Chicken Little ~

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Dormía plácidamente en mi cama, de pronto el chirrido de la puerta me despertó un poco, no quería abrir los ojos. En lo posible había sido el viento y solo había olvidado cerrar la puerta anoche. Giré mi cuerpo en dirección opuesta a la que estaba y cubrí parte del cuello con las mantas pero otra vez ese chirrido de la puerta hacía ruido, las bisagras sonaban por falta de aceite, siempre lo tenía presente pero la flojera es mas fuerte. El ruido del seguro sonó e intuí que la puerta se había cerrado.

Gracias a dios no habían mas ruido, es hora de enfocaste plenamente en dormir aún no es hora de despertar, además el fin de semana y esos días son para descansar hasta la hora que desee.
Pero ni un minuto después de pensar eso crujió el piso, la única tabla que crujía era la que estaba en el lugar del armario donde guardo mi ropa. «Definitivamente no abriré los ojos pero quiero hacerlo, el susto y la curiosidad me están matando», pensé. Después de pensarlo unos segundos abrí los ojos, primeramente noté como la luz entraba por el ventanal de la habitación, fijé la mirada en el armario que me importaba. Para mi sorpresa allí de pie en frente el armario estaba un hombre rubio de tronco descubierto que escarbaba en la sección donde yo guardaba mis camisetas.

          —¿Por qué estás escarbando en mis camisetas? —pregunté. El chico giró su cuerpo, me miró y sonrió como si todo estuviese bien, se puso mi camisa negra favorita que contenía un nueve de estampado en la espalda.

          —Una amiga de mamá me presentará a sus sobrinas, debo lucir bien para ese encuentro ¿no crees? —dijo el rubio mientras se quitaba la camisa y seguía sacando ropa— Necesito algo como una camisa a cuadros, creo que negro y rojo combinaría bien.

          —¿No tienes tus camisas propias?

          —No he comprado ropa nueva y tú tienes muchas, además son de mi talla y me quedan mejor que a ti —se burló mientras sacaba su lengua.

          —¿Y por qué quieres lucir tan bien para unas chicas que no conoces?, Jae... y si... ¿no son son de tu gusto? —pregunté.

          —¿Qué importa?, sólo quiero conocerlas. Echaré un vistazo simplemente —Jae sonrío mientras se ponía la camisa a cuadros que había estado buscando.

«¿Cuándo me prestarás atención a mi?», pensé; —Sólo con ese "vistazo" haces que caigan —señalé haciendo comillas con mis dedos.

          —Si estás molesta por haberte despertado a esta hora, perdóname, si no es por eso entonces deja que me divierta un momento —indicó Jae mientras terminaba de abotonar el último de la camisa— Sigue durmiendo, más tarde hablamos — Jae salió de la habitación.

Ese mujeriego siempre hacia lo que quería, todas caían por el asiático Jae, popular en la escuela y que además era rico son olvidar que complacía a todas aquellas que lo buscarán para una noche de diversión y si, con diversión me refiero a sexo.

Jae entraba y salía de mi casa como si fuese suya, incluso tenía llaves de emergencia por si algo sucedía. Mamá es doctora por lo que trabaja de turnos y a veces pasaban semanas enteras sin verle la cara, Papá es un empresario, por lo que se la pasa viajando de país en país, su empresa es su gran posesión y por esa razón fue que nos trasladamos a New York cuando yo solo tenía diez años. Esa fue la edad en la cual conocí a Jae, mi vecino se convirtió en mi mejor amigo, hasta ahora con diecisiete años seguimos siendo amigos. Mis padres se hicieron tan amigos con la familia de Jae que me dejaron a su cargo y desde ese entonces es que Jae entra y sale de mi casa a la hora que quiera.

Jae nació en Argentina, a los cuatro se mudó a Corea y a los siete años se vino a vivir a New York para quedarse para siempre, como es un cerebrito sabe hablar los tres idiomas, de vez en cuando hablamos en español pero casi a tiempo completo nuestras conversaciones son en inglés.

Un día Sábado como hoy, un día para descansar luego de la semana de clases pero lamentablemente Jae me había despertado a las diez de la mañana con el ruido y desde ese entonces no pude seguir durmiendo, me levanté y me metí a bañar, tome el desayuno y quede libre sin nada que hacer.

«¿Por qué aún no llega ese flacucho? », pensé-. Una y media de la tarde y Jae aún no hacía acto de presencia en mi casa, se estaba demorando en venir y eso no estaba bien.
Mientras veía Los Simpsons recostada en el sofá de mi sala de estar oí la puerta abrirse y cerrarse rápidamente, ese era Jae.

          —¿Vamos al parque con Brian? —me preguntó Jae al llegar a mi lado— Está con unos amigos —él sonrió mientras quitaba mis piernas del sofá y se sentaba poniendo mis piernas en los muslos de las suyas.

          —¿Qué tal las sobrinas? —pregunté; sin quitar la vista del televisor.

          —¿Puedes creerlo?, sólo tienen catorce años... creo que su tía aún no sabía mi edad —río.

          —Pero yo pensé que la edad no era un impedimento para el gran Jae —reí por la cara de molestia que había puesto el rubio— ¿Qué?... ¿Y Daisy la de quince?, no te olvides —señale su boca.

          —Sólo fue un beso, un beso muy aburrido por cierto... pero, no pasó nada más — remarcó mientras tomaba mi mano y me ayudaba a sentarme— Vamos con Brian, hace un día perfecto para salir.

Jae había puesto mis pies en el piso y se había movido a mi lado mientras me rodeaba el cuello con su brazo, con su mano libre quitó unos cabellos de mi cara y tomó mi barbilla posicionandola para que lo mirara a la cara. Alto, delgado, cabello siempre teñido rubio, ojos pequeños y labios acolchados, así es Jae, la viva esencia de Chicken Little. Sus labios acolchados como si estuviesen rellenos de algodón besaban los míos como una costumbre que él llamaba "Somos amigos, los amigos pueden hacer lo que quieran" ese era su lema, no sé cuando empecé a tener ese mismo tipo de pensamiento.

Who's Next? / Jae y tú (Final cancelado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora