8 DONDE LOS ÁNGELES REINAN

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Las vacaciones dieron un inicio inesperado, se suponía que en este momento tendría que estar escuchando lo que Drew quería decirme pero en lugar de eso, estoy viajando en Bayle que va camino a la Ciudad Celestial, maldito auto. El señor Cranb viene a mi izquierda, dormido como siempre. El señor Cranb que usaba su típico atuendo blanco, a veces lo envidiaba: sólo duerme y come, sin preocupación o molestia, ojalá yo pudiera dormir cuando se avecinaran problemas y despertar cuando todo estuviera resuelto.

Marysse a mí derecha, dormía también. Yo pintaba mis uñas con esmalte negro, hace juego con mi vestido blanco, por más que me distrajera no podía dejar de pensar en Drew, estaba enojada con mamá por no avisarme que zarpábamos el día después de decirle a los Acker sobre nuestro paradero en vacaciones. Le mandé un mensaje a Drew y a Tifanny diciéndoles que fui llevada de sorpresa a Celestial y que no podría verlos. Ya habían contestado el mensaje pero no tengo ánimos de revisar lo que escribieron.

Mamá hablaba con Elthon sobre programas de televisión que estaban de moda cuando eran jóvenes. Espero que Julie y Luke no sean peor que lo que he conocido de los Cranb hasta ahora.

La Ciudad Celestial. Es más chica que la Ciudad de Cristal pero tiene casi lo mismo: hoteles de lujo, zonas residenciales de clase alta, zonas medias y bajas. Además de que posee una gran arquitectura colonial, una gran influencia barroca se puede apreciar en sus edificios e iglesias.

¿Sabes por qué ésta ciudad se llama así? Algunas personas aseguran que es porque los ángeles están enamorados de la ciudad y bajan del cielo para caminar por sus calles. Tal vez tenga que averiguarlo.

—Da la vuelta—dijo Marysse, el auto giró con lentitud. —Ahí es.

El auto se detuvo. Nos encontrábamos en el centro de la ciudad, ahí, frente a un edificio de piedra gris con ángeles y gárgolas talladas en piedra, en la parte de arriba del edificio. Ahí vive Julie. Bajamos del auto. Elthon sacó del auto la silla de ruedas del señor Cranb, la armó y lo colocó en ella. Entramos por una puerta doble de madera y subimos hasta el tercer piso. Tarea difícil ya que tuvo que cargar al señor Cranb somnoliento de piso en piso, el edificio estaba bien conservado pero era antiguo y no tenía una rampa y mucho menos un ascensor.

Marysse tocó el timbre. La puerta de madera crujió al momento de abrirse.

— ¿Dices que el nuevo novio de tu mamá los maltrata?—preguntó Marysse

— ¡Cállate!—respondió una voz gangosa— Que bueno que ya llegaron

Literalmente se formó una fila delante de mí para poder entrar a la casa, no escuché lo que esa chica le dijo a mamá con claridad pero fue algo como.

—Mucho gusto Aveline, te puede parecer raro pero en verdad me alegra que papá esté con una mujer tan buena como tú.

Después entró Elthon y al final yo, como siempre.

—Hola, Jordan—la chica que tenía enfrente sonrío con gozo.

—Hola, Julie—le di mi mano, la aceptó y nos abrazamos.

Julie era de estatura baja, muy delgada, su pelo castaño caía por su rostro fino, tenía los mismos ojos de su padre, y no me sorprendería que su misma actitud. Olía a manzanas y cítricos. Ella usaba una blusa negra holgada adornada con rayas blancas horizontales delgas, unos jeans y zapatos bajos blancos.

—Pasa, no te quedes afuera hace algo de frío.

Entré, la estancia era de un tamaño considerable, el piso era de madera, los techos amplios y altos, las paredes blancas, había un ventilador de madera pendiendo del techo, tres puertas de madera delimitaban lo que parecía ser un pequeño balcón. Casi todos se habían sentado en unos sillones de tapiz color arena con cojines blancos. Me senté en un taburete blanco.

Las flores sombrías    #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora