Mis hombros decayeron fácilmente, no tenía las fuerzas para mantenerme completamente erguida. Suspiré sintiéndome débil, quizás porque no había comido nada en todo el día.
Miré el plato lleno de espagueti con carne molida y mi barriga rugió, pero de mala gana giré mi cabeza hacia otro lado. No quería comer, a pesar de que me moría de hambre, sentía que debía cumplir alguna especie de condena.
Mi mente se sentía enfrascada, aletargada. No encontraba las fuerzas suficientes para pensar, o quizás no eran las fuerzas, sino que no encontraba el ánimo para poner a funcionar mi cerebro.
Mi madre decía que era normal el estado de depresión.
El doctor decía que era normal el estado de depresión.
Pero realmente era Evans quien lograba comprender lo que yo estaba sintiendo, él había vivido algo similar y hasta el momento solo él había logrado hacerme sonreír, siempre que lo veía inventaba cualquier estupidez irrelevante para hacerme pasar el tiempo y finalmente lograba hacerme sentir mejor. Es estos últimos días había aprendido incluso a tejer, Evans se había encargado una tarde entera en enseñarme a usar esas agujas del demonio.
Había tenido unos días terribles últimamente y debo admitir que esta no fue la mejor manera de empezar año nuevo, ¡qué va! En algún momento de mis fantasiosa mente aquél veinticuatro de diciembre, pensé que el treinta y uno nos iríamos de juerga hasta que fueran las doce, pero nunca imaginé que la pasaría sola en mi habitación, llorando mientras miraba el cielo nocturno hecho un manjar de pirotecnia.
A Moni le encantaban los juegos artificiales...
Moví mi cabeza rápidamente de un lado a otro tratando de alejar nuevamente esos pensamientos de mi cabeza, ya de nada servía seguir pensando en eso.
Me levanté de la cama y me dirigí a la peinadora, mirándome una vez más en el espejo. Ya mis ojos habían dejado de verse rojos e hinchados al igual que mi nariz, y mi pelo estaba empezando a recuperar su brillo.
¡Caray! En este punto de mi vida, pensando con la mente fría, una insoportable vergüenza me inundaba por completo al pensar en lo horrible que había sido mi apariencia estos últimos días en frente de Evans. Creo que mi yo del pasado no lo hubiera creído, bueno, mi yo del pasado no hubiera creído nada de esto y seguro me habría enviado a un manicomio.
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El chico de mis dibujos© [COMPLETA libro I y II]
RomancePrólogo del libro I: "El chico de mis dibujos" Siempre que llegabas a mi mente, como un hermoso anhelo, tu imagen quedaba representada en las hojas de aquél cuaderno, ese cuaderno que decidí dedicarlo únicamente para ti, en el que las líneas de tus...