20 EL INFIERNO CRECIENTE

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Aún seguía impactada por lo que acababa de presenciar. Mamá ayudó junto con Julie a levantar a Marysse del suelo, ella sangraba de la boca. Julie le quitó los mechones de pelo negro que se pegaron a su piel debido a las lágrimas y a la sangre. Ambas lloraban. Mi mamá fue por hielo a la cocina, primero limpió la sangre del rostro de Marysse y después le dio un trapo para que lo pusiera en la herida y no se inflamara. Nadie decía nada. Sólo se escuchaban los sonidos de la respiración agitada de todas. Ahora el lugar olía a galletas rancias de vainilla, polvo y sangre.

— ¡Maldición!, olvidé bajar la ropa. —exclamó mamá— Julie, cuida a Marysse mientras voy a descolgar la ropa de la azotea.

Mamá avanzó rápido y abrió la puerta. Salí tras de ella. Cerré la puerta y subí las escaleras hasta la azotea. No era gran cosa, ni tenía una gran vista, ahí me gustaba quedarme a leer cuando no podía encerrarme en el baño. El lugar tenía el suelo rojo en una tonalidad vino debido a la pintura impermeabilizante, una parte de concreto de medio metro de altura rodeaba la zona; estaba pintada del mismo tono rosa viejo y descarapelado que cubría todo el edifico, las jaulas en donde estaba la ropa, eran de color cobrizo oscuro debido a la falta de mantenimiento.

El viento azotaba violentamente las prendas de ropa, mamá estaba dentro de la jaula retirando la ropa que se alzaba furiosamente a causa del viento. Era un viento cálido a pesar de que la noche estaba cayendo, un aroma a jazmín y jabón floral acompañaban el soplido del viento. Me acerqué a donde estaba mi madre.

—Mamá —llamé con voz tímida.

—Jordan —se sorprendió— Que bueno que vengas a ayudarme porque...

Mamá usaba un atuendo deportivo azul marino.

—Mamá tenemos que hablar —dije en tono serio.

Sus ojos verdes indicaron preocupación y al mismo tiempo enfado.

— ¿Qué pasa ahora? —preguntó con su voz calmada, pasó una mano para acomodar los mechones rubios de su cabello que se habían desacomodado a causa del viento.

— ¿Qué pasa? —repetí— ¿No viste lo que Elthon le hizo a Marysse sólo por haber golpeado su auto?

Ella se quedó callada.

—Tenemos que irnos de aquí. Lo sabes, lo vi en tu mirada cuando viste a Marysse tirada en suelo y después de que Elthon nos amenazara —continué.

—Jordan, no fue para tanto —respondió.

¿Qué?

— ¿No fue para tanto?, golpeó a alguien por un accidente. ¿No crees que nos hubiera hecho lo mismo si hubiéramos estado en el lugar de Marysse?

Silencio. Solo silencio y el viento soplando. La noche se acercaba y algunos edificios brillaban con un resplandor amarillo en la distancia. El sonido de una sirena de patrulla se escuchó a lo lejos.

—Jordan, cariño —se acercó y tomó mis manos— Debes entender que Elthon está pasado por un período muy complicado, él...—suspiró— No le digas a Marysse o a Julie, pero él acaba de perder su trabajo, por eso fue a Celestial —confesó.

¿Eso era excusa para andar golpeando a las personas?

—Bien. Pero eso no puede excusarlo, mamá. Él no es quien tú crees, no es el mismo hombre que conocí aquel día en el parque, él nos engañó a ambas. Además, el otro día encontré su portafolio. Vacío. Sólo había una dirección escrita en un papel.

—Jordan, él no ha engañado a nadie —respondió.

— ¿Segura? —alcé mi ceja en señal de cuestionamiento— Él no te quiere

La mirada de mi madre cambió en el instante en el que escuchó mis palabras. La había herido, pero no pude evitarlo. La verdad puede ser dolorosa.

— ¿Cómo puedes decir eso? —comenzó a alzar su tono de voz— Él nos ha dado casa, comida y una familia, él me ama.

—Estás loca —la insulté— ¿A qué precio nos ha dado todo eso?, al principio él te miraba diferente; te miraba con cariño y amor pero ahora te ve como si fueras una esclava, nos mira así a ambas. Nunca te quiso, sólo quería a alguien que lo atendiera sin paga, y esa persona eres tú y también yo.

— ¡Jordan! —había furia en su mirada— Deja de decir eso.

—Pero es la verdad, él ya no te trata como antes, ni siquiera te ves feliz y lo sabes ¿Cuándo fue la última vez que te dijo que te ama? —cuestioné.

Silencio. El silencio puede decir más cosas que las palabras en ciertas ocasiones.

—Mamá, él es un tirano. Ni siquiera puedo salir al maldito mini súper sin tener que pedirle permiso y que lo autorice ¿Sabes cuán enfermo es eso?, creo que hasta tú tienes que pedirle permiso para ir a trabajar.

—Lo hace porque le importamos. Nos quiere, Jordan —contestó.

No lo negó. Eso era triste.

—Controlar no es lo mismo que importar —refuté— Amar no es sólo usar palabras bonitas y cumplidos, también es un acto que se demuestra con acciones, ¿Qué ha hecho Elthon por ti? —pregunté.

Silencio. Maldito silencio.

—Nada, mamá —comenzaba a alterarme— Tenemos que irnos, por favor —supliqué.

Llegado ese punto me sentía desesperada pero no por mí, sino por ella. Ella no podía ver lo que Elthon nos hacía y no entendía por qué.

—Jordan, no podemos irnos —respondió.

— ¿Qué?, ¿por qué no? —dije en tono de voz alto— Mamá preferiría dormir cada noche del resto de mi vida en la calle que volver a entrar a ese departamento con el maníaco de Elthon.

—Jordan —suspiró— Elthon va a proponerme matrimonio y yo voy a aceptar.

¡Mierda!

— ¿Qué? —pregunté

No podía formular ninguna oración después de lo que ella me acababa de decir.

—Encontré el anillo ésta semana, estaba acomodando sus camisas y la caja cayó de la parte de arriba del armario. Jordan, es bellísimo deberías verlo—sonrió levemente

—Mamá, no —respondí— Él no te ama y tal vez exista la posibilidad de que ni siquiera ese anillo sea para ti —mentí.

Si no podía convencerla con la verdad tendría que mentir, plantar una duda dentro de ella. La duda corrompe hasta a la persona más segura, es como si una gota de agua cayera cada segundo a tu cabeza, al principio puedes ignorarla pero en algún momento querrás frenarla y es ahí cuando tienes que enfrentarla, te detienes y comienzas a dudar.

— ¡Jordan! —una lágrima resbaló por su mejilla— Ese anillo es para mí, ¿cómo puedes decir algo tan horrible?

—Porque es verdad —sostuve mi mentira— No sabemos siquiera si ese hombre va a trabajar y ahora supuestamente lo han despedido, por eso su comportamiento es tan violento ¡Por favor! —exclamé.

—Creo que fue un error haberte traído —soltó.

—Fue un error que conocieras a Elthon —repuse mientras sus palabras hacían estragos en mi interior.

Si yo no hubiera venido a vivir con los Cranb, quién sabe qué sería de mamá. La mayor parte del tiempo siento que Elthon se controla porque sabe que, al primer indicio de sus horribles actitudes salgo a la defensa de mamá.

— ¡No lo es! —exclamó— Ya sé de qué se trata todo esto —comenzó a derramar más lágrimas— Viniste, pero porque los Acker te dijeron que lo hicieras, ¿Verdad?—ahora estaba roja de coraje— ¡Contéstame! —gritó.

Antes de que pudiera reaccionar ante su pregunta me abofeteó. Sólo pude poner una mano en mi mejilla hinchada. Ahora yo lloraba también, pero era de rabia.

—Ellos ni siquiera me han hablado desde que llegamos a este maldito lugar —respondí— Pero ahora que lo mencionas, quédate con Elthon. Las personas que son monstruos sólo conocen a monstruos en su vida —respondí.

Estaba enojada, muy enojada. Sí ella no quería salir de ahí yo lo haría, con o sin ella.

Las flores sombrías    #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora