4 QUIMERA DE AMOR

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Era sábado, ese día por fin conocería al hombre que enamoró a mamá desde hace años, ¿sería agradable?, ¿guapo tal vez?, claro, me estoy yendo a los extremos. Lo mejor será dejar de pensar y dejarme sorprender, quién sabe lo que podría pasar. Venía preparada para la ocasión, elegí usar un vestido corto de color blanco, tenía un poco de escote pero no demasiado, hacía juego con unas sandalias negras y un bolso de mano marrón.

Mi madre decidió utilizar un vestido del mismo color, un sombrero blanco con líneas negras horizontales y decorado con un moño. Se ve muy feliz ahora, nunca antes la había visto así desde hace mucho tiempo, supongo que el amor puede reconstruir hasta el alma más dañada.

Nos encontraríamos con Elthon y el resto de su familia en un parque cerca de la zona de piedra volcánica, para almorzar y conocernos, no me pareció una mala idea. El camión se movía con rapidez. Gracias, chófer. Mamá y yo teníamos la mala costumbre de llegar tarde a todos lados pero ésta vez no.

Para alejar mis pensamientos de lo que podría encontrarme en ese parque comencé a pensar en Drew, nuestra cita del martes había sido perfecta, fuimos por un café, su plática fue tan interesante: podía hablar de cualquier cosa con él y lo que él no sabía lo investigaba al instante. Si antes tenía dudas sobre Drew ahora ya no, estoy enamorada de él: su mirada, gestos y personalidad me fascinan. ¿Ya es mi novio?, la respuesta es no, es demasiado pronto, lo más romántico que tuvimos fue la despedida, él se acercó y me besó muy cerca de los labios, fue maravilloso, vamos a salir la siguiente semana.


— ¿Aquí se supone que lo veríamos? —pregunté.

—Sí—contestó Aveline—Por enésima vez sí

Estábamos paradas en el parque, cerca del estacionamiento, el césped cortado se extendía hasta donde alcanzaba a ver, las flores se mecían con el viento primaveral. Sauces, pinos, eucaliptos, cedros, palmeras, cipreses y algunos arbustos cuyos nombres desconozco, aumentaban la esencia mística del parque. Olía a humedad, eucalipto, madera y a flores; dulces y frescas. El sol se hallaba en su máximo esplendor, varias personas descansaban tumbadas sobre mantas tratando de descansar bajo la sombra de los grandes verdes, un grupo de niños jugaban con una pelota.

Golondrinas graznaron mientras pasaban volando por encima de mí. Volteé buscando a un grupo de personas que no conocía, pero no podía hacer otra cosa, estaba ansiosa de conocer a ese hombre, no creas que soy una mala persona, es sólo que aún la idea de que mamá salga con alguien es algo extraño aún.

La única referencia que tengo de una pareja estable es la de tía Simone y tío Tom, no son demasiado afectuosos pero ella siempre lo está regañando para que se comporte según sus normas de clase alta. No son el mejor referente que tengo.

Volteé hacia las palmeras que delimitaban el parque, detrás de ellas estaba el estacionamiento, no parecía haber alguna persona acercándose. Bien, llegar tarde a una primera cita habla mal de esa persona, indica que no valora el tiempo ajeno, al menos eso creo, cuando Drew paso por mí el martes llegó treinta minutos antes y esperó dentro de su auto hasta que fue la hora acordada, es tan hermoso, lo anterior me lo contó la ayudante doméstica de mi abuelo quien lo vio llegar.

Miré de nuevo hacia el parque porque sentí que alguien me miraba. Lo cierto es que no había nadie mirando, sólo estaban los niños que jugaban a la pelota y una mujer rubia que estaba parada, seguramente esperaba a alguien como mamá y yo.

— ¡Ahí están! —exclamó mamá

Di la vuelta y vi que mamá señalaba a un pequeño grupo de personas que se acercaban lentamente ¡Oh dios! Soy una tonta, el asunto del tiempo creo que no aplica en este caso porque traían a alguien en una silla de ruedas. Un hombre de mediana edad empujaba la silla, a lado de él venía una joven mayor que yo y en la silla de ruedas había un hombre de edad demasiado avanzada.

Las flores sombrías    #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora