Capítulo 27 "En tus manos"

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*Narra Emma*

Mi mente estaba tan concentrada y ocupada que me era difícil ponerle esmero a tantas cosas a la vez. Por un lado tenía que estar atenta a mi maestra de educación física que estaba en la labor de enseñarnos los ejercicios más básicos de flexibilidad y, por otro lado, mi mente estaba totalmente enfocada en el bolsillo de mi short que vibraba ferozmente con la nueva notificación de un mensaje recibido, uno que lograba erizar los pelos de mi espalda y acelerar mi corazón sin remedio alguno, emocionado, ávido, vivaz. Y como si eso no fuera poco, parte de mi cerebro estaba trabajando insaciablemente en intentar buscar una estrategia tan estúpidamente buena como para saltarme la clase e ir al baño.

¡Rayos! Vamos Emma, por una vez en tu vida utiliza ese aparatejo inservible al que le llamas cerebro.

En cuanto la idea llegó a mí, los nervios y la ansiedad no se hicieron esperar; estaba más que claro que no era una buena actriz y por ende no sabía fingir, o por lo menos no lo suficiente para la tonta idea que se me había ocurrido, pero no tenía opción, era eso o nada.

Suspiré forzosamente en algo que más bien pareció un leve intento de exhalación, y con un momentáneo arrebato de valentía grité tan fuerte como mis pulmones me lo permitieron. — ¡Ay! —toqué afligida mi muslo intentando en la medida de lo más posible parecer realmente lastimada. Aunque tampoco era algo no sencillo de creer, pues de antemano la maestra sabía mí no muy buen currículo en deporte; desde pelotas en la cabeza hasta tobillos torcidos estaba lleno mi expediente en esta materia. Jamás había sido buena en deporte e irónicamente mi madre había sido campeona de atletismo en sus tiempos de bachillerato. Quizás ésta había sido una cualidad que también le había heredado a mi padre además del pelo rubio y los grandes ojos verdes.

Pensar en él solo causaba un horrible sentimiento de opresión en mi pecho, algo cargado de tristeza y decepción, me hubiera gustado tanto sentir el protector cuidado de un padre cuando más lo necesité, me hubiera gustado tanto saber de dónde provienen algunas cosas que mi madre dice que se parecen a él, saber mis orígenes; posiblemente mi pelo rubio provenga de mi abuela paterna, o de mi abuelo, a lo mejor mi torpeza también la tengan algunos primos, quien sabe si teniéndolo cerca hubiera podido ser tan inteligente como él, porque mi madre las pocas veces que lo menciona dice que era inteligente, también dijo una vez que saqué su sonrisa encantadora, aunque sé que eso no es cierto, mi sonrisa toda desviada y malograda no podría ser jamás encantadora.

El chico de mis dibujos© [COMPLETA libro I y II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora