Capítulo 12 "Mi chico"

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*Narra Emma*

Mis ojos se abrieron como platos ante la menuda impresión. De momento sentí que estaba completamente desnuda y expuesta anta la inquisidora mirada de Evans. ¡Joder, no, no, no!

Evans parecía estar casi estático en su lugar y yo también, ninguno se movía o hablaba siquiera, era como si el tiempo se hubiera detenido. De momento él se mordió el labio y luego de suspirar, apartó finalmente los ojos de mi casi que a regañadientes.

— ¡Cielos, chica capuchino! —sonrió casi que abochornado y entonces metió ambas manos en los bolsillos de sus bermudas. Parecía algo incómodo, pero no podía entender por qué, o sea, la incómoda debería ser yo en todo caso.

Me quedé estática sin saber que responder y él al darse cuenta de mi prolongado silencio, finalmente me miró. Nuestros ojos se miraron persistentemente y terminé sorprendiendo los suyos con la pupila dilatada, recordándome algo que había leído por ahí hace tiempo, creo que en un informe de biología. "La pupila del ser humano se expande cuando hay poca luz, y cuando algo resulta apreciable al gusto de la persona".

Carraspeó y lamió su labio posterior para luego volver a hablar, — ¡Cielos! Creo que debería irme— su voz estaba ronca, más esa mirada tan intensa que tenía lo hacía ver de una forma diferente. Más adulto por así decirle, como que de momento no era el mismo Evans juguetón sino otra fase suya, una más... ¡Vaya! Más ¿hormonal?

—Sí, deberías irte— él asintió sin embargo no hizo nada con la mera intención de marcharse de aquí, no se movió ni un centímetro, o por lo menos no en dirección a la puerta, pues a su peculiar paso felino, comenzó a acercarse a mi sin ningún temor alguno. ¡Claro! Él sin ningún temor, pues yo sentía que mi respiración comenzaba a faltar y mis neuronas cogían un vuelo desde el cerebro hasta fuera-de-serviciolandia.

Si, así de traicioneras son las pinches pendejas.

Quedamos frente a frente y tuve que inclinar la cabeza hacia atrás para poder mirarlo a los ojos, sin embargo me arrepentí en seguida pues estos destellaban con algo desconocido para mí, pero no desconocido desde el punto de no poder decir de que se trataba, sino desconocido desde el punto en que nadie nunca me había mirado así, con... voracidad, avidez, necesidad incluso, como si fuésemos dos amantes a punto de profesarse su amor.

El chico de mis dibujos© [COMPLETA libro I y II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora