La advertencia.

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"EL ERROR"



"Si pudiera verte
Si pudiera amarte
Si pudiera reconocerte
Estaría bien
Incluso después de mil años"...


Even is thousand years pass/ Park Jung Min



Primera Parte.


                                                   "Pequeños errores, grandes coincidencias."



Capítulo 1. - La advertencia.


Iba corriendo a todo lo que daban sus etéreas piernas, de vez en vez, tropezaba con lo que podía considerarse la tela de su vaporosa túnica (si su túnica hubiera sido cosa terrena, lo cual no era, pero aun así, tropezaba). Percance del cual los demás ángeles no sufrían, pero Yadiel era un ángel poco ortodoxo, podría decirse que incluso problemático y distraído. Ahora mismo estaba llegando tarde al recibimiento de las almas que, al fin, ingresarían al cielo y se convertirían en ángeles. Ceremonia de alta importancia por aquellos celestiales rumbos. Corría intentando proteger un recipiente con un ¿líquido? ¿gas?... azul, que le había entregado muy formalmente Malakh, el ángel mensajero, y a quién se le veía sólo en importantes circunstancias, al igual que a todos los que integraban las altas esferas del cielo. Malakh había entregado una serie de esos recipientes a un grupo de querubines, entre los que se encontraba él. Sobra decir que tal acto sorprendió a todos, puesto que Yadiel era reconocido por meterse en... o causar problemas. Y esa sustancia era muy importante. Era la que tenían que beber las almas puras para olvidar todo propósito terrenal y concentrarse sólo en su vida cómo ángeles. Esas almas se habían purificado en el transcurso de varias vidas en la Tierra. Habían alcanzado un grado mayor de virtud con respecto a las otras almas y ahora tendrían la oportunidad de convertirse en serafines y alabar la grandeza del Creador. Algo sublime y maravilloso, pero ¿por qué Yadiel tenía que estar en el grupo de tan alta importancia? Muchos no lo comprendían, pero los Dominios lo habían ordenado y, todos sabían, que los mismos Principados lo habían dispuesto así. Yadiel siguió corriendo, ya casi llegaba. Iba a entrar al gran salón, cuándo, lo que más temía, sucedió. Tropezó con la "tela" de su túnica y trastabilló. No mucho, pero si lo suficiente para que el contenido de su recipiente se derramara un poco. Si Yadiel hubiera tenido un corazón humano, éste se habría detenido por el susto. Volvió la vista a uno y otro lado. Nadie pareció darse cuenta de su accidente. Esperó un poco. Quizás la voz del Creador se oiría entonces diciendo "Yadiel, ¿qué has hecho?" pero nada sucedió. Suspiró con alivio. Tal vez el asunto no era tan grave. La sustancia derramada en realidad había sido mínima. Nada importante. Se irguió más seguro. Se acomodó las alas y con una gran sonrisa entró.


- Yadiel, llegas tarde. – Lecabel, uno de los Dominios, lo miraba con censura.

Yadiel abrió los ojos sorprendido, siempre lo hacía cuándo veía a un Dominio. Eran hermosos. Él soñaba aún más alto. Soñaba con volverse arcángel y alcanzar la belleza divina y cercanía con el Creador, cómo ellos.


- Lo siento. – Se excusó y fue a formarse con el grupo de querubines elegido para dar la sustancia a las almas puras, pero los querubines ya estaban distribuidos con su respectiva alma.


- Ve con él. – Dijo Sealiah, otro de los Dominios y Yadiel se acercó a un alma que refulgía de forma tímida. Eso le enterneció.


- Tranquilo, aquí serás un alma feliz – le dijo. Y un sonidito se escuchó. Una risita. Las almas perdían forma humana y se convertían en una especie de llama, de luz, tal como lucían los serafines, pues eso sería de ahí en adelante.

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