El funeral.

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Cassie se aleja entornando los ojos empapados mientras el debate de una sonrisa y un golpe atacan su cabeza.

- ¿Por qué estás aquí?

- Porque yo hago lo que se me da la gana. – Responde George muy serio. La toma por la cintura y lo acerca a él. - ¿Quieres ir a desayunar?

Parpadea varias veces mientras vuelve a alejarse. Si mal no recuerda hace solo algunas horas han acordado en dejar lo que sea que tienen y ahora se da la imprudencia de venir e ¿Invitarla a desayunar? Por supuesto que no lo hará. Se niega a hacerlo. Sin embargo, su cuerpo le traiciona y siente como su cabeza asiente por si sola. Ha vuelto a caer en menos de 24 horas.

George la toma de la mano para llevársela del ministerio.

-Debemos pasar por tu casa. – Dice mientras caminan juntos. – Comerás algo, te cambiarás de ropa y nos llevaremos a Teddy.

- ¿A dónde?

- Al funeral de Seamus. – George se detiene y la mira frunciendo el ceño. – Creí que Harry te lo había dicho.

- Quizás lo haya hecho. – Murmura Cassie por lo bajo. Le suelta la mano y comienza a caminar apurando el paso.



Intenta comer una tostada con el estómago revuelto y la boca seca, pero bajo la mirada del pelirrojo se obliga a continuar con esa tortura.

Mira a su ahijado con ternura. No puede creer que tan solo ayer la ha llamado mamá.

Deja la mitad de la tostada en el plato y sorbe un poco de zumo para saciar su garganta seca y deshidratada.

-No puedo más. - Dice volviendo a mirar a George.

- Ayer no comiste nada.

- No tengo hambre.

George coge la tostada a medio comer y le unta mermelada de frambuesa para terminársela. – Alguien tiene que hacerlo. – Se encoge de hombros.

-Deberíamos irnos. – Anuncia levantándose de la mesa y tomando a Teddy en sus brazos.

- No, aún no. Siéntate.

Y lo hace. Se muerde el labio ya herido y trata de no mirarlo. Pero es inevitable hacerlo, es como un imán, una fuerza que no la deja tranquila.

-Porque has venido tú. ¿Eh, George? – Pregunta tratando de mantener el tono de su voz.

- Ginny me lo ha pedido. – Se limita a contestar rascándose la barbilla. - ¿Qué paso en el ministerio? Claramente no has sido enviada a Azkaban.

- Mentí. Se me da bien ¿No crees?

- Mentiste. – Repite en voz baja analizándola con la mirada. – Te pueden descubrir.

- No lo creo y no creo que les importe. Kingsley ha confirmado todo sabiendo que mentía.

- ¿Qué les has dicho?

- ¿Es que acaso importa? Me he salvado de ir a Azkaban, No me mires así. ¿Acaso quieres que vaya?

- No, obviamente no. Quiero que dejes de mentir.

- Ya déjame tranquila. – Pone los ojos frustrada. Se levanta y acomoda el vestido negro que lleva puesto. – Vámonos. Y no creas que este hecho cambia algo. No debiste haberme ido a esperar.



La curiosidad de Cassie siempre fue más grande que cualquier cosa y ese día no era la excepción. Estaba fascinada mirando el lugar que la rodeaba, negro, oscuro. Parecido a una iglesia sin la sensación de brindar honores a nadie más que Seamus.

George, no estás sólo.  [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora