*Narra Emma*Mis cejas estaban tan unidas que fácilmente podía decirse que era una sola. Las mejillas de mi madre se tiñeron de rojo y la clara vergüenza estaba plasmada en su esbelto rostro.
A pesar de que ya pasaba de los treinta y cinco años, ella seguía siendo una mujer muy hermosa. Tenía un largo cabello negro y lacio que le llagaba hasta la cintura y unos grandes ojos verdes. Siempre estaba maquillada pero aún si no lo estuviera su cara seguía siendo perfecta.
Yo sabía de antemano que algún día tendría esta conversación con ella, es decir, no siempre se iba a quedar soltera. Mi madre era una mujer joven y tenía derecho a recobrar su vida amorosa, eso me quedaba muy claro, pero en el fondo, deseaba que eso sucediera con mi padre y no con alguien más.
Aunque de todos modos yo no recordaba a mi padre y ella tan siquiera ame había hablado de él.
—Bueno, tal vez esa no fue la mejor manera para decirlo— su voz me sacó de mis pensamientos. Una mueca que fue un vago intento de sonrisa se dibujó en mi rostro.
—Yo... — me detuve sin saber muy bien que decir— madre, no te preocupes por mí, tú tienes todo el derecho de salir y disfrutar—. Mordí el interior de mi mejilla. Una dulce sonrisa maternal se apareció en sus finos labios y sentí como sus suaves dedos acariciaban con ternura mi mejilla.
—Qué bueno que pienses así, princesa— mi labio se torció hacia un lado al mismo tiempo que mi nariz se arrugó, eso solía hacer cuando me algo me desagradaba.
—Madre, sabes que no me gusta que me digas así— Sonreí y la abracé sintiendo sus cálidos brazos rodearme.
—Está bien, cariñito— la miré acusadoramente y ella me dedicó en respuesta una falsa mirada inocente.
—eso es peor que princesa— Mi madre se echó a reír y yo la acompañé. Pero el momento no duró mucho, pues luego vi cómo se ponía seria nuevamente — ¿hay algo más que me quieras decir? — Asintió.
—Un compañero de trabajo... — se detuvo evaluando mi reacción. Intenté mostrarme madura aunque no estaba segura de haberlo logrado, pues ella dudó un momento antes de continuar— me invitó a salir y acepté, hija—. No sabía qué hacer o decir, ni tampoco que sentir, simplemente estaba sin expresión alguna, por lo que solo me limité a asentir.
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El chico de mis dibujos© [COMPLETA libro I y II]
Roman d'amourPrólogo del libro I: "El chico de mis dibujos" Siempre que llegabas a mi mente, como un hermoso anhelo, tu imagen quedaba representada en las hojas de aquél cuaderno, ese cuaderno que decidí dedicarlo únicamente para ti, en el que las líneas de tus...