El chico de mis dibujos© [COMPLETA libro I y II]

Capítulo 25 "¡Cariño, no me dejes...!"

*Narra Emma*

Tragué saliva innumerables veces y no supe que hacer ni cómo reaccionar. Jamás hubiera imaginado este momento y ahora que lo estoy viviendo no sé qué hacer.

Desconozco la jodida manera de poner mis sentimientos en orden.

¡Demonios! Una sola mirada... una sola mirada basta para que mis piernas bailen la danza de la gelatina.

¿Cómo es que un solo chico logra poner mi mundo de cabezas? ¿Cómo le hace él para hacerme sentir tan en las nubes? ¿Cómo le hace para que a pesar de dejar de verlo por meses, el recuentro me deje aún más cautivada? ¿Cómo le hace él?

¡Joder, que me diga como para yo ponerlo en práctica a ver si me funciona!

No respondí a su sarcástico "Ajá, claro". Ambos sabíamos la verdadera razón –bueno, yo quizás con más detalles que él- pero de todos modos, él había escuchado cuando le dije a el idiota de Adam unos minutos antes de colgar que me devolviera el celular, así que de nada serviría decirle mentiras.

Carraspeé la garganta en un intento por encontrar mi voz. — ¿L-llevas mucho... esperándome?

Él se encogió de hombros despreocupadamente pero algo en su expresión me hacía sentir que no estaba del todo contento.

—Ok. ¿E-entramos? — prácticamente sentí la necesidad de morderme la lengua al tartamudear tanto, pero es que no podía controlar lo que sentía estando con él.

El corazón me temblaba y podía escucharlo latir fuertemente con cada mirada suya, con cada gesto; los pies parecían estar caminando por el aire y mi respiración armoniosa había quedado quien sabe dónde.

Era abrumador lo que él me hacía sentir. La manera tan endulzante y a la vez perturbadora que experimentaba en el pecho quizás no tenía palabras para describirla, pero sí de intentarlo se trataba, podía decir que era con un torbellino que golpeaba mi pecho y se esparcía por todo el lugar; como un terremoto y el epicentro era mi corazón.

Así de cursi me hacía sentir.

—Entremos.

Asentí y él caminó de regreso hasta mi casa siguiendo mis pasos y haciéndome sentir el inquietante peso de sus ojos sobre mi nuca.