres hijos. Según mi madre ellos ahora vendrían a ser como mis hermanastros, o algo así. No la veo tan enamorada desde...nunca, ahora que lo pienso mi madre nunca salió con nadie desde que yo nací. Supongo que quería dedicarme toda su atención cuando no estaba trabajando en algún caso nuevo, ya que es abogada.

Las cosas parecen ir tan enserio con Josh que no me sorprendería si me dijese que se va a casar con el, aunque yo aún no lo conozca. Cuando le pregunté porque todavía no me lo había presentado dijo que quería esperar un poco más para asegurarse de que iba a ser duradero. Ahora luce más joven, más feliz. Y yo también me alegro por ella.

Siempre hemos sido nosotras dos por nuestra cuenta.

Vengo tan metida en mis pensamientos que no me doy cuenta cuando choco con un chico de mi escuela. Lo reconozco al instante, y prefiero no acercarme mucho a él, porque sino la loca de su novia me arrancaría los pelos hasta dejarme calva.

-Fíjate por donde vas- dice con un tono de molestia.

A la mierda su novia- Fíjate tu, estupido.- le espetó y me pongo a correr otra vez.

El club no queda lejos de casa, entonces casi siempre vengo caminado, o corriendo. El cartel de North Dallas Vandals se divisa a una cuadra más y llegó a los vestuarios con la respiración agitada y unas gotas de sudor cayendo por mi frente.

-¡Hasta que te decides llegar!- Ruth levanta los brazos y los deja caer de nuevo.

-Se me hizo tarde- me excusó.

-No me digas.- se cruza de brazos.

-Deja el sarcasmo para otra día, Ruthanne- la regaña Vanessa- La estás agobiando.

-¿Oíste? Me estás agobiando- me pongo los shorts dando saltos y Ruth me mete la camiseta con el número siete por la cabeza.

-Entonces no llegues tarde.- pretendo no oírla cuando mordisqueo mi manzana y el entrenador se pone a gritar que ya es hora de salir a jugar.

(...)

-¡Me empujó!- grita una morena cuando se cae y señala a Thalia.

-¡Claro que no!- reniega.- No es mi culpa que la cancha esté hecha un asco.

Es verdad. Los rociadores se rompieron la semana pasada e inundaron toda la cancha, por no mencionar la cantidad de barro que se ha formado. Apenas puedes correr sin caerte y ensuciarte todo el uniforme, es más, apenas nos podemos reconocer entre nosotras ya que el barro nos cubre la cara y la ropa.

Hermanastros| Zach HerronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora