Prólogo

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Enero de 1984

Jack ha cerrado la puerta y se ha detenido por un momento, respira y sabe que no va a cambiar de decisión. Suspira y sin ver atrás sale corriendo escogiendo cualquier dirección. « ¿Qué importa a dónde vaya?» piensa. «Lo importante es que me voy»

Decidido corre con mucha más fuerza. Su cabeza es un lío de pensamientos que se cruzan unos con otros. No dice ni una palabra, solo sigue corriendo.

La casa materna está sola. El único hijo que quedaba se ha ido.

Meses antes de irse de su casa, Jack tenía manchas de pintura en todas las paredes de su cuarto y por supuesto que en todas sus camisas. El dibujo para él, es más que un pasatiempo, es su medio de expresión, la comunicación más genuina y espontánea, en cada lienzo que pinta plasma su realidad, su verdad y su comprensión del mundo; claro, también tiene otros pasatiempos que le apasionan como la lectura y escribir cuentos. Para Jack el ejercicio de escribir es un rito que le sirve para liberar toda su creatividad y olvidar los embrollos en los que todo el tiempo anda metido. Siempre saca una buena historia de sus metidas de patas en el colegio, de los bailes en los que nunca le habló a la chica de sus sueños y por supuesto, de sus problemas para enfrentar la vida ahora que ya terminó la secundaria.

Entre pintar y escribir, así se le iba la vida a Jack, pero estas actividades eran motivos de discusión con sus padres, pues para sus progenitores el ser un ingeniero o un doctor es lo primordial en la vida, ellos creen que una persona que se dedica al arte nunca va a poder salir adelante.

El día en que Jack decide irse de su casa ha llegado. Discutió muy fuerte con sus padres, pero él no va a permitir que su vida se base en complacer los gustos de otras personas, si bien respeta y ama a sus papás, eso no significa que siempre va a hacer la voluntad de ellos. Jack, tiene muchos sueños, ilusiones y locuras por vivir. El muchacho ha ahorrado por tres años, es decir, toda la escuela secundaria para poder tomar esta decisión, y junto con el dinero que fue donado por su abuela, está seguro que encontrará un pequeño cuarto para alquilar y vivir en él por unos meses hasta que pueda conseguir un trabajo mejor; lo tiene todo planeado, aunque no había contemplado el hecho de tener que discutir con sus padres, su plan era irse de la casa sin discusiones y con dinero en la bolsa. De estas dos cosas, sólo cumplió una, es decir, el dinero en su bolsa, ya que sus progenitores se negaron a apoyarlo. Para ambos padres las cosas estaban claras, o ingeniero o doctor, así de simple.

Aunque el muchacho está muy triste, sabe en lo más profundo de su interior que volverá con sus padres, solo tiene que darles tiempo, y por supuesto, trabajar y esforzarse mucho para lograr sus ideales y volver con buenas noticias a la casa que lo vio crecer.

Con estas ideas en la cabeza el chico sigue corriendo, va tan desprevenido que sin darse cuenta tropieza con un muchacho, que posee la misma edad que él. Este chico, iba con su mochila y una maleta pequeña.

—Lo siento, perdóname — Mencionó Jack al muchacho.

—Tranquilo, por suerte no me dolió mucho — Dijo éste y se tiró una carcajada.

—Pero, si eres Marck, mi gran amigo de la infancia— Habló Jack muy alegre.

— ¡Pero si eres Jack!, ¿Cómo estas viejo amigo?

—Me encuentro demasiado triste, aunque al mismo tiempo emocionado; pues el día de hoy, me voy de mi casa para poder seguir mis sueños.

— ¿En serio? Mira qué casualidad, yo también me fui de casa hoy. Mis padres me compraron una nueva vivienda, en una pequeña ciudad a unos cuantos kilómetros de aquí y hoy mismo me mudé.

Los papás de Marck eran dueños de una gran fortuna que les fue heredada por sus antepasados. Siempre le daban regalos demasiado caros a su hijo y no es de sorprender que para su graduación, le hayan obsequiado una casa propia.

— ¿Crees que me puedo quedar contigo esta noche?— Preguntó Jack.

— Por supuesto que sí. Eres un gran amigo y voy a hacer lo que pueda para ayudarte.

— Muchas gracias Marck ¡eres asombroso!

— Eso ya lo sé Jack, no tienes que repetírmelo, yo soy el mejor. — Marck puso una cara de superioridad— Pero por el momento, dejemos de reconocer mi perfección y mejor vayamos a tomar el autobús, por desgracia, mi automóvil se averió, así que por hoy nos tocará movernos a través del transporte público.

Ambos amigos se dirigieron hacia la estación de autobús. En el camino hablaron y mencionaron lo grandioso que va a ser la vida ahora que ya están lejos de sus padres. Sin embargo, ninguno de los dos sabía a qué se iban a enfrentar.

Al llegar a la estación, Jack se encontró con una chica muy bonita a la hora de tomar el transporte, era rubia y tenía hermosos ojos verdes. El chico quedó atónito con su belleza y durante todo el camino no dejó de mirarla, pero a pesar de todo, la muchacha en ningún momento lo volteó a ver a él. Por algunos minutos Marck le hablaba y le contaba algo sobre su vida, pero Jack no ponía atención, pues estaba obsesionado con la chica de ojos verdes que a simple vista parecía ser alguien amigable, puesto que tenía una gran sonrisa en su cara. Después de un tiempo, ella se levantó de su asiento y se bajó unas cuadras antes que el par de amigos, pero Jack no dejaría de pensar en esa chica del autobús durante toda la noche y tenía la esperanza de volver a verla. 

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