Capítulo 26 "Parentesco"

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Multimedia, Fabia Towsend

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*Narra Evans*

La sonrisa en mi cara era inconfundible e irreversible, pero es que no era para menos, me sentía feliz y eso era algo que no podía negar. Justo en este momento dejar de sonreír se me hacía demasiado imposible, simplemente mi cara delataba que la emoción que estaba sintiendo era descomunal.

Una leve risa se me escapó al pensar en ella, estaba tan hermosa, tan única, tan... Emma.

— ¿Me dirás de una buena vez porque pareces ese gato feo de Alicia en el país de las maravillas? — Puse los ojos en blanco en cuanto escuche la conocida voz de Aztridh. Por un demonio, aquí vamos otra vez.

—No es nada... — respondí con simpleza intentando de una buena vez dejar de sonreír, sin embargo terminé riendo completamente al recordar sus mejillas sonrosadas.

¡Ay Emma! ¿Qué estás haciendo conmigo?

—Anda E, no seas así, cuéntame que esa felicidad es en parte gracias a mi— me zarandeó fastidiosamente en el sofá. Gruñí asqueado tirando mi buen humor por el caño.

Sin decir ni una palabra me levanté y me dirigí a la salida de la mansión dispuesto a irme. — ¡Evans Isaac Townsend! te prohíbo dejarme con la intriga —chilló Aztridh cabreada, pero ni de coña le diría a menos que no quisiese una loca psicópata detrás mío obligándome a ser más cursi de lo que ya estaba siendo de por sí. No, definitivamente no estaba en mis planes contarle nada de lo que pasó ese día con Emma... Lo que pasó. Lo que pasó fue surrealista, fue mágico. Quizás mi padre me estaba ayudando desde su otro mundo.

No se me hacía mal pensar en lo que había pasado, de hecho incluso me sentía feliz de pensar en ese momento, me sentía dichoso, casi que flipando se podría decir. Sus ojos asombrados, sus mejillas rojas, sus labios entre abiertos, sus palabras... sus palabras estaban complemente claras en mi mente, de hecho recordaba ese instante a la perfección, y es que mi cabeza no dejaba de repetirlo una y otra vez.

Recuerdo que mi corazón se aceleró como jamás lo había experimentado y es que no estaba familiarizado con la sensación de confort y ansiedad que sentía. —Yo... no lo sé — respondió nerviosamente provocando un extraño frenesí en mi pecho, como si de momento mi corazón hubiera dejado de palpitar aunque sabía que eso era imposible. Tragué saliva y Sonreí nerviosamente.

El chico de mis dibujos© [COMPLETA libro I y II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora