Peligros y advertencias.

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Capítulo 30. – Peligros y advertencias.


Faltaba tan poco para la competencia. Hong Ki estaba nervioso y entusiasmado a la vez. Las cosas con Kyu Jong se habían dado de una manera tan dulce y maravillosa. Era una mañana esplendorosa de domingo y quizás Kyu Jong aún dormía. No trasnocharon, eso era verdad ¿pero quién, que no tuviera emoción en su pecho, se levantaba temprano un domingo en la mañana?


No podía dormir. Quería sorprender a Kyu Jong y hacerlo sentir orgulloso de que fuera su novio. En la cama de al lado, Hyung Jun dormía removiéndose un poco, un mal sueño, quizás. Prefirió no molestarlo, se levantó y vistió deprisa, fue por su bicicleta y decidió ir al parque a entrenar por él mismo. Ganaría esa competencia. Quería ver la sonrisa de Kyu Jong al saber que sus esfuerzos habían rendido frutos. El lugar lucía casi solitario y eso lo llenó de paz. Comenzó a pedalear despacito, aumentando poco a poco la velocidad, sonrió contento, era casi como brincar de nube en nube.


Existía algo muy cierto: Kyu Jong era para Hong Ki (Yadiel, en realidad) una especie de dulce milagro que podía tener para él solo, al alcance de sus manos.


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Frente al espejo, Saeng se analizaba a conciencia. Su cuerpo, ese detestable cuerpo humano, había reaccionado de manera muy curiosa ante el contacto con Hyun. ¿A eso se refería Lilith con todas esas cosas obscenas que describía? ¿Era ahora cómo ella? En sus ojos brilló un segundo la angustia, ¿sería posible perder el alma de Hyun con ese acto? No, no podía Hyun perderse por algo tan simple, quizás con Yadiel o Noah encontrara alguna redención. Se miró una vez más de pies a cabeza. Su cuerpo se había llenado de mariposas. Y su estómago de palomitas, que estallaban locas como las de aquella ocasión, cuando Hyun lo llevó a ver aquella tonta película. Hyun lo tocaba y transformaba muchas cosas.


Y Saeng sintió miedo.


De ser Lutock y condenarlo para siempre.


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Pudo percibirlo. Descubrió a Yadiel salir y dirigirse al parque. Les habló entonces, en maléficos susurros, aprovechando la maldad de su corazón. No podía obligar a un humano a hacer algo que no deseara, pero Lilith podía alentarlo a hacer algo que tenía como negro deseo en su alma. Y esos humanos tenían esa especie de deseo. Los dirigió con su voluntad al parque, dónde Yadiel, ingenuo y angelical, perdía su celestial tiempo con un ridículo vehículo humano.




Aquél pequeño grupo de humanos, salieron sin saber muy bien porqué, aquél domingo. Iban somnolientos y algo molestos. El que parecía ser el líder, bostezó y enfocó la mirada. Al hacerlo, sus ojos se toparon con una agradable vista, frente a él, no muy lejos, se encontraba ese dulce y molesto angelito dando vueltas. Y estaba solo. Echó un vistazo al parque, prácticamente vacío. Sonrió y su sonrisa no fue agradable, hizo un gesto a sus amigos y con pasos sigilosos fueron siguiendo el rastro de Hong Ki, mientras una despreciable Lilith, sugería cosas obscenas, indeseables, que pudieran perder al más angelical, al más dulce y despistado de los querubines, y desterrarlo así para siempre de un estúpido cielo.



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"El Error"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora