Capítulo 29

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Tras un largo camino, mis pies sienten molestia y siento como si se quisieran derretir para así no moverme y descansar, pero aquí el amigo no va a detenerse aunque se lo pida. Tiene una misión en su mirada, encontrarse con aquel amigo que tanto echa de menos en sus brazos. Pensando de esta manera, ¿qué tipo de amistad tienen? Si hace todo esto será porque es un lazo fuerte.

Caigo al suelo, exhausto, jadeando de estar caminando como cinco horas seguidas sin descanso alguno. ¿Dónde estamos? ¿Cuántos kilómetros hemos recorrido? Lo más importante, ¿sigo vivo o es una mera ilusión? Nadie se muere por caminar.

—Jarrod, descansemos un rato, por favor —le suplico, pero hace oídos sordos y sigue su camino.

Lo único que puedo hacer es igualar su marcha. Me levanto del suelo, con las piernas aún gritando piedad, e intento ponerme a su lado.

—Tu amigo seguro se está moviendo por el mundo, no vas a encontrarlo andando a ciegas.

—Puede que vaya como un pollo sin cabeza, pero al menos lo intento.

—A este paso vamos a cruzar toda América en un día. Solo te pido unos minutos de descanso.

Se detiene, piensa en mis palabras y, al final, se rinde ante mi petición.

—Está bien, descansaremos cinco minutos.

—¡Gracias! —mis ojos están que sueltan lágrimas de alegría.

Ya en el suelo, apoyado en el pie de un árbol cualquiera, le veo suspirando. ¿Por qué tanta prisa por encontrarlo si puede estar en el otro barrio? Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, pero él, aunque lo pierda, no va a parar de caminar. ¿Cómo se le llamará a eso?

—Deberíamos encontrar un lugar en el que refugiarnos, está anocheciendo —informa.

No le falta razón. La noche se acerca a nosotros con rapidez y no hemos podido encontrar una casa abandonada para atrincherarnos.

—Encontraremos algo, ya verás.

—En mitad del bosque lo dudo —observa su alrededor—. Nos quedaremos aquí, ya que tanto has insistido en parar. Sacaré las latas.

—Espera —le detengo al escuchar algo lejano—. Pisadas.

Posa su mano en el cuchillo de caza de su cintura e intenta ubicar al enemigo. Me pongo de rodillas y hago lo mismo. ¿No puedo tener un simple descanso?

Las hojas crujen ante sus pisadas, gruñidos llegan a mis oídos y puedo notar que algo gotea. Oír los huesos crujir no es muy agradable, pero se pueden hacer excepciones, ya que no se reproducirá más al pasar a nuestro lado.

Cuando ya se ve su figura, me abalanzo a su cabeza y le clavo el cuchillo en el blando cráneo. Se apaga al instante y cae al suelo, muerto de nuevo.

—Odio los bosques. No nos quedamos, podrían aparecer más —recoge su mochila y vuelve a caminar.

Le doy una patada al caminante y le maldigo.

—Te odio, caminante. Has estropeado mi descanso.

Recojo mi mochila y pillo la marcha de Jarrod sin mucha gana.

—Una casa abandonada o no hay descanso. Y espero que sea para ahora, sino caminaremos toda la noche.

—¡Eres un demonio! Tú no tienes tanta resistencia, eso seguro.

—No me conoces, Lloyd.

—Lo suficiente como para saber que no aguantarías toda la noche caminando.

—No me pongas a prueba.

—Eres una mala persona —le da igual mi comentario, por un oído le entra y por el otro le sale.

Media hora después, escuchamos un motor lejano. ¿Una moto? ¿Un coche? ¿Quién sabe? Viene de lejos.

Cuando cruzamos unos pocos árboles más, vemos un pueblo un tanto vacío en el que hay un centro comercial.

¿Un centro comercial en un pueblo? Es lo más raro que he visto en mi vida, aunque el pueblo no es pequeño, pero está a un kilómetro.

—El sonido de motor debe de venir de este lugar.

—Yo también lo creo —me acerco al centro comercial—. Las puertas parecen intactas.

—Lo parecen, pero de seguro está cerrado —nos acercamos a la puerta e intentamos abrirlo—. ¿Lo ves?

—Vale, cerradas. ¿Qué hacemos?

—Abrirlas sin hacer ruido —me quedo pensativo.

—Las únicas formas que podemos hacer para abrirlo son ruidosas.

—Pues entrar por algún otro lado.

—¿Sabes que no me gustan los centros comerciales? Suelen haber muchos caminantes.

—De seguro habrán, pero esto es mejor que ir al pueblo y encontrarnos con otra horda.

—Supongo...

—Saca la linterna, vamos a explorar este lugar.

Esto solo puede ir de mal en peor. ¡Es la peor idea que ha tenido en todo lo que llevamos de compañeros! Bueno, la noche ya cae sobre nuestras cabezas, así que no me puedo negar en esto.

Por favor, que no hayan muchos caminantes.

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