1 EL DESPERTAR DE LA BESTIA

292 17 3
                                    

Años después.

2011.

Déjame presentarme, soy Jordan Acker, ese no debería ser mi apellido pero la cosa está así: mi madre, Aveline Acker, se casó con un completo idiota, lo único bueno que resultó de ese matrimonio fui yo. El hombre, al cual no planeo llamar padre ni aunque me dieran un millón de dólares, abandonó a mamá después de acabar con sus ahorros y cuentas bancarias. Por suerte no me robó a mí, ese hombre sería capaz de venderme si hubiera tenido la oportunidad, así que solo utilizo el apellido de mamá.

¿Cómo te llamas? Ese es un lindo nombre. Ya sé que puedes pensar ¿Cómo lo sabes? Bien, todos los nombres tienen algo bello; puede ser el cómo se escuchan, su número de letras o el significado que poseen. Creo que todo en el mundo es bello, sólo hay que encontrar la perspectiva indicada para poder apreciar esa belleza.

Estaba sentada en la sala de la casa Acker. No es mi casa, es de mi abuelo Robert. Cuando el caballeroso hombre con el que se casó mi madre la abandonó, tuvo que poner en venta la casa en la que vivíamos, yo no lo recuerdo porque era demasiado pequeña. Al no tener donde vivir, mi abuelo nos recibió en su gran casa. Hasta la fecha vivimos ahí mientras mamá paga las deudas que tiene.

Es una propiedad en la Ciudad de Cristal. La casa tiene dos pisos y un patio frontal y trasero; la fachada del piso de abajo está cubierta de ladrillos naranjas que rodean las ventanas de la cocina y uno de los baños; la parte de arriba está cubierta con azulejos blancos que rodean las ventanas de dos de las habitaciones; el techo es de color rojo vino debido al uso de impermeabilizante.

Por dentro, la casa tiene en total: cinco cuartos, cocina, comedor y tres baños. La casa posee un decorado vintage en cada una de sus habitaciones con papeles tapices florales que cubren las paredes. El olor a nuez y madera, ese era el aroma de la casa.

Últimamente estaba reflexiva. Había acabado de leer El guardián entre el centeno de J.D. Sallinger, mi libro favorito. Acabé enamorada del protagonista, nadie dijo que estuviera mal enamorarse de un personaje ficticio, yo lo hago todo el tiempo, ¿tú no?

A partir de esa lectura me puse a reflexionar, ¿Qué es una familia? ¿Para qué es una familia? Independientemente de los lazos biológicos que tengamos con ellos, yo me atrevo a rechazar esa idea de Hollywood en la que la familia está ahí para apoyarte y escucharte siempre que los necesites, esa respuesta no me convence, creo que hay algo más que está oculto, pero ¿qué es? Después surgió algo más, ¿Tienen que querernos sólo por ser nuestra familia? Quiero decir, si los Acker no fueran mi familia, ¿les agradaría por quién soy? ¿Tú crees que si tu familia no fuera tu familia les agradarías? Después vinieron más preguntas pero creo que una crucial fue ¿Por qué no podemos elegir a nuestra familia? ¿Tú lo sabes?

Siempre me hago todo tipo de preguntas todo el tiempo. Adoro cuestionar al mundo. Respecto de las preguntas anteriores, algún día encontraré la respuesta y te la haré saber. Lo curioso de la verdad es que usualmente acude a las personas de maneras poco convencionales

—Jordan, vamos a comer—dijo una voz dulce, suave y áspera.

Tía Beth. Baja. Piel pálida, cara ovalada, ojos cafés; una mirada triste, pelo chino castaño. Traía puesto un traje sastre, esa era su vestimenta habitual, el de hoy era de color azul celeste. Su aroma era de talco, lilas y chicle de menta.

— Voy, señora— contesté con una sonrisa en los labios.

— ¡Jordan! — exclamó—Señorita, por favor. Aunque te cueste más trabajo.

Claro. Ella no se había casado. Por lo tanto a pesar de su mediana edad, era una señorita.

— Está bien, ¿Qué vamos a comer?

Las flores sombrías    #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora